En el retrato de la familia real, que el artista Antonio López ha tardado 20 años en pintar, se ha dado la vuelta al mito de Dorian Gray. En la novela de Oscar Wilde el protagonista vende su alma a cambio de permanecer siempre joven. En el pacto se establece que Dorian Gray podrá llevar una vida mundana llena de vicio y belleza. Las secuelas de los actos sórdidos que pueda cometer y la destrucción natural que comporta el paso del tiempo serán asumidas por su propio retrato de joven seductor, que se conserva intacto en la oscuridad de palacio. El pacto se cumple. Después de muchos años, cuando finalmente su retrato se revela, aparece en el lienzo la figura de un viejo decrépito y corrompido. Aquí ha sucedido lo contrario. Envuelto en la catástrofe social Dorian Gray ha envejecido en público ante la historia, ha soportado la decadencia y el descrédito, pero al descubrirse el cuadro aparece su figura juvenil tal como era en aquel tiempo feliz antes de que nuestros sueños fueran derrotados. Este retrato de la familia real no plantea un problema estético sino moral. No se trata de la imposibilidad física de detener en un punto el inaprensible fluido de la luz ni que después de 20 años no exista ningún rostro que al final no sea culpable de su propia degradación. Veinte años han sido suficientes para que la corrupción política y la crisis económica ocupen en el lienzo todo el paisaje de fondo. En pintura existe un principio fundamental: es siempre el espectador el que termina de pintar el cuadro. En este caso cada espectador, al ejecutar su retrato paralelo, sin duda podrá añadir sus propias caídas, sueños, miserias y frustraciones. La luz fugitiva del tiempo y de la memoria estará sometida a una dura prueba. Serán muchos, tal vez, los que se pregunten dónde está en ese cuadro el carro de heno.
Manuel Vicent 7 DIC 2014
Pocos cuadros han generado tanta expectación como La familia de Juan Carlos I, el lienzo de Antonio López. A lo largo de estas dos décadas de elaboración, las circunstancias en torno a la Familia han cambiado tanto que ya ni el Rey es el mismo. Por eso, LOC le ha propuesto al prestigioso artista pop Antonio de Felipe que se imagine el retrato actual de la Familia de Felipe VI. Además, deconstruimos la obra de López en 15 puntos que usted, tal vez, no conocía.
1 Quién fue el primer visitante. Se llama Juan y estaba de paso por Madrid cuando decidió presentarse el jueves a las nueve de la mañana en el Palacio Real para poder ser el primer ciudadano en ver en persona el famoso cuadro de Antonio López (la muestra abre a las diez). «Toda la exposición merece mucho la pena y éste es un magnífico colofón», explicaba a este suplemento a pie de obra el mismo jueves.
2 La primera sesión de fotos, en Nochebuena. El 24 de diciembre de 1993 Antonio López se trasladó con dos amigos al Palacio de la Zarzuela para realizar una sesión de fotos de los Reyes y sus hijos que duró más de dos horas. Las imágenes se tomaron en una de las estancias de paso de la residencia. Los resultados no satisficieron al pintor y pidió una segunda sesión.
3 La segunda sesión de fotos, en verano de 1994. El 9 de julio de 1994 se realizó una nueva sesión de fotografías, para la que la Familia Real se trasladó esta vez al estudio del pintor. Este segundo reportaje estuvo a cargo del fotógrafo de EL MUNDO Chema Conesa y es el que ha servido de base formal y compositiva para el lienzo. López hizo posar a los Reyes y sus hijos en dos poses diferentes: en un primer lugar con los Reyes sentados y sus hijos de pie, y después todos de pie.
4 El cambio de traje de la Reina Sofía. A Antonio López le pareció que no funcionaba bien el traje de la Reina Sofía y la hizo volver al estudio otro día con tres trajes más. A pesar de ese esfuerzo, la Reina aparece retratada con el primer vestido, un diseño de Margarita Nuez. Las fotos de aquel día las hizo el fotógrafo Joaquín Cortés.
5 La Infanta Cristina, ausente. La Infanta Cristina no estuvo presente en ninguna de las sesiones de fotos anteriores, posó después. El día en que Chema Conesa y la Familia Real se citaron en casa de Antonio López, Cristina estaba en Boston viendo cómo Italia eliminaba a España del Mundial celebrado en EEUU.
6 Trasladado tres veces de sitio. A lo largo de estas dos décadas, el cuadro ha sido trasladado varias veces de sitio. Mientras preparaba el lienzo, la tela estuvo en el estudio del pintor. En marzo de 2001, el cuadro fue trasladado al Palacio Real. El taller se instaló en la llamada Estufa Grande o de las Camelias, con amplios ventanales abiertos al Campo del Moro. El 28 de julio de 2010 volvió de nuevo al estudio del pintor, para ser trasladado una vez más al Palacio el 26 de abril de 2013. Allí se instaló un nuevo taller, esta vez en una sala con orientación norte y vistas a los Jardines de Sabatini.
7 Siempre con Velázquez de la mano. Es conocida la devoción de Antonio López por la obra de Velázquez.Durante sus últimos meses de trabajo, se acompañó de una monografía sobre el sevillano que estaba siempre colocada sobre una silla a modo de atril. También dispuso un espejo colgado frente al retrato, en un innegable juego visual que recuerda a Las meninas.
8 Su obra más grande (por tamaño). La pintura mide tres metros de largo por 3,39 de ancho. Es la obra más grande de Antonio López y las figuras están pintadas a tamaño natural.
9 El contrato no se firmó hasta 1997. El contrato con Patrimonio Nacional no se formalizó hasta el 30 de julio de 1997. En la cláusula segunda del documento se especifica el precio: 50 millones de pesetas.
10 Dos Reyes y cuatro Jefes de la Casa. «El retrato está un poco… desfasado». Durante el primer día de visitas a la exposición, el público comentaba una y otra vez el hecho de que la Familia Real retratada ya no tuviera nada que ver con la actual. Desde el encargo en 1993 hasta su conclusión en 2014, han pasado dos Reyes, cuatro Jefes de la Casa del Rey y cinco presidentes de Patrimonio Nacional.
11 Los artilugios usados para poder trabajar. Considerando que se trata de una tela de casi diez m2, el artista se construyó grandes plantillas individuales de tablex con patas y pegó sobre ellas fotocopias en color a tamaño real de cada personaje con la proporción exacta que iban a tener en el cuadro. Para fijar la persectiva, usó… un cordel.
12 Por qué no está la familia política. «Pensaba incluirlos alrededor del cuadro, pero pregunté y me dijeron que no de forma contundente», ha explicado el propio artista. La historia le ha dado la razón a quien le dio tal orden.
13 Zapatillas, estampados… las ‘travesuras’. Antonio López ha ensayado con varios elementos en la pintura. A la Infanta Cristina le ‘cambió’ las esparteñas por unos zapatos de tacón, y después por unos zapatos bajos. A la Infanta Elena le ha cambiado el estampado del vestido, antes mucho más florido. A la Reina le ha cambiado no sólo el traje sino la posición de las manos. Y en las paredes hasta hace poco había azulejos con pájaros azules que han ‘desaparecido’.
14 Sí se había visto antes. A lo largo de estos años, la prensa ha publicado fotos de cómo iba avanzando el cuadro. También algunos libros sobre el artista desvelaron los bocetos.
15 En octubre, la última pincelada. Aunque no lo firmó hasta el 5 de noviembre, fue el 9 de octubre cuando el pintor realizó la última pincelada. Fue en las sombras creadas sobre el hombro y el pantalón de don Juan Carlos, tras incorporar pocas semanas antes un reflejo del sol en la esquina superior izquierda.
El PSOE ha ido alejándose de su ideario de partida, y confluyendo con las ideas económicas y sociales de los partidos de la derecha (y en lo territorial). Y hasta tal punto me lo parece a mí que, a lo largo de estos años , el cuadro del ideario del partido se ha ido desfigurando tanto como el irreconocible Dorian Grey en el retrato que le hizo Basil Hallward, de la famosa obra de Oscar Wilde…