El búho del Bosque de Miramón tenía fama de ser el animal que más conocimientos tenía y el más sensible a los cambios que se producían en el parque.
Además, podía recordar todos los nacimientos y fallecimientos entre los habitantes del hermoso bosque en el que vivían, así como avisar con antelación a sus compañeros del inicio de cada nueva estación, y estaba atento a las excavadoras intrusas.
Pero el búho se encontraba triste.
Primero porque veía que los de siempre -los que se habían apropiado del monte- se querían cargar el Bosque. Y, segundo, porque ya se iba haciendo mayor y sus facultades se iban viendo mermadas. Su memoria ya no era tan prodigiosa como antes e incluso se había dado cuenta, con desolación, que cambiaba unas fechas por otras. Así que se sentía solo y apartado del resto de animales porque ya nadie acudía a preguntarle por tal o cual evento en el bosque. Y además daban por hecho que el Bosque quedaría comido por el hormigón, el atropello y el despotismo de la tribu de los humanos ambiciosos.
Llegó a oídos del pájaro sabio -en la foto- lo que le estaba pasando a su amigo el búho, y se fue donde él a visitarlo. Se lo encontró dentro del hueco de uno de los robles del «botánico», cerca de las Torres de Arbide, avergonzado y escondido. Acercándose a él le dijo:
-“He oído que no te encuentras bien y he venido a que me digas lo que te pasa”
“¡Ay, amigo pájaro! Se cargan el Bosque irremisiblemente. Veremos si la vecindad nos ayuda a lo que parece inevitable, pero, además, ya no sirvo para nada. Mi memoria ya no es como antes y tampoco tengo la rapidez para avisar en el Bosque de la llegada de cada máquina depredadora, de la gente dañina, de las acciones nocivas. Me retiro, me alejo, me despido, estoy cansado de soportar tanta agresividad , insensibilidad, incultura», le respondió el búho.
El pájaro se sonrió y le dijo:
-“ Todo lo contrario, mi querido amigo”.
“Eres la referencia de la gente que viene al parque y, ahora tienes la oportunidad de ser un búho sabio de verdad, en vez de limitarte a pensar y recordar. Pasa de la cabeza al corazón y encontrarás en él la verdadera sabiduría. Tu corazón tiene los mayores tesoros que puedas desear, sólo tienes que escucharlo y sentir”.
Así fue cómo el búho salió de su tristeza y se sentó en lo alto del árbol a…sentir. Observaba lo que ocurría a su alrededor y escuchaba lo que su corazón le decía. .. Tenía ganas de abrazarse a los erizos, de besar a los perros que acudían a solozarse -y más cosas- por los caminos y se acercaba a sus viejas amigas las lechuzas a decirles lo que necesitaban para sentirse mejor. Disfrutaba de su privilegiado mirador contemplando las garduñas, erbinudeas, ipurtatsu, los conejos, los trikus, lursagus, ardillas, tejones, juguetear y correr por el bosque, entre caminos ocultos y errekas.
Al cabo de un tiempo, el búho se acercó al pájaro que se había preocupado antes por él y le dijo:
-“He venido donde ti a agradecerte lo que hiciste por mí. Gracias a ti ahora soy un búho sabio de verdad porque he comprendido que la verdadera sabiduría no está en saber muchas cosas sino en escuchar y sentir desde el corazón. Ahora no sólo no espero a la muerte sino que he vuelto a nacer, querido pájaro.”
“Y creo que conmigo, al Bosque de Miramón le espera un nueva y luminosa vida”