‘Invictus’, de William Ernest Henley
Mandela aprendió de memoria este poema que se recordaba, en su prisión, cuando le llegaba la noche.
Mandela, decimos todos, es un ejemplo de vida y de persona, pero es también una advertencia. (Alguien fue responsable del apartheid, alguien machacó a la población negra durante años, alguien encarceló a Mandela de forma infrahumana. Mandela es un símbolo de libertad y de respeto a los derechos humanos para todos los pueblos del planeta. Nadie debe recordar, pues, ahora, que Nelson “Mandiba” Mandela tuvo que luchar contra parte de los que ahora le suben a los altares. A Mandela no le parecería bien que recordaremos esa página de su vida, ahora. No debemos se aguafiestas. Pero dejadnos decir al menos, perdona “Mandiba”, que nos sentimos orgullosos de toda su trayectoria. Y le ponemos en el lugar en el que están tantos mujeres y hombres que nos han traído hasta aquí.)
Ahí va el poema en las tres lenguas necesarias.
Nire patuaren nagusia naiz: Nire arimaren kapitaina naiz.
Soy el amo de mi destino: Soy el capitán de mi alma.
I am the master of my fate: I am the captain of my soul.
Estaltzen nauen gauetik kanpora,
Polotik polorako amildegia bezain beltza,
Legokeen edozein jainkori eskertuko nioke
Nire arima menderaezina dela eta.
Zirkunstantzien hatzapar ankerretan
Ez kexatu ezta ohiurik ez dut egin.
Zoriaren kolpeenpean
Nire buruak odola jario, baina ez da makurtzen.
Amorru eta malkozko leku honetatik haratago
Izuaren itzala berehalakoa da,
Eta halere urteen mehatxuak
Beldurrik gabe topatzen nau eta topatuko nau.
Atea zenbateko estua den,
Sententzia zenbateko zigorrez beteta dagoen berdin dio.
Nire patuaren nagusia naiz:
Nire arimaren kapitaina naiz.
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Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
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Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.