Por desgracia, ciertos poderes, apegados a la cultura del hormigón, se empeñan en presentar la defensa del medio ambiente como contrapuesta al bienestar económico. Esa visión está muy generalizada, incluso entre nuestros dirigentes. Y sin embargo, los sectores “verdes”, en los que Europa tiene una ventaja competitiva, están creciendo en torno a un 5% anual, con una gran demanda en países emergentes como China. En Holanda, el sector de la construcción se ha orientado hacia la reforma de edificios para convertirlos en casas de bajo o nulo consumo, y está creciendo exponencialmente desde que empezó la crisis. Volver a la cultura del hormigón, o penalizar la producción y uso de energías limpias, es un callejón sin salida.
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