Se creó en 1990, cuenta con 80 socios y tiene su sede en el antiguo palomar de Aiete. Cada dos años viajan a Marugame dos socios de la entidad a aprender las técnicas que emplean los ‘maestros’ japoneses
La ciudad cuenta con asociaciones de muy distintas disciplinas. Una de ellas es la asociación Donosti Club Bonsái que se creó en 1990 por un grupo de donostiarras aficionados a cultivar este tipo de árboles enanos.
Serían al comienzo unas quince o veinte personas, recuerda Julio Herrero, presidente de Donosti Club Bonsái, que se acudían a una pequeña escuela que había en el paseo de Errondo donde se explicaban los cuidados y atenciones que necesitaban estos arbolitos. En este sitio se formó el núcleo que más tarde daría origen a la actual asociación. Estos aficionados no contaban con un lugar para reunirse y lo empezaron a hacer en el garaje que tenía uno de ellos por la zona de Añorga. A este lugar acudían una vez por semana con sus plantas para comentar entre ellos los cuidados que cada uno daba a su planta. Compraban libros para averiguar las técnicas a emplear, que más tarde las comentaban entre ellos y las discutían.
El grupo se trasladó al Ayuntamiento a exponer las inquietudes de este grupo y consiguieron que les cedieran el viejo palomar existente en el parque de Aiete, que se convirtió en la sede del Donosti Club Bonsái.
Desde entonces en este lugar se celebran todos los jueves y viernes, en torno a las 18.00 horas, las reuniones de los socios. «Entre los que acuden uno de estos dos días alguno lleva un árbol y según la época del año que sea bien se hace una poda, un trasplante, etcétera, y se discute, se delibera, se comentan los estilos, si hace falta la poda en ese momento, si hay que cambiarle la tierra. Es un momento de tertulia intensa y amena en torno a los bonsáis, porque cada ejemplar es distinto a todos los demás y siempre hay tema para dialogar y hacer propuestas al compañero», explica Julio Herrero.
La asociación llegó a tener 200 socios, pero en la actualidad son 80. «No es una afición que esté calando mucho en personas jóvenes, bien porque tengan otras aficiones o porque supone algo de sacrificio», cuenta Julio Herrero que agrega que «una planta no es un objeto que lo dejas aislado y ya volveré a verte. Hay que estar cuidándola, estar pendiente de si necesita riego, abono, estar muy al sol o no, si llegan las heladas, etcétera».
La asociación organiza dos exposiciones al año en el parque de Aiete, junto al viejo edificio de antiguo palomar. Una, la última semana de mayo, y la otra el último fin de semana de septiembre. En primavera se exponen los florecidos, los que tienen muchas hojas, mientras que en la muestra de otoño predominan los ejemplares de hoja perenne. Estas exposiciones suelen contar con más de un centenar de ejemplares que llevan los asociados, y que son de distintos estilos, diferentes variedades y tamaños.
Si hace buen tiempo, son centenares las personas que acuden a contemplar la exposición y además a preguntar sobre las características de las plantas que se muestran. Desde que el club se asentó en su actual de Aiete, se han realizado un total de 44 exposiciones (la inaugural y 2 cada uno de los 22 años posteriores.
«Muchos de los acuden a ver las plantas, se animan y a los días van a comprar a una tienda de flores un bonsái, y con el tiempo suele incluso venir al club a solicitar información sobre cuidados de la planta», indica Julio Herrero, «porque nosotros atendemos cariñosamente a todos los que acuden a pedirnos información o consejos».
El club, aunque no se sea socio, está abierto a todos los ciudadanos que quieran acudir a preguntar cualquier cosa o solicitar información. Y si quieren hacerse socios el trámite es sencillo ya que solo hay que rellenar un formulario, abonar la cuota de entrada, que es de 25 euros, y luego pagar cada trimestre 16 euros. Ser socio te da derecho a utilizar el club y te aporta ciertas ventajas, ya que funciona al estilo de una sociedad, pues por ejemplo se compran grandes sacos de tierra, que se reparten en pequeñas bolsas y así el socio no tiene que comprar mucha cantidad, lo que le podría ocurrir en un comercio, y además a precio más ventajoso. Incluso cuando se realiza la poda en local del club, las ramas cortadas se reparten entre los socios que las requieran para posteriormente realizar injertos con sus respectivos árboles.
Contacto con Japón
A través del hermanamiento entre las ciudades San Sebastián y Marugame, tras asistir en el año 1993 el entonces presidente del Donosti Club Bonsái, José Ramón Marzalo, a la ceremonia de ratificación del hermanamiento en el Ayuntamiento y contactar con el entonces alcalde de la ciudad japonesa, desde el año 1994 dos socios del club cada dos años pasan 15 días en la ciudad japonesa realizando un cursillo de bonsáis con prestigiosos maestros del arte en esta ciudad japonesa. «Se acude cada dos años y van dos socios que se pagan ellos el viaje y conviven esos quince días con las familias que les acogen en sus casas, estableciéndose una enriquecedora relación», cuenta Herrero, para añadir que «allí nos explican sus técnicas, en las que ellos son unos maestros».
El presidente del Donosti Club Bonsái anima a la gente a aficionarse a cultivar estos pequeños árboles y argumenta que «es un hobby muy entretenido y relajante», porque si uno se aficiona puede estar horas y horas atendiendo y mimando a los bonsáis, a la vez que lo recomienda a personas mayores para tengan un motivo de distracción con el cuidado de su pequeño árbol en casa.
ALETXU PEÑA | SAN SEBASTIÁN