Uno de tantos agujeros negros de la “participación ciudadana”
Necesitamos personas sensibles en el gobierno de la ciudad.
Cuando el otro día, en la reunión celebrada en el centro cultural, la vecindad recordamos a las autoridades municipales, presididas por Alkate Jauna, que los jardines de Aiete, cuando llega la noche, tienen una bonitas farolas que dan luz (de bajo coste pero suficiente) desde una de las entradas, la de Munto, hacia el palacio y centro cultural, y desde la entrada principal hasta el Topaleku, y desde el Topaleku a la puerta más pequeña, acceso por Etxadi; pero que desde la entrada principal, a la casa de cultura, cinco farolas, incomprensiblemente, están apagadas, las que iluminarían este camino, tan transitado como los otros, dichas autoridades no salían de su asombro.
Cuando en un círculo municipal para defender aquellos puntos o tramos de la ciudad que se consideran peligros para las mujeres, y que llaman puntos críticos, la delegación de Aiete -Begoña Egurrola y Juan Carlos Berzosa- denuncian este punto que impide que las mujeres que, por ejemplo, acuden a la tertulia -el pasado jueves- o al film, ayer, viernes, han de dar la vuelta por el exterior de los jardines, atravesar el inhóspito paseo de Aiete, por esa zona, y llegar por la puerta frente a la parroquia al centro cultural, los conspicuos técnicos municipales, deciden que los jardines quedan fuera del ámbito de “puntos críticos”
Cuando nos ponemos en relación con el técnico directos de mantenimiento, nos contesta, que “Cuando se hizo la casa de cultura, se determinó por parte del Gobierno y los Entes implicados que el camino de acceso fuera exclusivamente el que está frente a la iglesia de Ayete, con un horario de apertura y cierre de puerta diferente a la del resto del parque. En teoría todo el mundo, incluso los que van desde Etxadi a la casa de cultura, tienen que acceder a la misma a través de esa puerta.
El resto del parque sigue diariamente apagado, por que dicen los expertos que iluminar una zona potencialmente peligrosa, es invitar a la gente a que la utilice, a pesar de que como te digo, no tiene posibilidad de auxilio. A esto hay que unir el atractivo que puede suponer a ciertas tribus urbanas el poder andar por un espacio parcialmente cerrado e iluminado, en el que desarrollar sin interferencias sus fechorías, con la consiguiente degradación del parque.
Esto se acordó con la puesta en marcha de la casa de cultura.
Las amables vecinas de Etxadi que acudan a la casa de cultura, tendrán que hacerlo como todo el mundo a través de la puerta frente a la iglesia y evitar caminar por el interior del parque”.
Pero no se pide que se iluminen todos los jardines para que las tribus campen por sus respetos, sino que se resuelva el sinsentido siguiente:
Entre la entrada a los jardines, frente a la iglesia de Aiete, y la salida por Etxadi, hay 20 farolas, de ellas 15 están encendidas, y las cinco que van desde la puerta principal, al palacio y centro cultural, están apagadas. Entre las farolas apagadas se incluye la que daría luz a la entrada principal de acceso a los jardines, que utilizan las personas que van al Topaleku y a Etxadi
Cuando invitamos a la persona responsable técnica mencionada, a que nos acompañe a comprobar lo que aquí se describe, dicho técnico da la callada por respuesta.
Sois malos, nos lo ponéis a huevo: faltan luces en los jardines de Aiete y los que gobiernan la ciudad tampoco andan sobrados (ni los que gobiernan hoy, ni los que gobernaban ayer)
Porque suele ser justa, porque suele señalar faltas morales y pretensiones falaces, porque hiere, porque denuncia, la sátira suele provocar la furia de aquellos a quienes se sienten advertidos. Y ¡ojos! Se pueden revolver. Y si el personaje o el grupo es autoritario y poderoso, la reacción puede ser la censura, la amenaza, la represión, la discriminación
Siempre quedará Francisco de Quevedo «No he de callar por más que con el dedo, / ya tocando la boca o ya la frente, / silencio avises o amenaces miedo»
Quevedo tuvo más fortuna que los humoristas de Charlie Hebdo.
Al grano, hay luz o no hay luz. Se necesitan las farolas encendidas o total para lo que alumbran. ¿No se puede ir por el lugar aprovechando las luces del paralelo paseo de Aiete?
Pueden meter en jaula de hierro a la disidencia, pero no pueden controlar la pérdida de credibilidad y legitimidad de la gestión cotidiana de la ciudad, como se demuestra en esto de las farolas y la falta de luces
mantenella y no enmendalla
Estando tan claro el asunto no valen justificaciones y si las dan ellos mismos se acusan perdiendo el grado de credibilidad que les pueda restar entonces ante la oscuridad flagrante decidan que esas cinco farolas alumbren dejando el camino expedito y sin riesgo para las ciudadanas y demás paseantes, no sean censores de estas cosas tan elementales