El cambio en Europa comienza en el Sur

alezLos votantes de Grecia y España pueden dar un vuelco a la política

Alexis Tsipras 16 enero 2015

El 25 de enero Grecia cerrará la puerta al pasado. La victoria de Syriza es la esperanza del cambio para el mundo del trabajo y de la cultura europeos. Desde la oscuridad de la austeridad y el autoritarismo a la luz de la democracia, la solidaridad y el desarrollo sostenible. Pero Grecia es solamente el inicio del cambio que viene por el Sur de Europa. Pronto veremos como también llega a España… La derrota de los patrocinadores políticos de la austeridad, la inseguridad y el miedo, de la corrupción y los escándalos comienza en nuestros países. Nuestros pueblos tienen el futuro en sus manos para abrir la puerta del mañana a gobernantes incorruptibles. Una nueva forma de hacer política para recobrar el futuro que nos han negado durante esta crisis. Por esta razón, la victoria del pueblo griego y de Syriza es el mensaje de un camino nuevo y prometedor para España. El sur sigue adelante, para cambiar Europa.

Europa ya no es víctima de la crisis. La crisis terminó donde comenzó, en Estados Unidos, gracias a la política monetaria y fiscal expansiva. Europa es hoy víctima de las políticas de austeridad impuestas por la Europa conservadora y por las decisiones insolidarias de la canciller Merkel. La gestión neoliberal de la crisis ha llevado a los países del Sur de Europa a un equilibrio políticamente inaceptable y económicamente insostenible. Sobrevivimos entre el estancamiento y el bajo crecimiento del PIB, entre la deflación, la elevada deuda, el alto desempleo y la pobreza que alcanza ya a cotas inimaginables de la población.

Hablar de salida de la crisis con tasas de crecimiento para la zona euro todavía muy débiles (0,8% en 2014 y 1,1% para 2015) sólo puede entenderse desde una visión de la política que ignora a los más damnificados por las políticas de austeridad.

Por esta razón, la lucha de nuestros pueblos para el cambio es la lucha del sentido común contra el fanatismo ideológico. Es la lucha de la dignidad contra la servidumbre.

Para nosotros, esta nueva normalidad de precariedad y de recorte de los derechos sociales que surge de la crisis y que es aceptada de manera acrítica por los poderes conservadores no es aceptable y nos motiva para propiciar el cambio que Grecia, España y el conjunto de Europa necesitan.

La victoria de Syriza representa un nuevo comienzo para la colaboración entre todas las fuerzas progresistas del Sur europeo al mismo tiempo que supone el freno a las políticas de austeridad que están detrás de la situación de estancamiento, de desempleo masivo y del sobreendeudamiento.

Es el comienzo también para restaurar la seguridad económica, alejar las prácticas corruptas que infectan a la política y para recuperar la dignidad de nuestros países. También para repatriar a nuestra juventud exiliada, la nueva generación de inmigrantes.

En esta nueva fase de la crisis, el Banco Central Europeo (BCE) tiene las llaves de Europa. La política de la flexibilización cuantitativa es una de las medidas necesarias para la salida colectiva y sostenible de la crisis en la que lleva sumida la eurozona ya demasiados años. Si se adopta, será bienvenida, a pesar de que para muchos llegue tarde. Sin embargo, para que sea eficaz, debe responder plenamente al espíritu del “haremos lo que sea necesario” enunciado por Mario Draghi. Esto significa que el programa del BCE deberá ser a gran escala, sin condiciones y sin excepciones. Es decir, debe incluir a todos los países que lo necesiten.

Pero la política monetaria por si sola no tiene la capacidad para sacar a Europa del estancamiento. Necesitamos con urgencia una política fiscal expansiva que impulse el crecimiento y la inversión; un New Deal europeo que dote de financiación a programas de inversión en sectores de alto valor añadido y un plan de reindustrialización que priorice sus actuaciones en aquellas economías con tasas de desempleo más elevadas. Por último, es imprescindible aliviar la carga de la deuda de manera coordinada a través de la creación de una Conferencia Europea sobre la Deuda, que tome como referencia la Conferencia de Londres de 1953 que facilitó la recuperación alemana en la posguerra. Una solución colectiva y socialmente sostenible para el sobreendeudamiento de la zona euro no debe entenderse, por parte de la canciller Merkel, como una medida asociada al riesgo moral; debería ser un deber moral.

El 25 de enero, la esperanza tiene patria. Y Europa tiene la brújula para el cambio.

Alexis Tsipras es presidente de Syriza y candidato del partido en las elecciones generales que se celebrarán en Grecia el próximo 25 de enero.

3 comentarios en “El cambio en Europa comienza en el Sur”

  1. Raul Manostijeras

    El partido de Pablo Iglesias ha irrumpido como un poderoso imán capaz de atraer a votantes radicalizados por la crisis y la corrupción y que participaron en la consulta en nombre del derecho a decidir pero que, según las encuestas, no se consideran independentistas, sino federalistas o autonomistas. La aparición de un posible receptor del descontento social situado fuera del campo nacionalista puede romper equilibrios establecidos y afectar especialmente a Esker Anitza, que nadie sabe quién son. Esto lo ha detectado el Euskobarómetro y, por otra parte, Podemos podría tener tantos escaños como ahora tiene EH-Bildu, que perdería un tercio de los suyos.
    Los de Podemos no consideran “prioritario” el tema de la independencia y que “no toman partido” sobre ella, limitándose a “habilitar espacios de debate para que el ciudadano decida”. Planteamiento que recuerda al de la inefable Euskadiko Ezkerra cuando teorizó que, una vez garantizado el autogobierno, el nacionalismo debería convertirse “en un asunto tan privado como la religión”. La práctica demostraría la sinsorguez del planteamiento

  2. Ferlosio dice “Mientras no cambien los dioses aquí no cambia nada”. ¿Estamos en ese momento? Nos lo tenemos que plantear. ¿Qué coño es eso de los mercados? ¿Desde cuándo los estados no son soberanos? A lo mejor no tenemos que ir contra los gobiernos sino contra los mercados… Dice Juan Karlos Izagirre que no puede hacer más de lo que hace y que está haciendo mucho; pero a la gente nos parece poco. Conclusión dígannos a quién hay que votar, si ustedes sólo son mensajeros, ¿quién tiene el coraje de ponerle el cascabel al gato?

  3. El dolor de Europa

    El drama en Europa está lejos de terminar. Una de las fortalezas de la UE es la vitalidad de sus democracias. Pero el euro despojó a los ciudadanos —sobre todo en los países en crisis— de cualquier decisión que ellos pudiesen tener sobre su destino económico. En repetidas ocasiones, los votantes echaron a quienes buscaban la reelección, debido a que se encontraban insatisfechos con los derroteros por los que se desplazaba la economía —pero lo que ocurrió fue que los nuevos Gobiernos continuaron por el mismo rumbo, el mismo que se dicta desde Bruselas, Frankfurt y Berlín.
    Pero, ¿por cuánto tiempo puede esto continuar? ¿Y cómo van a reaccionar los votantes? A lo largo y ancho de Europa, hemos sido testigos del alarmante crecimiento de los partidos nacionalistas extremistas, contrarios a los valores de la Ilustración que son los que han hecho que Europa logre tantos éxitos. En algunos lugares, crecen grandes movimientos separatistas.
    Ahora Grecia pone a prueba una vez más a Europa. La caída del PIB griego desde 2010 es mucho mayor que la caída que enfrentó Estados Unidos durante la Gran Depresión de la década de 1930. El desempleo juvenil es superior al 50%. El Gobierno del primer ministro Antonís Samarás ha fallado, y ahora, tras el fracaso del Parlamento en elegir un nuevo presidente para Grecia, se celebrarán elecciones generales anticipadas el 25 de enero.
    Syriza, el partido izquierdista de oposición, que se comprometió a renegociar los términos del rescate de Grecia llevado a cabo por la UE, está por delante en las encuestas de opinión. Si Syriza gana pero no llega al poder, una importante razón será el miedo a cómo responderá la UE ante dicha elección. El miedo no es la más noble de las emociones, y no va a dar lugar al consenso nacional que Grecia necesita para seguir adelante.
    El problema no es Grecia. El problema es Europa. Si Europa no cambia sus maneras de actuar —si no reforma la eurozona y rechaza la austeridad— una reacción popular será inevitable. Grecia podría mantener el rumbo en esta ocasión. Pero esta locura económica no puede continuar por siempre. La democracia no lo permitirá. Sin embargo, ¿cuánto más dolor tendrá que soportar Europa antes de que se restablezca el sentido común?
    Rocío Bartos.

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