El fulgor (o furor) y la (mala) sangre (que nos hacen)
Ayer fue mi primera vez y casi me da un poco de vergüenza, a mis años, confesar que no había pisado en toda mi vida el edificio del antiguo y precioso Casino ni para pagar una multa. Ni qué decir tiene que tampoco se me había ocurrido asistir como espectadora a un Pleno del Ayuntamiento donostiarra, quizás porque no soy apenas morbosa, quizás porque no me gustan los políticos ni mirándolos desde el patio de butacas.
Pero ayer tocó; las reivindicaciones de los vecinos de Amara Berri suplicando primero, exigiendo el cumplimiento de promesas después, para que se suprima la variante de la Autopista que cercena el barrio atravesando la Avenida de Carlos I y convirtiéndola en pista de ruidos, carreras, contaminación, me han alcanzado de lleno después de soportar –yo también como vecina- durante 42 años, este despropósito urbanístico y me sumé a la Asociación de Vecinos que se presentó en el Ayuntamiento donostiarra a la una del mediodía, hora en que comenzaba el Pleno de los que gobiernan esta ciudad.
¡Qué bonitos me parecieron los salones, qué “marco incomparable” para elucidar los asuntos prioritarios del municipio! A la entrada del gran salón, un policía municipal, bolígrafo en mano, tomaba datos de los carnés de identidad de los asistentes con la parsimonia de quien sabe que no hay prisa, que los asuntos de palacio van despacio.
No había visto nunca al Alcalde ni a los concejales de cerca. Me parecieron muy normales, como de andar por casa; una concejala mascaba chicle (pero no hacía globos), otros tomaban café o se levantaban a atender llamadas por el móvil. Los más bebían agua que se servían de sendas jarras (igual hasta era agua del grifo) y los que hablaban por el micrófono esgrimían sus palabras ora como alfileres ora como espadas para lanzarlas a los que tenían enfrente. El Alcalde, hierático en lo que yo vi, sonreía impasible –aparentemente- ante lo que debían de parecerle soflamas más que discursos bien atemperados.
Íbamos pertrechados de pancartas reivindicativas o admonitorias, hartos ya de tanta promesa por parte de Diputación y tan poco apoyo por parte del Consistorio. Miles de vecinos del barrio de Amara Berri tenemos tanto derecho a que se nos atienda como los trescientos cincuenta de otro barrio que, con tan magra participación, ha conseguido la “independencia”. Porque nosotros no queremos desgajarnos de la ciudad, sino INTEGRARNOS en ella, como Donostiarras de Pleno Derecho. Queremos que nuestro barrio deje de estar partido en dos por un mamotreto de autopista que nos vuelve a todos locos por el ruido, la incomodidad y, sobre todo, nos separa del resto de los vecinos, de la “vidilla” del barrio, nos impide la convivencia a base de pasadizos por debajo de la autopista y muros y paredes en vez de árboles.
Esta reclamación justa, educada, atemperada y legal lleva en marcha más de DIEZ AÑOS, en los cuales, diversos gobiernos municipales han apoyado ante Diputación la eliminación definitiva de la Variante de Carlos I, siendo ésta, la Diputación, la que ha ido “toreando el toro” por unos intereses que, obviamente, se nos escapan a los ciudadanos que habitamos en el barrio de Amara Berri.
Allí les dejamos a nuestros ediles, después de que votaran por unanimidad crear una Comisión (OTRA Comisión) para… para lo que sea y que Dios nos asista a los ciudadanos que tenemos una Corporación que se reúne a la una del mediodía para poder llegar a su casa de madrugada después de haber solucionado mal que bien los problemas de nuestra querida Donostia-San Sebastián.
Volví a casa con una sensación extraña; no sé… como de haber asistido a una sesión de circo que me había provocado más ganas de llorar que de reir…
En fin.
2014 enero 31 por Cecilia Casado
O sea, que Garitano mintió como un bellaco cuando dijo a los vecinos que no se preocuparan, que había partida presupuestaria para ello. ¿Dónde está el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Donostia para exigir al de la Diputación que haga lo que tiene que hacer? Donostia está perdiendo mucho debido al trato que recibe de la Diputación y a que el ayuntamiento no hace nada para evitarlo (deudas que la Diputación no abona al Ayuntamiento, incumplimiento de condiciones en traspasos de viales, etc.)