Pintores (Leonardo de Vinci), escultores (Miguel Angel, Botero, Cy Twombly), directores de cine (Kurt Kren) se han inspirado en la leyenda de Leda y el Cisne. El mito es un motivo de la cosmogonía griega, en que Zeus, bajó del Olimpo en forma de un cisne hacia Leda cuando esta doncella caminaba junto al río Eurotas. Según la historia, Zeus tomó la forma de un cisne y sedujo o violó a Leda en la misma noche que ella se acostó con su esposo, el Rey Tíndaro.
La leyenda inspiró a poetas como Pierre de Ronsard, La Défloration de Lède. Y William Butler Yeats escribió el soneto «Leda and the Swan» . De este poema, Camille Paglia, dijo, «todos los seres humanos, como Leda, están atrapados momento tras momento en la experiencia de un ‘pico blanco’. Para Yeats, la única salvación es la esbeltez y la quietud del arte.»
La esbeltez y la quietud de esta bellísima reproducción viva, de Leda y el cisne, en el estanque, nos atrapa y nos salva.
Por su parte, el poeta nicaragüense Rubén Darío, en su poema «Leda» abraza una descripción oblicua de la violación, vigilada por el dios Pan.
El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata bañado de sol.
Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor,
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.
Suspira la bella desnuda y vencida,
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.
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