Calatrava como metáfora (y representación)

Sin títuloAlgunas obras de este arquitecto se han convertido en símbolo de una época de despilfarro (y en adelantado de otras chapuzas similares que han hecho algunos de sus colegas estrella)

El arquitecto Santiago Calatrava es el mejor reflejo –pero no el único-de los aires de grandeza provocados por los espejismos políticos de otros tiempos y de los que vuelven a venir. Un valor español triunfaba en los cinco continentes con sus faraónicas y vistosas obras; y las Administraciones públicas domésticas disponían de dinero suficiente para erigir puentes, museos y palacios (además de la presunta desviación de una parte a algunos de sus bolsillos) con los que dejar una huella indeleble y pasar a la historia (nefanda).

Dos hitos representativos. En 1999, Calatrava recibía el Premio Príncipe de Asturias por sus proyectos, de un gigantismo ingrávido que inflamaba los espíritus patrios; pero en febrero de 2014 ha sido condenado a pagar una indemnización de 2,96 millones de euros por estrepitosos fallos, entre los que se cuentan el derrumbe del alero del Palacio de Congresos de Oviedo, la misma ciudad en la que recogió su galardón 15 años atrás. En medio, claro está, Calatrava ha ido perdiendo su reputación a golpe de carencias estructurales, sobrecostes y denuncias.

Los pleitos abiertos son importantes: tres puentes en Holanda, que han tenido que ser reparados por oxidación; goteras y humedades en la bodega de Ysios (Álava); una demanda del Ayuntamiento de Venecia por una pasarela cuyo suelo deslizante la hace peligrosa y Bilbao… Lo peor, sin embargo, es el escándalo que le persigue en su propia tierra, Valencia. La denuncia de pagos fantasma a Calatrava por parte del expresident (imputado como se dice ahora) Francisco Camps fue el detonante para que el arquitecto (y su dinero) abandonara España y se refugiara en Suiza. Ahora, el Gobierno valenciano que tanto se quisieron y beneficiaron, le pide una indemnización por los desperfectos del Palau de les Arts y unos conciudadanos han abierto una página web (calatravatelaclava) que el arquitecto trata de cerrar acudiendo a la justicia.

MARCOS BALFAGÓN

 

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