Algunas claves del éxito de Podemos en las elecciones europeas

1Jóvenes, politizados y camaleónicos

Quizá lo más llamativo del último barómetro publicado por el CIS sea la consolidación electoral de Podemos. De acuerdo con este barómetro, Podemos es la segunda fuerza política en intención directa de voto (11,9%, a menos de un punto de distancia del PP), y sería, según la estimación del CIS, la tercera fuerza en caso de celebrarse elecciones, con el 15,3% de los votos. De ser así, Podemos obtendría, con mucha diferencia, el mejor resultado de un “tercer partido” desde la restauración de la democracia (el récord lo tiene hasta el día de hoy el PCE, que obtuvo en las elecciones de 1979 el 10,8% de los votos).

Ha pasado todavía poco tiempo desde la irrupción de Podemos, pero son ya varios los estudios demoscópicos que parecen confirmar la solidez del apoyo electoral a esta formación, más allá de la sacudida que supuso el 25M. A partir de este último barómetro de Julio y de la información que nos da la encuesta postelectoral del CIS (de la que ya están disponibles los microdatos), trato aquí de indagar en las claves del éxito de esta formación.

1. Podemos ocupa un nicho de votantes abandonado por los partidos tradicionales.

En un artículo que escribí antes de las elecciones llamaba la atención sobre el fuerte componente generacional de la orientación del voto de los españoles en la actualidad. Allí decía que el PP (el PSOE también, pero en menor medida) se ha convertido en un partido con un electorado muy envejecido. La encuesta postelectoral del CIS lo confirma: dos de cada tres votantes del PP tienen más de 50 años. También hablaba de la desmovilización de los jóvenes, que parecían poco interesados por la convocatoria electoral y mostraban una menor afinidad con las formaciones políticas existentes. Pues bien, Podemos parece haber logrado penetrar con enorme éxito en este “nicho” de electores abandonados por los partidos tradicionales: aunque más de dos tercios de los votantes el 25M tienen más de 40 años, la mitad de los votantes de Podemos no han cumplido esa edad. El gráfico muestra la intención directa de voto por grupos de edad en el Barómetro de Julio, y muestra con claridad las enormes diferencias en preferencias partidistas por grupo de edad.

No hay aquí espacio para discutir sobre las causas de este enorme efecto de la edad en la intención de voto, pero no parece descabellado pensar que las consecuencias distributivas de la crisis entre diferentes segmentos de la población hagan a los jóvenes más receptivos a los mensajes de nuevos partidos abiertamente críticos con el orden político y económico existente.

2. La solidez de Podemos: sus votantes están politizados.

Alguien podría pensar que el voto a Podemos ha estado inflado por la naturaleza de unos comicios -las elecciones al Parlamento Europeo- en el que los electores son particularmente proclives a mandar mensajes de castigo a los gobernantes. También podría ser que la popularidad de Podemos comience a caer a medida que se difundan mensajes críticos con la formación (por motivos obvios, prácticamente inexistentes antes del 25M). Si así fuera, el entusiasmo con Podemos de una parte del electorado podría desplomarse en cualquier momento.

Creo que hay motivos para ser escéptico respecto de estos argumentos, al menos en el corto plazo. Si uno observa con detalle la encuesta postelectoral del CIS, es posible detectar que el votante a Podemos es un elector muy informado, muy politizado, y muy “socialmente conectado”. Puedo equivocarme, pero no es el tipo de votante que gira bruscamente de afinidad partidista de una elección a otra.

Entre personas de la misma edad, con similar nivel educativo, y que residen en municipios de igual tamaño, los más informados y más “socialmente conectados” siguen siendo significativamente más proclives a votar a Podemos.

Alguien podría decir que este perfil de votante informado y conectado será más sensible a la recepción de nueva información y por tanto menos leal a las siglas de un determinado partido. No es lo que nos dice la literatura politólogica, pero puede que así sea. Otra forma de interpretar estos datos (y a mi juicio más plausible) es que estos votantes tienen ya construido un discurso relativamente sólido sobre lo atractivo que es votar a Podemos, y disponen de fuentes de información autónomas y por tanto menos permeables a los mensajes de sus rivales políticos. Veo difícil que vuelvan la espalda a su partido en las próximas contiendas electorales.

3. El atractivo camaleónico de Podemos.

Podemos se beneficia del hueco generacional dejado por los partidos establecidos y de la solidez que genera tener votantes informados y politizados. Pero la principal clave del éxito de Podemos es que logra ser atractivo para sectores muy diferentes de votantes. Desde las elecciones de Mayo venimos discutiendo sobre si Podemos atrae o no a los sectores más castigados por la crisis (creo que las principales conclusiones que saqué aquí usando datos agregados siguen siendo esencialmente válidas, aunque seguramente deban ser matizadas; volveremos sobre ello después del verano). Quizá parte de esta controversia se debe a que Podemos atrae a sectores de población diferentes (algunos particularmente castigados por la crisis, otros no tanto), que tienen en común su descontento genérico con la situación económica y política actual.

El descontento con el estado de la economía y con el funcionamiento de las instituciones (algo de lo que sin duda se nutre Podemos, como muestra el gráfico 3) es en España mucho más transversal que cualquiera de las ideologías de los partidos tradicionales. Y esto otorga a Podemos una gran ventaja respecto a sus rivales en las urnas. Es esto lo que seguramente explique la particular forma que toman las percepciones ideológicas sobre Podemos, que son “camaleónicas”, por usar el término que usó por primera vez Lluís Orriols al hablar de esta peculiar característica del electorado del PP (según Orriols, el PP disfruta de una enorme ventaja al lograr ser percibido como muy conservador por los votantes muy conservadores, y como muy moderado por los votantes moderados). Podemos goza también de este enorme privilegio: es percibido como muy de izquierda por los muy de izquierda, y como sustancialmente más moderado por los más moderados. Es el único partido de izquierda “camaleónico” (al resto les pasa lo contrario, son percibidos como más moderados por los extremistas, y por más extremistas por los moderados).

La pregunta, claro está, es por cuánto tiempo logrará mantener Podemos esta transversalidad entre sus apoyos. ¿Se acabará este camaleonismo cuando la opinión pública conozca mejor sus propuestas concretas? ¿Aparecerán conflictos dada la heterogeneidad de intereses entre sus bases electorales? De hacerse esos conflictos visibles, ¿alienarán a los que hoy son sus votantes, o pesarán más aquellos elementos que los mantienen hoy unidos? Preguntas apasionantes para el nuevo curso político.

Feliz verano allá donde estén.

José Fernández-Albertos

07/08/2014

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