La foto recoge un momento de la reunión que se celebró en el Topaleku el pasado 2 de abril, para tratar sobre el futuro diseño de la plaza de Munto; asistieron más de cincuenta personas. Estaba precedida de un concurso de ideas que, aunque luego se le dejó enfriar, a lo largo del verano de 2013, participaron en él más de cien vecinos.
A la primera asamblea para repasar las reivindicaciones del barrio, -en el programa de los barrios y los pueblos- celebrada el 12 de marzo de 2014, con la presencia de tres concejales, (ver video de aquella reunión -14 de marzo- y foto editada en la entrada de esta web el 10 de mayo) la asistencia fue también importante.
En ambas pudimos hablar con libertad, con incitativa, con creatividad, hubo debate, atención, inventiva, respeto, educación.
A las siguientes ya asistieron menos personas y cuando el tutor-moderador ordena formar círculos y debatir en el orden que el propio moderador establece de antemano, muchos amigos se van y, desde luego, la asistencia a las siguientes citas fue ínfima (a la del 15 de mayo, asistieron 4 personas, y a la del 27 de mayo, 8). Aun con esa asistencia, como el procedimiento -según este tipo de moderación- está por encima del propio sentido de compromiso y participación, se votó y estas 8 personas, por obligación, decidieron cuáles son las prioridades de Aiete, previamente seleccionadas por el mencionado tutor.
En esta misma web, en la entrada correspondiente al 10 de mayo, Lantxabe hace 12 propuestas. Estas ideas han sido recogidas de las reuniones que se celebraron en la casa de cultura en el proceso anterior -octubre/noviembre de 2011-, en las citas que tenemos una vez al año con los responsables de mantenimiento urbano, en varias reuniones de Lantxabe con asistencia de entre 10 y cincuenta personas, son propuestas contrastadas desde hace años entre la vecindad. El tutor-moderador consideró que ninguna de ellas eran objeto de atención.
La democracia, la democracia participativa tampoco, no puede cosificarse con normas que impidan que la gente pueda expresarse con libertad. Las prioridades del barrio no pueden decidirse en los despachos de los técnicos municipales, aunque procedan de “barrios y participación ciudadana”; no puede considerarse que una asistencia tan exigua decida lo que necesita el barrio. Lo que se vota es un derecho ciudadano, no un juego. En las reuniones asamblearias no se pierde tiempo, no se ahogan las intervenciones de los más tímidos, al contrario es de esas reuniones plenarias de dónde la gente sale no sólo con más ideas, también con más impulso, con más ganas de colaborar, de unir fuerzas, con más genio creador.
La manía de asociar participación ciudadana con círculos reducidos sometidos a procedimientos pueriles y candorosos, lleva al fracaso; porque la gente es mayor de edad y no necesita de esas tutelas artificiosas y simples. Y además la empresa que se dedica a organizar este tipo de juegos inocentes le costará una pasta al ayuntamiento.