«Diles que no me maten. Vete a decirles eso, anda» Juan Rulfo

IONMIGRANRESpor Manuel Rivas

No llegan ya los dedos de las manos para contar los muertos en la valla fronteriza del Tarajal de Ceuta, el cementerio de lo invisible.

Mientras se producía la tragedia en las alambradas del Sur, se reunían en Cracovia los ministros de Interior de los seis países más poderosos de la Unión Europea. El de España, entre ellos. Leo y releo el despacho de agencia que da cuenta de los resultados de la cita, convocada para reforzar las fronteras europeas, «con el objetivo de mejorar la lucha contra el terrorismo internacional, la inmigración irregular y la delincuencia organizada».

No acabo de entender qué pinta ahí la inmigración, emparedada entre el terrorismo y la delincuencia. No es un detalle formal, de redacción de la noticia. Las declaraciones de los ministros van en esa línea, metiendo todo en un mismo saco. Lo único que tiene en común un inmigrante con un terrorista o un mafioso es el ser tratado, cada vez más, como un asunto de policía.

La inmigración no es el problema. El problema está en la política mugrienta que ofrece a la opinión malhumorada un churrasco de miedo con la especie picante de una «avalancha» africana.

El miedo de verdad es el menú que come el inmigrante. Esas personas no pueden seguir siendo tratadas como alimañas al acecho. Muchas ya están marcadas por las cicatrices de las concertinas que coronan la empalizada. Para el Imperio Romano, Júpiter Término era el dios de las fronteras al que se rendía culto con sangre. La Unión Europea es la principal vendedora de armas a los países africanos y muchos inmigrantes huyen de regímenes o de facciones que utilizan esas armas. Mientras, se han eliminado gran parte de los proyectos de cooperación.

Los inmigrantes no son un peligro. En su maleta vacía traen la materia prima que más necesita Europa: agallas y esperanza

4 comentarios en “«Diles que no me maten. Vete a decirles eso, anda» Juan Rulfo”

  1. Vi en la tele a varios tíos de espaldas, con casco y con las patas abiertas, al borde del mar. Miraban, impávidos, cómo braceaban en el agua, casi en la misma orilla, unas personas exhaustas, moribundas. Que los del casco son asesinos lo tendrá que decidir un juez. Como tantas tragedias evidentes. Porque hay que conseguir llevaros ante un juez.

    Un juez más, en esta vida nuestra convertida en querella, en este Estado nuestro convertido en un permanente tribunal. Lo que ya sabemos es que no sois buenas personas. Que sois malos. Eso no nos lo tiene que decir ningún juez. Lo vi yo misma. Por la tele, sí. Como tantas otras cosas. Tantas cosas que parece que no son, solo porque a través de una pantalla aparentan irrealidad.

    Esa imagen, un mar gris de fondo donde se movían apenas unas manchas negras, un mar gris recortado por las siluetas de esos hombres de espaldas. Me recordó la carpeta de un disco. Alguna de esas fotos inquietantes de las carátulas. Imágenes ficticias. Me puse a llorar viendo las de la tele. Buenista. Decidlo como un insulto. Malistas.

  2. La policía española se está comportando como un cuerpo represor autoritario. En los últimos quince días han provocado un ictus a una señora de 56 años, han fracturado brazos, detenido periodistas, sacado a chicas de bares a rastras, desahuciado y detenido a un enfermo crónico con discapacidad total. Cuando la gente se ha manifestado contra esta escalada, la respuesta ha consistido en más represión.

    Ayer mismo se volvió a comprobar cuando entraron por la fuerza en un centro social del PCE, llevándose dos detenidos, y a las pocas horas irrumpían en una protesta pacífica para detener a otra persona.

    El pasado 6 de febrero la Guardia Civil disparó balas de goma, botes de humo y cartuchos de fogueo contra personas que trataban de cruzar la frontera en Ceuta. Al menos 9 de estos migrantes han muerto ahogados según Interior, aunque la cifra podría subir a 15. Tras ir desvelándose diversas manipulaciones y mentiras oficiales, el ministro Fernández Díaz ya admite que se dispararon balas de goma “sobre el agua” mientras nadaban. Aún queda mucho por aclarar.

    Todo ha sucedido en apenas días. Si ampliamos el análisis, el retrato no deja de estremecer. Detenciones arbitrarias, cargas indiscriminadas, destacamentos para desahuciar familias, redadas racistas, pelotazos con resultado de muerte y pérdida de ojos, condenas por abusos policiales y torturas seguidas de indultos. Suma y sigue.

  3. El asunto es contradictorio y muy político entre África y Europa que no saben alcanzar el fin las personas de alta política implicadas ,y a nivel local de esas ciudades fronterizas y de esos policías decir que ellos cumplen con su misión y responsabilidad, y desde un punto de vista domestico a cuantos indigentes dejamos acercarse a nuestras urbanizaciones y domicilios con las puertas cerradas, al mínimo síntoma o sospecha llamamos a cualquier cuerpo de seguridad. virtutas simúlate. Hipocresía fariseísmo.

  4. No te falta razón Baltasar, sin embargo creo que son dos planos distintos: el Estado (democrático) debe facilitar, potenciar, los derechos humanos y ser especialmente sensible a esas personas (no hay mas que verlas)

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