En la nueva Metamorfosis de Kafka, para la derechona y asimilados, «veremos», etc, es Podemos, en lugar de Gregor Samsa, quien se trasforma en un gigantesco insecto.
Quizás, sin embargo, otra mucha gente ve en Podemos otro modelo de metamorfosis, el de Ovidio. A este imaginativo y activo grupo, surgido del 15M, se les representa como la recreación de la política de raíz popular y las historias de los héroes de la resistencia al austericidio
Aunque siempre queda en el camino algún Apuleyo, ese que narra las desventuras de un joven transformado mágicamente en asno. (Apuleyo, en esta ocasión, son los doctos economistas del Orden)
Sirvan estas metamorfosis celebradas en la literatura como introducción a las reacciones habidas con la presentación del programa económico de Podemos. La primera metamorfosis es que los mismos que les acusaban de ser bolivarianos, radicales y extremo izquierdistas han corrido ahora a imputarles los cargos de socialdemócratas y moderados. Ayer el problema era que prometían demasiado. Hoy el problema es que prometen poco.
La segunda metamorfosis es el corrimiento hacia el azul oscuro casi negro, de las corrientes políticas. Lo que antes era izquierda ahora es extrema izquierda, lo que antes pasaba por centro ahora pasa por izquierda y lo que antes se situaba a derecha ahora se sitúa en el centro. Lo demás se lo pueden imaginar. Ha tenido que presentar su programa Podemos para que por fin le dieran un entierro decente a la peligrosísima socialdemocracia.
Asistimos a un nuevo despliegue espectacular de luz y sonido para dejarnos claro lo radical que es, y peligroso e inviable, pedir un Estado del Bienestar universal, lo izquierdistas que son unos niveles de inversión pública que ronden la mitad del PIB, como en Alemania o Francia, lo fuera de la realidad que resulta aspirar a la jornada laboral de 35 horas o jubilarse a los sesenta y cinco; ahora resulta extremista reclamar una política fiscal progresiva, o defender que el Estado tenga un papel activo en la economía, con banca y empresas públicas y lo dicen los mismos que dicen defender la constitución que ni se han leído. Los prohombres con más fama de sabios entre los apocalípticos de la casta o de la caspa terminan acusando a, ni más ni menos, que Vicens Navarro y Juan Torres López, de ignorantes, y de que no tienen ni idea de economía.
Pero si esto fuera así ¿Por qué los bancos se empeñan en convertir las pensiones en su negocio si son insostenibles? ¿Por qué no paran de firmarse conciertos privados con la sanidad? ¿Por qué crece la educación privada si el Estado del Bienestar resulta tan inviable? ¿Por qué España es el país de la Zona Euro que más ha renunciado a los impuestos que gravan la propiedad de la riqueza: sucesiones y patrimonio?.
Una pregunta con retranca ¿Los medios dedicarán a los programas del PP o el PSOE el mismo nivel de análisis y exigencia que al de Podemos?
¿Se imaginan a Rajoy cuantificando todas y cada una de las medidas de su programa y explicándonos de donde va salir el dinero para las bajadas de impuestos que seguro prometerá?.
Maquiavelín Intertextual
En la historia de las corrientes de izquierda aparecen cíclicamente voces que enfrentan el dogma establecido. Podemos, la experiencia política que se ha convertido en una aplanadora política en España, parece haber asumido altivamente la herejía como parte fundante de su identidad.
Leer la novedad en Podemos necesita ir un poco más allá del tejido de referencias cruzadas a textos de Lenin, Gramsci o Laclau; o a los discursos de líderes como Evo Morales o Hugo Chávez que sus dirigentes utilizan de vez en vez. Lo herético, quizás, este en otra parte.
El 24 de Noviembre pasado en Lisboa, Pablo Iglesias brindó una conferencia en el marco de un encuentro organizado por el bloque del Parlamento Europeo de partidos de izquierda. En esa charla expuso lo que, para él, son los secretos que explican el éxito de Podemos. Cinco secretos irónicamente presentados como “fórmula mágica” que nosotros encontramos menos mágica que herética. Cinco desafíos al dogma que supo mal construir la izquierda a los que le sumaremos otros dos.
1. Jugar para ganar, acabar con el pesimismo
“Los pesimistas han incluso tratado de armarse de ciencia para explicar su postura: ‘no hay condiciones objetivas’ o ‘no hay conciencia de clase suficiente en este país”, dispara Iglesias. Hay que recuperar la ilusión, dicen en Podemos, hay que salir a disputar para ganar.
Y ganar significa usar un concepto tabú en la izquierda post caída del muro de Berlín: “En política no se gana con tener el mejor discurso, no se gana con tener más votos, sino con tener más poder”, dice Iglesias. La propuesta es gobernar España enfrentándose a los poderes económicos y políticos actualmente existentes en un contexto de reflujo de la movilización popular y, por si fuera poco, no fallar en las expectativas.
Para Podemos el optimismo de la voluntad se traduce en una cuestión de actitud; no es menor que el nombre de la organización sea “Podemos”, que las canciones de campaña repetidas como un mantra sean las que mencionan el “si se puede” o el “todo cambia”.
2. Laicismo
“La izquierda no puede ser una religión, con sus curas, sus rituales, sus Evangelios”, dijo Pablo Iglesias en Lisboa. Desde Podemos se animan a plantear algo que nunca fue del todo bien recibido por la izquierda tradicional: los valores de la bondad, la solidaridad y el veto a la especulación y al consumismo forman parte del sentido común de la gente.
Eso que el capitalismo tiene de reprochable lo entiende cualquier ciudadano trabajador. Para poder convertirse en interlocutores válidos de todos los que sufren por el sistema Podemos, dicen desde su dirección, debe volverse laico, abrirse a la posibilidad de incluir a los que no se sientan de izquierda.
Ser laico, y aquí la historia vuelve a mostrar su agudo sentido del humor, implica no tener miedo de aplaudir a Bergoglio, el mismo papa de la iglesia que no reconoce los derechos de las mujeres y está plagada de casos de pedofilia, claro, pero un Papa que fue al Parlamento europeo a denunciar al capital financiero y a la derecha xenófoba.
3. ¡Audacia!
En el marco de la profunda crisis económica y de régimen político que vive España, Podemos entiende que es el momento de la audacia. Pablo Iglesias en su paso por Bolivia describía esta clave cuando decía en una conferencia: “La audacia en política supone identificar esos pequeñitos momentos excepcionales en la que la diferencia entre un dirigente audaz y un dirigente mediocre es la capacidad de señalar a los culpables, de señalar a los enemigos, y decir: ‘Veis estos son los enemigos del pueblo (…) la crisis tiene culpables muy claros: tienen nombre y apellidos, y les podemos poner un nombre: casta”.
Audacia para usar como ejes de campaña elementos muchas veces descartados por las organizaciones de izquierda como la lucha contra “la casta” política, la corrupción y la idea del orgullo patriótico contra las imposiciones de los líderes de la Comunidad Europea.
4. Romper el tablero político
Quizás la más hereje de las herejías dentro de “la izquierda”, es aquella que pronuncian cuando sostienen provocativamente que Podemos no es, justamente, de izquierda. Pablo Iglesias ha repetido hasta el hartazgo que ellos no quieren verse encerrados en un rincón del espectro político para dirigirse solo a un público cautivo, sino que quieren “ocupar el centro del escenario”. Esta apuesta pone nerviosos a la mayoría de sus posibles aliados, quienes ven en estos planteos una indefinición grávida de claudicaciones y tibiezas.
5. Empatía
Pablo Iglesias presenta como uno de los secretos del éxito de Podemos una característica que, en general, no formó parte de ninguna resolución de ningún congreso en la historia de la izquierda clásica europea: los militantes de Podemos deben ser capaces de que la gente sienta empatía por ellos.
A fuerza de claridad conceptual, de explicar con ideas simples problemas complejos y de una alegría en sus prácticas militantes lograron convertirse en un espacio contenedor y cercano al trabajador y la trabajadora “de a pie”.
Las otras dos herejías:
6. La lucha es fundamentalmente mediática
Las calles, los barrios, los espacios de trabajo, incluso los diarios y revistas han sido el espacio clásico para la intervención de los activistas de izquierda.
Desde Podemos aseguran haberse concentrado en utilizar “el principal instrumento de sociabilidad política, en sociedades en las que hemos sido absolutamente derrotados, que son los Medios de Comunicación”. Para Podemos la lucha política pasa hoy por los estudios de televisión de unos medios hiperconcentrados y en manos de la alta burguesía.
Están convencidos que, aún en un medio “sumamente hostil” lograran hacer de cada ataque una fortaleza. Y, en rigor, la forma de intervención mediática de Podemos logró que los principales canales televisivos de cadenas privadas se cansen de invitarlos para conseguir picos de rating.
7. Cualquiera puede ser de Podemos
Ni pasar por un proceso de prueba en donde se es aspirante a ingresar, ni haber demostrado un cabal conocimiento de los mandamientos revolucionarios, ni ser un miembro reconocido de un espacio de lucha social; para ser parte de la vida interna de Podemos solo hace falta una conexión a Internet para registrarse en su página.
Los propios dirigentes de Podemos se encargan de tener sesiones de discusión en su Foro oficial (espacio llamado Plaza Podemos). Es más, las elecciones para la conformación de las listas de candidatos, así como para elegir miembros de la dirección de Podemos y la votación de documentos políticos ha sido realizado vía web.
Auto-organizar un círculo Podemos, su espacio de participación, es relativamente fácil, tanto en España como en el resto del mundo.
por Federico Araya y Lucas Villasenin
Miren quién le va a solucionar el problema catalán a Mariano. Cual Mesías redivivo, Pablo Pueblo (y que me perdone Rubén Blades por el robo) se llegó al territorio hostil para llevar a sus revoltosas gentes la buena nueva, que no era tan nueva, sino un calco de lo que lleva diciendo, por ejemplo, Patxi López desde antes de irse de Ajuria Enea. Las hemerotecas, o sea Google, les confirmarán que en más de dos y en más de tres mítines, el portugalujo ha soltado que hay que tender puentes en lugar de levantar muros, sin que se vinieran abajo los pabellones ni conseguir que a la prensa diestra -la de la casta con más solera- se le hiciera el tafanario pepsicola… bien es cierto que no tanto como con la otra frase que al unísono eligieron para titular: “No quiero que Cataluña (sic) se vaya de España”. Desde su tumba, Josep Pla se descogorciaba de la risa pensando lo atinado que estuvo al sentenciar que lo más parecido a un español de derechas era un español de izquierdas.
Hablando de izquierdas, me pregunto si la que se apellida autodeterminista, soberanista o independentista ha terminado de caerse del guindo respecto al fenómeno de la formación emergente. Tantas Fantas pagadas al simpático rapaz en tiempo no muy lejano, para que en cuanto se hace un hombrecín, le atice un cachete de escándalo al líder de la CUP, David Fernández, afeándole que un día se abrazó, qué delito, con Artur Mas.
Vizcaíno