2 comentarios en “Para los que no tienen ni burro, que van a pie, que no tienen voz”
El libro de Gabo
Lejos de ser un intelectual que escribió garabatos sobre ciudades letradas que miran con desden al campesinado en América Latina, nuestro compañero Gabriel García Márquez escribió en lengua de pueblo, nos escribió a nosotros, los que nos reconocemos pobres sin miedo al menosprecio que les suscita nuestra pobreza a los oligarcas y los que aparenten serlo. Pero al develar la poesía descomunal que aflora en el entorno y la humanidad de los más pobres de América, Gabo articuló también, el origen de nuestro despojo. Nos dio vida sobre papel para que el mundo escuchara a la aldea de donde todos venimos, Macondo, y pusiera en evidencia lo concreto de nuestra violencia, ya que lejos de vivir envueltos en magia (o realismo mágico), somos seres empecinados en seguir viviendo a pesar de la embestida de muerte que fomenta el continuo proyecto colonial sobre nuestras tierras y nuestros cuerpos
Contar… contar… contar… Eso hace Elena Poniatowska desde hace 60 años. Y eso mismo hace tras subir cinco escalones, dar siete pasos, otros ocho escalones, dos pasos y un escalón más, para convertirse en la primera mujer en subir al púlpito del paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares para dar su discurso de aceptación del 38º Premio Cervantes de Literatura. Y rompe doblemente la tradición: su traje autóctono y sus palabras, donde más que el autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha o el mismo Quijote, anduvo Sancho Panza.
Una periodista de a pie encaramada en lo más alto de las letras en español. Y haciendo gala de su mexicanidad: autóctono vestido rojo de adornos amarillos con un faldón rematado en encaje blanco y como pendientes el recuerdo y la magia de los pescaditos de oro que hacía y deshacía el coronel Aureliano Buendía al final de sus días, por la gracia de Gabriel García Márquez. “Antes de Gabo éramos los condenados de la Tierra. Pero con sus Cien años de soledad le dio alas a América Latina. Y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve y hace que nos crezcan flores en la cabeza”.
Contar… contar… contar… Es el verbo preferido de Elena Poniatowska. Es su verbo natural. Y eso hace para contar un trocito de zonas en sombra de América Latina. Con el asombro ante el silencio y el olvido vivido por las mujeres y los más pobres y quienes deben migrar en busca de mejores oportunidades. “Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo pedía María Zambrano, ‘ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas”.
Zinko Martos
Lejos de ser un intelectual que escribió garabatos sobre ciudades letradas que miran con desden al campesinado en América Latina, nuestro compañero Gabriel García Márquez escribió en lengua de pueblo, nos escribió a nosotros, los que nos reconocemos pobres sin miedo al menosprecio que les suscita nuestra pobreza a los oligarcas y los que aparenten serlo. Pero al develar la poesía descomunal que aflora en el entorno y la humanidad de los más pobres de América, Gabo articuló también, el origen de nuestro despojo. Nos dio vida sobre papel para que el mundo escuchara a la aldea de donde todos venimos, Macondo, y pusiera en evidencia lo concreto de nuestra violencia, ya que lejos de vivir envueltos en magia (o realismo mágico), somos seres empecinados en seguir viviendo a pesar de la embestida de muerte que fomenta el continuo proyecto colonial sobre nuestras tierras y nuestros cuerpos
Contar… contar… contar… Eso hace Elena Poniatowska desde hace 60 años. Y eso mismo hace tras subir cinco escalones, dar siete pasos, otros ocho escalones, dos pasos y un escalón más, para convertirse en la primera mujer en subir al púlpito del paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares para dar su discurso de aceptación del 38º Premio Cervantes de Literatura. Y rompe doblemente la tradición: su traje autóctono y sus palabras, donde más que el autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha o el mismo Quijote, anduvo Sancho Panza.
Una periodista de a pie encaramada en lo más alto de las letras en español. Y haciendo gala de su mexicanidad: autóctono vestido rojo de adornos amarillos con un faldón rematado en encaje blanco y como pendientes el recuerdo y la magia de los pescaditos de oro que hacía y deshacía el coronel Aureliano Buendía al final de sus días, por la gracia de Gabriel García Márquez. “Antes de Gabo éramos los condenados de la Tierra. Pero con sus Cien años de soledad le dio alas a América Latina. Y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve y hace que nos crezcan flores en la cabeza”.
Contar… contar… contar… Es el verbo preferido de Elena Poniatowska. Es su verbo natural. Y eso hace para contar un trocito de zonas en sombra de América Latina. Con el asombro ante el silencio y el olvido vivido por las mujeres y los más pobres y quienes deben migrar en busca de mejores oportunidades. “Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo pedía María Zambrano, ‘ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas”.
Zinko Martos