La libertad de expresión y el beneficio empresarial

prensaA la pregunta de si recuerda dónde estaba usted cuando mataron a Kennedy, el director de cualquier periódico madrileño que se precie respondería hoy en día invariablemente y con orgullo: “Por supuesto, en una tertulia”. En el trance de ‘vender’ su periódico a los lectores, algunos pasaron a convertirse ellos mismos en su propia mercancía, generando una gran confusión que explica por qué su indemnización por despido acaba superando con creces al valor en el mercado del propio periódico “que tan dignamente dirigen”. Por otra parte, ninguna clínica privada admitiría que el cirujano se dedicara a explicar al paciente los pormenores de las facilidades de pago de una intervención quirúrgica, pero algún malentendido ha provocado que existan responsables de medios de comunicación escritos volcados durante buena parte de la jornada laboral a desmenuzar las bondades de su plataforma digital. Ya antes, se había confundido el periodismo de investigación con las comidas de trabajo y la pesquisa informativa, con los partidos de padel en compañía de la autoridad competente.

Todo periodista recuerda la figura del quien el inoculó el anhelo de serlo y también la del que provocó que alguna vez lamentara haberlo conseguido. En este país, no hay ídolo con pies de barro no haya sido presentado en sociedad de la mano de las cabeceras de la prensa nacional, de Baltasar Garzón a Mario Conde, pasando por Rubalcaba en el papel de pérfido estratega o Aznar, en el de infalible estadista. Ítem su majestad el rey. Así nos va. La lista sería interminable si incluyéramos a los sucesivos ministros del Interior, sempiterno miembro del Gobierno mejor valorados por la ciudadaía durante la interminable actividad de ETA. A este fraude se le ha llamado periodismo independiente. Los hay incluso que entendiernon el periodismo entendido como esa variante de la gastronomía que se encarga de devorar a los otros tres. Sucede que adornarse con el adjetivo “insobornable” cuando acumulas pérdidas en millones de euros rebasa el terreno del malabarismo para adentrarse en el de la magia. En otras palabras: al menos en las cabeceras de tirada nacional, la Transición consagró la mutación del “periodista de raza” en “periodista de ‘Raza’”, la película de Sáenz de Heredia protagonizada por Alfredo Mayo. A partir de ahí, tener razón fue más importante que ser fiel a los hechos. El modelo fue viable en tanto la cuenta de resultados lo permitió y se despedazó en el pozo sin fondo de los intereses de deuda. Los límites de la libertad de expresión empiezan en el beneficio empresarial y terminan cuando pierdes 200 millones de euros en un año y otros 500 al siguiente.

AM

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