Una resistente serpiente multicolor visita el caserío Katxola

“Arratiko zekorra, txikerra baine gogorra”

Parte de la idiosincrasia vasca era el “auzolan”, el “trabajo vecinal”, por el cual los vecinos se ayudaban a la hora de labrar la tierra, para arreglar un caserío o creaban caleros comunales en los barrios.

Así, nos decía Galatas esta mañana, era la relación entre su aitá y el recientemente fallecido Jose Beñardo Salaberría, último dueño del caserío Katxola.

Era también característico de la tierra comunal que todos compartieran la explotación de los bosques, de la cual se beneficiaban y tenían la obligación de limpiarlos para evitar fuegos, estando reglado por ejemplo la cantidad de leña que cada uno podía obtener de los mismos.

Hoy nos toca a Lantxabe y al “auzolan” la defensa, restauración y rehabilitación del Bosque de Miramón.

De este bosque, de sus robles y encinas, se sacaba el pan de bellota que era alimento para los vecinos de la zona desde tiempo inmemorial. Ahora, como entonces, estamos en vísperas de una plantación masiva de manzanos y de producir sidra con manzanas propias del entorno.

El pintor James Alan Kuiper quedó deslumbrado con el medio rural y la armonía existente entre el caserío y su territorio.

Kuiper trasladó a sus pinturas las sensaciones de su viaje a Euskadi: ‘Desde el primer día me quedé fascinado con el paisaje y con la integración del hombre en su entorno, esa fusión entre la casa vasca y el territorio que lo envuelve’. En sus cuadros plasma el simbolismo del caserío, los surcos del campo y el paisaje vasco.

Este domingo la nutrida representación de la “Vuelta a Donostia-Donostiako Itzulia”, al llegar al caserío Katxola, han vivido la misma sensación.

Llegaban al caserío en compacto y colorido tropel, gente ágil, despierta, generosa, abierta, lúcida, trabajadora, buena gente, en un pis pás subieron la pared desde Añorga Txiki hasta Orimanedi, salieron pasadas las 8 y media y antes de las nueve de la mañana, llegaban a Katxola.

Veíamos llegar desde el caserío esta bellísima y cálida serpiente multicolor, de personas esforzadas, de paso seguro, amable. Dejaron a su derecha las altas gradas del imponente anfiteatro, a su izquierda el frontón recientemente dedicado a Miguel Gallastegi, -hoy embadurnado con saña por gente incívica- hasta llegar a un pequeño cartel que señalaba el desvío hacia el caserío Katxola

A la cabeza de la comitiva el muy amable y cordial Txema Garay, presidente del Club Vasco de Camping, organizadores de la Donostiako Itzulia

Teníamos muchas ganas y mucho gusto en enseñarles este barroco y bello caserío, en plenitud de equipamiento, su tolare, su fábrica de sidra trasladada desde el caserío Munto. Que lo vieran abierto de par en par. Hicimos lo posible porque se sintieran bien acogidos, como en casa.

Durante unos minutos, una media hora, el caserío vivió la fusión de dos culturas auzolan enraizadas entre nosotros, la de la marcha y la de la creación cultural, asociada a la propia material de Euskal Herria.

Un txispazo, la Donostia que queremos.

La Donostia que construyen sus personas libres de ataduras económicas y servidumbres políticas.

La cultura de la creación y de la libertad.

Lo organizadores de la Vuelta a Donostia-Donostiako Itzulia han tenido un gran acierto al ponerse como objetivo, conocer de cerca el patrimonio natural, cultural e histórico de la ciudad, e incluir entre ellos el caserío Katxola y el Bosque de Miramón.

Nuestros encomiables visitantes, prosiguieren su andadura por el Bosque, a través de una asfaltada cota 85, ideal para el paseo. Antes de llegar a la pasarela, se detuvieron para ver cómo crecía el bosque, encima de la ribera de la erreka Pakea

Luego pasarían junto al Museo de la Ciencia, recorrieron la muga con Hernani, descendieron por Basozabal, hasta la vega del Urumea y Martutene y la colina de Antondegi

Muchas de estas amigas y amigos manifestaron su deseo de volver al caserío, os esperamos con todo nuestro cariño.

Podéis llamar al 649861217