La necesidad de dar voz a la inmensa mayoría de ciudadanos que no se sienten representados políticamente. Algunos forman parte de la vieja guardia de militantes antifranquistas desencantados por la política. Otros son antiguos votantes, simpatizantes o militantes del PSOE o de IU. Algunos, pocos, antiguos votantes del PP, que no entendieron en su momento a quien sirve la derecha. Muchos son jóvenes que nunca se habían sentido representados por los políticos y ahora perciben que sí hay una vía. Lo que todos tienen en común es que ahora se ilusionan por la política porque esperan algo de ella. Esto es muy bueno porque hay que recuperar el sentido participativo de la ciudadanía, única base de la democracia. La democracia solo es emancipatoria si hay ciudadanos autónomos que quieren gestionar las cuestiones públicas. El 15 M y el movimiento de los indignados fueron expresión de este movimiento pero Podemos representa mucho más. No solo ha canalizado este movimiento sino que lo ha ampliado enormemente. Y le ha dado una salida institucional. Podemos es hoy una alternativa, la única alternativa de poder ciudadano, de regeneración democrática y de defensa de los derechos sociales al bipartidismo PP-PSOE. No es poco.
Ahora bien, ni hemos de ser acríticos con nuestra opción política ni tampoco pecar de triunfalistas. Podemos tiene el inconveniente que surge a la vez de movimientos espontáneos no organizados, del malestar de ciudadanos todavía pasivos y del poder mediático que tuvo antes de las elecciones europeas. Falta todo el tejido organizativo del movimiento, que debe ser la potencia de la organización. Los círculos son una buena opción para esta organización de base. Ahora bien, lo que se está viendo es que el núcleo impulsor del movimiento, Pablo Iglesias y su equipo están asumiendo el papel de vanguardia del movimiento y poniendo en marcha todos los mecanismos para garantizarlo. Esto no es una deriva oligárquica pero si aristocrática.
La oligarquía es el poder de una minoría que domina al servicio de sus intereses. Es lo que ha pasado con el poder económico que hay a la sombra de todo lo que ha pasado en nuestro país y también el grupo de políticos a los que se ha llamado la casta. De momento no hay constancia de que lo que pretendan Pablo Iglesias y su grupo sean privilegios. Más bien podemos asegurar que no. Lo que ocurre es que representan una opción aristocrática, que quiere decir que se consideran la vanguardia dirigente, es decir, los mejores. No hay democracia pura y en cualquier democracia hay criterios aristocráticos para elegir los mejores. Pero la democracia entendida como igualdad política quiere decir que cualquiera tiene capacidad política. Este es el ideal democrático, el de ciudadanos formados e informados, Esto implica la incorporación del sorteo para contarrestarar el exceso aristocrático, es decir el papel demasiado grande de los que se consideran los mejores. Está claro que para representar públicamente a Podemos o para otras tareas hay que buscar los más capacitados para hacerlo. Incluso para una parte de la Asamblea Ciudadana, pero una parte podía haber surgido por sorteo. Parece que el grupo de Pablo Iglesias tiene miedo que la gente de Izquierda anticapitalista ocupe los lugares centrales de Podemos. Pero en realidad el grupo de Iglesias tiene el mismo problema, el de convertirse en la vanguardia dirigente.
De todas maneras todo esto son problemas que hay que ir resolviendo. Podemos sigue siendo el partido más democrático y abierto a la ciudadanía. Y está en proceso de construcción.
Otra cuestión son las expectativas de gobierno. Me parece muy poco probable que Podemos gobierne. No porque no gane las elecciones, que podría ganarlas, sino porque los poderes fácticos maniobrarían para una alianza PP-PSOE y entre los dos superarían, probablemente, a Podemos y a sus posibles aliados. Podemos debería estar preparado para ser una oposición que realmente se oponga.
Respecto al derecho a decidir me parece que la dirección de Podemos se equivoca. Cuando se dice que una cosa es el derecho a decidir y otra muy diferente lo que decidimos. A saber, que aunque no quieras la independencia has de votar porque es democrático se cae en una falacia. Si votamos es porque tenemos soberanía y si tenemos soberanía es que somos una nación y si somos una nación ( con nuestra lengua, cultura e historia totalmente diferenciada de la española) lo lógico es tener un Estado. Podemos es una alternativa de Estado, a nivel de España. Al margen que es legítimo que hayan sectores soberanistas en podemos lo que no tiene lógica es que hayan sectores independentistas porque estos deberían apuntarse, por coherencia, a una opción exclusivamente catalana, como el CUP.
Finalmente pienso que Podemos debería forjar alianzas, a todos los niveles, con IU y con Equo al margen de otros posibles partidos que no sean independentistas.
Bueno son reflexiones para el debate. Espero discutirlas. Todo ello dentro de una apuesta clara a favor de Podemos.
Escrito por Luis Roca Jusmet
A mi desde el principio no me gustó la manera de hacer las cosas del núcleo dirigente de Podemos. No porque lo fuera, que lo era, y las cosas según mi experiencia son así, sino porque vendía que no lo era y que sería la ciudadanía la que decidiría todo de igual a igual. Algo, esto último, imposible a nivel macro (¿acaso miles de personas que no se conocen entre sí, pueden elegir, directamente y cada una, un equipo dirigente con conocimiento de causa?). Ya tuvieron que marcar las cartas para seleccionar la candidatura a las europeas. Luego las han vuelto a marcar en su proceso interno posterior. Siempre en días próximos anteriores a cualquier elección, salen los líderes cantando su lista en los medios de comunicación. Y su gente vota mayoritariamente lo que ellos quieren en exclusiva. Para ese viaje no hacen falta tantas alforjas. Creo que hubiera sido más sincero, más ágil y más eficaz montar un partido democrático a partir de una vanguardia declarada y un líder reconocido, mareando menos la perdiz autogestionaria, etc., etc. Porque muy abiertos a todo quisqui, pero luego desconfían de los círculos y no van a algo tan importante como las municipales (sin “su marca”, ya veremos, y que sigan sentados los que les están esperando).
Algunos miembros de esa vanguardia hacen declaraciones arrogantes y triunfalistas. Solitos van a ganar las elecciones generales, van a arrasar, no van a ser la UCI de nadie y otras lindezas, porque ellos están para ganar (ellos), si no, igual lo dejan. Poco serio. Nada de un partido para quedarse en la oposición si hay que quedarse y ser tenaz a largo plazo. Hay comentarios que hacen sobre ideas de programa electoral, que dejan a éste en un ya iremos viendo y, como tienen que conquistar “el centro”, a ver en que va quedando. Algunos rebajes empiezan a vislumbrarse (lógico por otra parte). Tienen la ventaja de la novedad bautizada y pura, en la versión moderna de un Cristo más y sus Apóstoles anunciando El Reino (¿o la República?) a bastante multitud ilusionada (¿de ilusionismo?). Conozco a quienes se obnubilaron con Obama, luego con el Papa Francisco y ahora con Pablo Iglesias. Al fin y al cabo, nuestra cultura es muy propensa a ello. Y la especie sapiens-sapiens también. La vanguardia lo sabe y sabe manejarlo. En eso son muy buenos. Aunque han de cuidarse de las televisiones del poder económico, que les dan mucho chance tertuliano para trivializar y desensibilizar.
Mi crítica va dirigida fundamentalmente a la distancia que hay entre lo que hacen los dirigentes y lo que dicen para consumo de masas. No me gusta esa forma de proceder. Al final y a pesar de algunas mejoras iniciales, estamos como siempre. Probablemente no pueda ser de otra manera y cierta democracia sólo podamos disfrutarla los de abajo gracias a la pelea y el control mutuo entre partidos aristocráticos, que nos pedirán el voto.
Me parece muy justo todo lo que dices. Falta de estructura, aristocratismo de Pablo y su equipo, que yo le perdonaría, lo importante es no perder la toma de tierra, siendo el grupo dirigente. Temo el enredo en los procedimientos y la consiguiente pérdida de tiempo, hay ganas de darle la vuelta a la situación y desbancar la cueva de Alí Babá en la que vivimos y padecemos.
Me gusta el lado visionario, «vamos a ganar». Sin anticiparse a los acontecimientos. Es preciso ir a por todas. Luego ya se verá. En cada momento hay un afán diferente. Si estamos pensando demasiado en tropezar tropezamos.
En cuanto al apartado independentismo, lo veo igual. Los independentistas con los independentistas. Podemos va a perder fuerza justamente para llegar y ganar con este tema. De hecho opino que el independentismo y el mero nacionalismo es un disminuidor de las fuerzas de progreso que están en la base de la sociedad, de donde surge la savia, el peso de un verdadero movimiento político tanto en Cataluña como en País Vasco. Es una pena ver las izquierdas españolas enfangadas en un tema que no tiene que ver con valores universales, humanos, sociales, cívicos sino con banderas y lenguas. Son rémoras y restan.
En eso se le hace el juego a los poderosos de siempre, dividiéndose por la bandera y la lengua cuando en realidad llevamos años de convivencia y mezcla aún habiendo sus peculiaridades. Tanto entusiasmo ciudadano se merece mejores y más generales objetivos.
La postura de Podemos (al menos la de Monedero) es ésta: «un estado debe ser la unión voluntaria de sus partes -da igual si son naciones, regiones o lo que sea-, de lo contrario no es un estado, sino una cárcel.» Y para saber si los ciudadanos de Euskal Herria quieren formar parte de ese estado hay que votar. Los radical independentistas deben votar a EH Bildu, que es una especie de Podemos independentista. Monedero dice que España es un estado más antiguo que Euskadi, pero Navarra, y por extensión Euskal Herria, es una nación más antigua que España.
«Las ideologías sirven de poco. El juego de izquierda y derecha es de trileros», sostiene el profesor de Ciencias Políticas Pablo Iglesias, cuya propuesta de análisis social es la distinción entre los ‘arriba’ y los de ‘abajo’. Hay un problema: ‘arriba’ y ‘abajo’ no son categorías políticas, como mucho, económicas. Hay ‘abajos’ que son auténticos caciques. En el subsuelo del estratificación social, el viernes vi cómo un mendigo cogía el cartón de otro menesteroso y lo lanzaba a tomar viento, al grito de «¡te pones donde quieras, pero aquí, no!». El acercamiento a la realidad a través de la simplificación que se desprende de clasificar a los individuos entre ‘arriba’ y ‘abajo’ resulta estéril como instrumento para comprender nada. Iglesias no puede obviar que hay ‘abajos’ que votaron al PP hace tres años y medio, y que volverán a hacerlo dentro de diez meses, tan firmemente convencidos de que es lo mejor para su propia situación, como quienes vayan a optar por Podemos. Que su líder crea o simule creer que entre los cinco millones largos de desempleados no hay fervientes partidarios de las políticas de Rajoy causa estupor. ‘Arriba’ y ‘abajo’ no significan nada. En el medio se amontonan los que no son ni una cosa, ni otra, y más aún: los que siendo una cosa, se consideran la otra. El mediopelismo campa a sus anchas y hace años que cualquier asalariado en situación precaria se considera con desparpajo ‘clase media’. Un sorteo de VPO puede bastar para alcanzar la metamorfosis. Por otra parte, la vida está llena de oprimidos por unos que, a su vez, son los opresores de otros, como muy bien sabe Maroto. Y sobre todo: izquierda y derecha son opciones a las que uno se adscribe como resultado de un acto de voluntad; ‘arriba’ y ‘abajo’ son el fruto de mil circunstancias, tantas veces, ligadas al azar. Todo esto, a Iglesias le da igual, en la medida en que cualquiera de los de ‘abajo’ cuya máxima aspiración sea acabar siendo uno de los de ‘arriba’ le sirve para ganar las elecciones tanto cualquier otro. Bienvenidos al ‘pueblo’.
¿Cómo alguien puede hablar de Podemos como de una sorpresa? se preguntaban anoche en redes sociales.
Pues una aquí, por ejemplo. Ninguna encuesta, ningún analista vaticinó que ganarían las generales en Euskadi. 316.000 votos que se explican por los nuevos votantes y las fugas de EH Bildu y PSE.
Bien, Podemos ya no es una sorpresa. Ahora le toca preparar la reválida en autonómicas. Al PNV, hacer valer sus 6 diputados en la negociaciòn que se avecina. A EH Bildu levantarse y tomarse en serio su periodo de reflexión. Y a PSE y PP volver a ser relevantes…que sólo Podemos tiene más votantes que los dos juntos.
A todos nos toca reinterpretar Euskadi. La dicotomía entre nacionalistas y no nacionalistas deja de tener sentido. Ha irrumpido un tercer espacio que no juega a ese juego y que ha ganado. Porque, este es el último dato: Podemos ha ganado. Todos los demás han perdido
El más hermoso de los mares
no se ha cruzado aún.
La más bella de las criaturas
no ha crecido aún.
Nuestros más hermosos días
no los hemos visto aún.
Y las más bellas palabras que quisiera decirte
no las he dicho aún.
Entrevista a Manuela Carmena
http://www.elmundo.es/sociedad/2016/07/30/5799657aca474172518b45a5.html
http://www.cuartopoder.es/tribuna/2016/07/29/pili-zabala-la-normalizacion-euskadi/8918
¡Qué difícil es escribir de nuestro país sin conocerlo, sin mamarlo, sin sufrirlo, sin amarlo!
El artículo de Alba Rico -tío de Negua- está lleno de buena voluntad y algún acierto pero, en mi opinión, desatina, confunde, embellece, menos mal que nos quedan los electores de Podemos que, supongo, seguirán a lo suyo.
El problema para la candidata Pili Zabala es el salto excesivo de la inocencia política a la primerísima fila de responsabilidad
De su propuesta política ha citado como prioridades de su programa la lucha contra la crisis económica, la búsqueda del modelo territorial que desean los vascos y la creación de un marco definitivo de paz y convivencia.
No está mal para empezar
Gogoan daukat 2015eko udaberriko irudi bat. Espainiako erregeak bisita egin zuen Bruselasera, Europako Parlamenturako hauteskundeak egin berri ziren eta Pablo Iglesias europarlamentaria zen. Aurrez aurre topo egin zutenean, Podemoseko buruak oparia egin zion Felipe VI.ari, Juego de Tronos DVD kolezioa. Iglesiasen jokoak intentzio handia zuen: Felipe, bagatoz Estatua hankaz gora jartzera eta aldaketa eraikitzera. Ez zen erraza asmatzen urtebete geroago Espainiako egoera politikoa gaurkoa izango zenik, eta are zailago Iglesias, aldaketaren zalduna, imajinatzea Rajoy, Sánchez eta Rivera jauntxoekin lehian, agintea nori eman eta kendu erabakitzeko intrigaz betetako joko ezkutukoan. Fantasiazko literatura maite duenarentzat A Game of thrones, Tronuen jokoa, eleberri zoragarria da. Zazpi Erreinuak herrialdean erregetza lortzeko zazpi kasta ezberdinek duten borrokaren kontakizuna da. Zazpietako bakoi-tza ziur dago herria bere alde duela, baina herritarrek beste kezka batzuk dituzte. Espainiako egoera politikoa eta liburuko borrokak, alegoria moduko bat dira. Gobernua osatzeko aukeratu dituzten buruzagi nagusiak elkarri hordagoka ari dira, neguak ekarriko digun hotzaldiari aurrea hartu beharrean. Oraintsu jakin da Tronuen Jokoa telesailaren sekuentzia batzuk Euskal Herrian grabatuko direla udazkenean. Sasoi horretan Jaurlaritza berria osatu beharko duten buruzagiak lehian izango dira. Espero dut aukeratuko ditugun herri ordezkariek fikziorako, edo Espainiarako uztea Tronuen Jokoa.
O se toma conciencia de que sólo entre las paredes de las Cortes no se ventila la transformación que este país necesita o las fuerzas que la defienden están perdidas. El Parlamento es muy importante para el debate político e institucional, pero limitarse a él equivale a jugar el partido del cambio en un futbolín entre cuatro, en vez de jugar en campo grande, en el gran estadio que son las plazas y centros de trabajo con millones de ciudadanos participando. Sin calle, sin debate y movilización, no hay futuro. Este país no tiene remedio si la derecha sigue velando sólo por los intereses de las élites económicas. Pero si la izquierda se limita a anidar en el Congreso, no cambiará nada y la oligarquía habrá conseguido poner escolleras ante las aguas bravas de la indignación ciudadana. Hay que recuperar la iniciativa, estar con la gente y plantear soluciones a sus problemas. La izquierda no puede sentirse derrotada por una expectativa.
La izquierda imagina –y trabaja por establecer– un mundo espontáneamente justo en el que no habrá ninguna diferencia entre pensar, hablar, hacer y omitir, porque la realidad, de arriba abajo, de dentro afuera, de la cabeza a los pies, será transparente, homogénea y buena. Tal cosa no ocurrirá mientras los humanos sigamos siendo chapuzas opacas –mitad carne, mitad lenguaje– atravesadas por malos pensamientos, palabras hipócritas, acciones reprimidas y omisiones culpables. Tal cosa no ocurrirá nunca. Es peligroso incluso intentarlo. Dejemos a un lado las utopías tautológicas (Todo es Todo), pues sabemos de sobra que tienden a materializarse como distopías autoritarias o totalitarias en manos de poderes siempre ajenos que acaban encontrando los medios para imponer –al pensamiento, la palabra, la obra y la omisión– una misma dirección y una misma explicación. Eso es lo que está ocurriendo en España y en Catalunya. Frente a este reblandecimiento de todas las diferencias, que no lleva a más libertad y bondad, sino a más tiranía, sólo tenemos el Derecho.