Viernes,18:45; documental “Salvador Allende” de Patricio Guzmán.

1A cuarenta años del golpe de estado

Homenaje a Salvador Allende -el Mandela latino- en la Casa de Cultura de Aiete

El documentalista chileno Patricio Guzmán, autor de La batalla de Chile y uno de los grandes cronistas de la historia reciente de su país, ganó el Premio del XI Festival de Derechos Humanos de San Sebastián.

En la foto la última imagen del presidente chileno Salvador Allende, en el exterior del Palacio de la Moneda, durante el golpe de Estado el 11 de septiembre de 2013.

El golpe de Estado liderado por el general Pinochet acabó con la  ‘vía chilena al socialismo’. El bombardeo del palacio de la Moneda, donde se hallaba el presidente Salvador Allende y su decisión de morir antes que entregar el mando a los golpistas, fueron sus episodios emblemáticos.

En la madrugada del martes 11 de septiembre –el ataque a las Torres Gemelas también fue un martes 11 de septiembre- los barcos de la Armada, que habían zarpado el día anterior para participar junto a buques estadounidenses en unas maniobras militares, regresaron a Valparaíso. Unos pocos cañonazos bastaron para ocupar las calles del puerto, la Intendencia y los centros de comunicación. Eran las 6 de la mañana.

El bombardeo del palacio de La Moneda

El presidente Allende, advertido de los primeros movimientos golpistas de la Armada en Valparaiso, había llegado a La Moneda, acompañado de su guardia personal, a las 7,30h. En los alrededores del palacio ya se apostaban tropas rebeldes. En su primera alocución por radio, Allende informó al país del levantamiento, que él suponía restringido a la Armada en Valparaíso. Quince minutos después las radios de oposición transmitieron la primera proclama de las Fuerzas Armadas.

Después de tratar inútilmente de comunicarse con los jefes de los tres ejércitos, Allende tuvo claro que los tres cuerpos estaban conjurados en el golpe. Entonces empezaron a sentirse los primeros disparos entre golpistas y francotiradores instalados en los edificios públicos próximos. A las 9,20h, Allende habló por última vez a través de Radio Magallanes. Con emotivas palabras, en el que sabe será su último discurso, se despidió del pueblo chileno.

Poco más tarde, los tanques comenzaron disparar intensamente contra La Moneda, desde donde los defensores respondieron el fuego. Allende rechazó el ofrecimiento de un avión para partir al exilio. Alrededor de las 11h, a instancias del presidente, un grupo de mujeres -entre las que se encontraban sus hijas- y funcionarios del gobierno abandonaron el palacio.

A las 12h cuatro aviones arrojaron durante quince minutos más de veinte bombas explosivas sobre el viejo edificio, que empezó a arder. El ataque a La Moneda constituyó la acción militar más emblemática del golpe, la más determinante para su éxito y un ejemplo de precisión, porque las bombas destruyeron el interior del inmueble pero no la fachada del palacio, la cual sólo quedó impactada por disparos de rifle y metralla.

Todavía hoy se desconoce la identidad de los cuatro pilotos de los Hawker Hunter que participaron en esa operación –durante años corrió el rumor de que habían sido pilotos norteamericanos-. El pacto de silencio entre pilotos y mandos de la Fuerza Aérea chilena perdura y los intentos recientes (2011) de la justicia por esclarecerlo han sido infructuosos.

La muerte de Allende

El presidente resistió los ataques aéreos y terrestres dentro de La Moneda, junto con un grupo de fieles colaboradores, hasta que efectivos militares lograron entrar en el edificio por una puerta lateral. La guardia de Carabineros, encargada de custodiarlo, ya se había pasado a los golpistas. Cuando los militares ocuparon la planta baja, Allende instó a sus colaboradores a rendirse. Eran las 13,30h.

Oscar Soto, médico personal del mandatario, que ya se había entregado, escuchó una ráfaga de metralleta y ya no volvió a ver a Allende. Cuando el comandante Roberto Sánchez – otro fiel colaborador del presidente- entró al salón donde estaba el cuerpo de Allende, lo encontró con un fusil automático AK-47 dirigido a la mandíbula, pero puesto en tiro a tiro –es una de las incógnitas que queda por aclarar: la metralleta estaba puesta tiro a tiro y lo que se escuchó fue una ráfaga-.

El 23 de mayo de 2011, a petición de la fiscalía, su cadáver fue exhumado para revisar las causas del fallecimiento. El equipo internacional que examinó el cuerpo confirmó que Allende se suicidó.

Salvador Allende se había convertido en el líder natural de la izquierda chilena desde mediados de los años cincuenta.

El papel de Estados Unidos

La masiva desclasificación de documentos estadounidenses sobre el golpe de Estado en Chile en 1999 y el año 2000 confirmó la responsabilidad de Washington en el derrocamiento de Allende. Los documentos de la CIA, el Pentágono, el departamento de Estado y el FBI señalaron que desde la elección de Allende en 1970, el entonces presidente Richard Nixon autorizó al director de la CIA, Richard Helms, a socavar al gobierno chileno por temor a que el país se convirtiera en una nueva Cuba.

De hecho, la agencia realizó operaciones encubiertas en Chile desde 1963 a 1975, primero para impedir que Allende fuera electo –sobornando a políticos y legisladores-, luego para desestabilizar su gobierno y, tras el sangriento golpe, para apoyar la dictadura de Pinochet.  Los documentos también revelaron que la CIA pagó 35.000 dólares a un grupo de militares chilenos implicados en el asesinato, en octubre de 1970, del general René Schneider, comandante en jefe del Ejército y leal a Allende.

Las víctimas

El Estadio Nacional se convirtió en el mayor campo de detención, cerca de 30.000 partidarios de la UP fueron hechos prisioneros, torturados y muchos asesinados, entre ellos el cantautor Víctor Jara. Según el
informe Rettig (1991), murieron a causa de la violencia 3.196 personas, de las que 1.185 fueron detenidos políticos desaparecidos, de las que pocos han sido encontrados e identificados. Pero estas cifras son de muertos y desaparecidos comprobadas meticulosamente tras las denuncias recibidas por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, creada en 1990. Otras fuentes elevan las cifras significativamente.

La última víctima ilustre de aquel luctuoso septiembre chileno fue el laureado poeta Pablo Neruda. Falleció el día 23. El funeral se convirtió en la primera manifestación contra la Junta Militar. Su fallecimiento es paradigma del dolor por el golpe militar y el fracaso del socialismo a la chilena que él tanto defendió.

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