Como en las grandes ocasiones, la sala Pagoa del Topa-Leku a tope.
El ayuntamiento viene convocando las reuniones de participación que considera importantes en la Casa de Cultura. Lá última, hacía tres semanas; en ella se anunciaba que venían el alcalde y las autoridades; Lantxabe aprovechó la oportunidad para recordar algunos compromisos con el barrio: Bosque de Miramón; plaza de Munto y avenida de Aiete; centro de salud; bidegorri y ascensor.
Quince días más tarde se hace esta convocotaria de urgencia pero se hace en un local más pequeño -menos conocido fuera del barrio- pero referencia reivindicativa, cultural y de compromiso, antes de que se hiciera el Centro Cultural. Se pensaba, probablemente, que era una reunión de trámite y con una asistencia menor a las que invitan con más solemnidad. El gobierno, a través del técnico de barrios, citaba, por “deferencia”, en la misma mañana del mércoles 2, a los autores de los tres proyectos técnicos más completos y a Lantxabe; no parecía muy interesado en conocer, de primera mano, los resultados del concurso de ideas y las aportaciones cualificadas del grupo de jóves técnicos -y vecinos- que, sin embargo, habían visto como sus ideas se exponían -mediante una detallada memoria y varios paneles- en Katxola y en la Casa de Cultura, en el verano y otoño pasados.
Por la tarde, todos, estamos citados en el Topaleku, en nuestra entrañable sala Pagoa. Como se ha dicho, el gobierno municipal no preveía semejante participación, desconocía el efecto multiplicador de la conmoción causada por el derribo del caserío y la implicación que la vecindad adquiere cuando se le facilita la participación en el espacio público; decenas de personas se convocaron dispuestas a conocer, aportar y criticar la propuesta municipal. (Este es nuestro modelo de compromiso ciudadano)
El ambiente era de expectación y de cierta perplejidad, causada por el hecho de que, al fin, el ayuntamiento hacía suyas las ideas del concurso; había pasado medio año. Al barrio se le había sometido a esa ducha fría que es el paso del tiempo. Y, como bien saben los que ejercitan el poder, llega un momento en que la gente, tras la decepción porque parece que lo hecho no ha servido para nada, se puede conformar con el mal menor, y pensar “más vale plaza en mano que sueños de plaza volando”.
El estudio previo, como reconoció Imanol Iturria, Jefe de Servicio de Proyectos y Obras del Ayuntamiento, es un débito al concurso de ideas que “por cuenta propia”, organizó la Asociación de Vecinos.
En efecto el proyecto inicial presentado se basa -evidentemente es una copia pero parcial- de la idea presentada por Lhaia, expuesta en sus paneles que conocemos y que han sido recogidos varias veces en esta página web. Es deudor también de la creación de Landakin. Y de Munto Itzala. Aunque de éstas últimas no coge su aspecto esencial que es “poner en valor los restos del antiguo caserío”, como rezaba el concurso de ideas.
Por cierto hechamos en falta que las autoridades, y el propio arquitecto, no reconocieran especialmente, como se merecen, estas aportaciones. Queda un regusto sobre si en eso consiste la “participación ciudadana”: aprovecharse de la “colaboración desinteresada” de las personas con este nivel de sensibilidad social.
A nuestro juicio, el estudio previo de Imanol, a pesar de tener presente y recoger muchas de las ideas presentadas al concurso, reduce la producción y los aspectos más ingeniosos de estos diseños mencionados. No estamos criticando al jefe de servicio, estamos apreciando que, tras medio año de tenernos a todos, incluidos Lantxabe, en posición de espera, se ha de sacar, de la noche a la mañana, el proyecto de plaza.
Tenemos este estudio y el compromiso municipales, porque convocamos el concurso. La convocatoria hizo despertar de su letargo a las autoridades. Aun y todo, con el concurso en marcha, las reticencias del gobierno fueron evidentes y, sólo al final del proceso, cuando a los concejales se les puso encima de la mesa la cantidad y calidad de las ideas elaboradas, estos asumieron la obligación de cumplir la palabra dada a los vecinos de Aiete, respecto a la plaza de Munto. Pero se tomaron también su tiempo, la recepción de los resultados del concurso de demoró hasta el 28 de diciembre. Se prometieron citas con los concursantes, que desembocarían en dos talleres con la vecindad a celebrar en el mes de febrero.
Todo este compromiso formal y de método incumplidos, se pretende sustituir por una protocaria cita con Lantxabe y una asamblea convocada de prisa y corriendo, sin apenas tiempo para la reflexión. Para algunos de los asitentes a la reunión en el antiguo Hogar del Jubilado, el estudio de Imanol Iturria, era una novedad, una atractiva idea, pero no debemos olvidar que en el concurso de ideas participaron casi cien personas. Cada una estudió las posibilidades de la plaza e hicieron su aportación; algunas de estas propuestas tienen amplio contenido y reflexión, tienen carácter integral, son técnicamente cualificadas, competentes y económicas. Y han sido el motor del proceso. No se les puede ningunear.
Sería un error -y un atropello autoritario- cerrar en falso el debate.
En la reunión pudimos ver que esa puede ser la intención de los concejales; en momentos, parecía una idea preconcebida: hacer estas dos reuniones, de mañana y tarde, y dar por zanjado el proceso tras la cita en el Topaleku. Después fiarlo todo al trabajo inmediato del arquitecto municipal; sometiendo así, a la vecindad, a la vieja táctica del palo y la zanahoria. Pero la plaza de Munto no es un regalo municipal. Tenemos plaza porque tenemos implicación ciudadana y esta colaboración ha sido posible por el concurso de ideas.
Fianalmente comprometieron Imanol, para el próximo día 11, a presentar tres ideas distintas sobre los tres puntos que ellos habían considerado como polémicos: el contenido de la bodega del caserío, los flujos de personas por la plaza y las señalética de la plaza.
Descartan el debate sobre la integración de la plaza en su entorno. Cortar el debate en seco es un error. Queremos debatir sobre el nombre de la plaza, la gestión del espacio público, su mantenimiento, el tráfico rodado circundante y si se deben descartar las opciones presentadas por Landakin y Munto Itzala, que daban más valor al recuerdo del caserío, y por Lhaia, que tenía una visión global de la inserción de la plaza en el centro del barrio.
La gente de Aiete (y de Egia y de Intxaurrondo y de todos los demás barrios), la gente en general, quiere vivir en una ciudad amable y no desaprovechar oportunidades como esta para que se vaya configurando un espacio público habitable, en el que convivan en armonía los diversos componentes de la ciudad, personas con hijos, personas mayores, chicas y chicos, conductores de vehículos de diferentes tracciones etc, dando prioridad al peatón, por cultura, salud pública y sostenibilidad. Y en este terreno Aiete tiene muchas carencias. Apostamos, a futuro, por la Avenida de Aiete y porque la Plaza de Munto sea el centro de esa Avenida.
Y mientra no se empiece a construir la plaza, mantenimiento urbano, en el plazo más breve, debe ponerse manos a la obra para evitar la escombrera en la que se está convirtiendo lo que queda de Munto