La seña de identidad de los graffiteros es la pasión por el arte, la belleza de las formas, colores y la creatividad por encima de cualquier remuneración económica. Se dedican durante años a la creación de proyectos artísticos sin compensación económica. Han ido consiguiendo a lo largo de los años, que espacios vacíos, fríos y sin alma, hayan sido el centro de atención de todas las miradas, aportando interés y belleza estética, haciendo así del mundo, un lugar mas agradable y atractivo para los sentidos.
Además disfrutan de lo que hacen.
Sin embargo, el caso de SiGaT es otro.
Últimamente hemos visto alguna pintada en Aiete como la de la fotografía.
Parece que al que escribe sigat sólo le mueve el narsicismo de verse escrito en la pared, pero la pared no reconoce en esa pintada nada artístico, al contrario espanta a la mirada, produce rechazo y además quien pinta de esa forma las paredes puede estar cometiendo una falta o un delito. En el primer caso el daño producido no debe suponer un gasto superior a 400 euros. En el segundo supuesto, la cuantía económica del daño superará los 400 euros. En ambos casos, la pena se impondrá vía judicial. Además de esta sentencia, se hace frente a una responsabilidad civil por los daños acaecidos.
La restauración y limpieza de las pintadas es un proceso costoso y nada sencillo. Si se trata de un fachada de mortero, la mejor forma de llevar a cabo esa limpieza es picar la pintura de la pared para quitar ese graffiti. El gran problema es si se hacen pintadas en edificios de piedra porque aunque se limpie siempre queda una traza. El proceso, para no dañar el monumento, se debe llevar a cabo con chorro de vidrio micronizado, consistente en una técnica realizada por especialistas. Por este motivo es muy costoso.
Y si se deja la proliferación pintadas en la ciudad, cuando se acometa la limpieza de todas ellas, supondrá una cuantía económica muy grande.
Esas mismas siglas «SiGaT» están pintadas por toda la ciudad.
No hace falta ser Sherlock Holmes para sacar la conclusión de que la persona que se dedica a manchar, embadurnar y guarrear los muros y paredes no es precisamente un crío, es decir que sabe el daño que hace