Javier Maroto recoge firmas como el más activo de ‘Ayudas más justas’, pero mantener una campaña viva desde el verano es tarea casi imposible en un momento en el que las noticias mueren a las horas. Hay que alimentarla constantemente para que no muera. Y así, después de lanzada la campaña, Maroto pidió primero 50 euros más de RGI para los jubilados, y como el debate no prendió, lo intenta ahora con la huella digital, pidiendo al Gobierno que controle con ella a los perceptores de la RGI en aquellos casos en que se estime necesario. Resucita la sospecha de fraude con el único antecedente comprobado de un ciudadano pakistani detenido por acumular varias RGIs.
Maroto sabe que su propuesta no tiene recorrido. Toña le dijo ayer que no implantaría la huella digital estigmatizaría a todo un colectivo. Pero tiene que seguir huyendo hacia adelante. Un tiburón es incapaz de nadar hacia atras o quedar suspendido en el agua. Tiene que avanzar continuamente o se muere. Es la imagen que me viene al conocer la última propuesta del alcalde de Vitoria.
Eva
El Tribunal de Cuentas español ha citado hoy al ministro Alonso y a su Junta de gobierno cuando era alcalde de Vitoria, Maroto entre ellos, por el contrato de alquiler de las oficinas municipales de San Antonio. Quiere que aclaren una presunta irregularidad, que si confirma, puede costarles medio millón de euros de su bolsillo por el quebranto a las arcas públicas.
Conocen la historia. En 2007, el expresidente del Alavés, Gonzalo Antón, compra unos locales por 2,7 millones. 13 meses después se los alquila al Ayuntamiento por 7,6; incluídos reformas, una cláusula de blindaje por 20 años, actualizaciones de hasta el IPC mas 9. ¡Ah! y sin concurso público. El peor contrato de la historia de Vitoria, como dijo el concejal Belakortu.
Ni Alonso, ni Maroto, que ya como alcalde ha renegociado a la baja el contrato, acudirán hoy a declarar. Quieren evitar esa foto. Es más, en Vitoria muchos sostienen que Maroto ha lanzado lo de de la huella digital para tapar todo esto. Por si acaso, aquí lo recordamos
Eva
Jolín, jopé y jová, ¡qué desinformación! Nuestro ministro de Sanidad, Asuntos Sociales y, sobre todo, Igualdad, pagaba como alcalde de Vitoria 7,6 millones de euros de alquiler por unos locales valorados en 2,7, a cuenta de las arcas públicas. Por supuesto no se los pagaba a usted, estulto lector, sino a un empresario. Buenos son los ministros de Igualdad para estas cosas.
Alfonso Alonso se ha convertido así, por sus muchos talentos, en el primer ministro que tiene que pagar de su bolsillo un choriceo sin pasar por los tribunales. Y no es sentencia dictada por jueces bolivarianos o podemistas cual Elpidio Silva o Baltasar Garzón.
La multa de 500.000 euros se la impone al ex o pos dimitido Alfonso Alonso el Tribunal de Cuentas. Que, aunque tenga nombre de caterva de viejas haciendo restas con los dedos, es el supremo órgano fiscalizador de la gestión estatal, y, por tanto, de ese ente tan imaginativamente adjetivado como sector público. Lo de supremo órgano lo dice la Constitución, que yo no tengo tan mala prosa ni hablo de guarradas pornográficas: supremo órgano. Ay, Dios mío.
Vitoria ha estrenado estación de autobuses, 21 años después. Por esas casualidades en las que no creemos, la inauguración ha rozado el límite legal permitido antes de las elecciones. Fue ayer. Y estuvo a tope de candidatos y electos, la mayoría, seguro, para no volver a pisar la estación en muchos años.
Para los que lo haremos casi a diario la noticia es que el primer autobús no entrará hasta el lunes. Pero ayer lo importante era ponerse la medalla. Primero el alcalde, Javier Maroto, que envió las invitaciones con el membrete del Ayuntamiento y a su nombre. Las tuvo que reenviar, un par de días más tarde, a nombre de, por este orden, el Gobierno Vasco, la Diputación y el Ayuntamiento. Y luego, el Gobierno. Irekia, su web oficial, informaba así de la noticia: el lehendakari ha inaugurado la nueva estación. El Gobierno Vasco ha destinado 14 millones para la infraestructura, el 85% de la inversión. Vamos: he puesto el dinero, que se sepa.
Eva
Ocurre en Bilbao pero puede suceder aquí
Con una finca de unos 180×150, sin llegar del todo a los 28.000 metros cuadrados, en la que unas veces su norte se convierte en sur, otras el sol amanece por su oeste mendaz y manipulado, a veces sus metros y tierras giran, se desplazan y ubican en carrusel y a capricho de una parte a otra allí donde convenga, o el 180×150 se convierte en un 180×170 para así construir un nuevo bloque de viviendas por la cara. ¡Y hasta se pintan casas en terrenos que de hecho son carreteras de cuatro carriles! Viene a ser como la tripa de Jorge, que se estira y encoge dependiendo del encargo, del registro y de la autoridad. Pero no hay tejemaneje trilero sin picasera, que avisa de la policía, sin palmao, que hace de tonto perdedor, y sin burlanga, que rompe el juego cuando se ve perdido. El trilero necesita compinches.
Un buen día vecinos afectados de Bilbao descubrieron el pirri o la carta marcada en ese juego trilero de la finca de Panera echando cuentas, midiendo, sumando y restando metros cuadrados y examinando límites. Y tocaron puertas de alcaldes, jueces, registradores y fiscales. Examinaron informes y encontraron silencios, expedientes en blanco, informes de peritos y funcionarios sumisos de sí pero no, de depende… Silencios cómplices, informes de compadreo trilero. Descubrieron al picasera, al palmao y al burlanga en el Ayuntamiento de Bilbao. Alcalde y funcionarios fueron denunciados en papeles y hojas. Se acudió a jueces, fiscales y Ararteko… ¿Y? Quizá han leído en periódicos, oído en radios o visto en televisión: se habla de una corrupción institucional galopante, del hacerse el orejas frente a la denuncia clara, de no agarrar al toro por los cuernos, de desidia, de mirar a otro lado, de compadreo, de lucro y mordida del 3%… Puestos cubiertos por gente indigna. Pues eso ocurre en Bilbao con la finca de Panera y las autoridades competentes municipales y no municipales. Aquí el juego se llama falsedad en documentos públicos de una parte y prevaricación de la otra. El hecho es meridianamente claro.
Hoy en día te engañan en cualquier parte, igual que los trileros. Los empresarios no son como los de antes, se llaman gestores y en muchos alojamientos hoteleros de renombre timan a la propiedad del hotel ofreciendo un mal servicio al cliente, obteniendo pingües beneficios para el director y su banda, y cuando viene la propiedad del hotel a ver como van las cosas ese día cambian la comida, refuerzan el servicio y limpian el hall, dejándolo bonito. Igual que en el burle, para que sigan picando los julays. Estos gestores están arruinando el país
Ah! ahora, que vienen las elecciones municipales y se avecinan cambios, es momento de arrojar a los trileros por los desagües y a los cubos de la basura, de exigirles cuentas y pedirles responsabilidades por los daños causados.
Después de enseñar a los andaluces a pescar, Albert Rivera enseñará a los vascos a levantar piedras
Javier Maroto recoge firmas como el más activo de ‘Ayudas más justas’, pero mantener una campaña viva desde el verano es tarea casi imposible en un momento en el que las noticias mueren a las horas. Hay que alimentarla constantemente para que no muera. Y así, después de lanzada la campaña, Maroto pidió primero 50 euros más de RGI para los jubilados, y como el debate no prendió, lo intenta ahora con la huella digital, pidiendo al Gobierno que controle con ella a los perceptores de la RGI en aquellos casos en que se estime necesario. Resucita la sospecha de fraude con el único antecedente comprobado de un ciudadano pakistani detenido por acumular varias RGIs.
Maroto sabe que su propuesta no tiene recorrido. Toña le dijo ayer que no implantaría la huella digital estigmatizaría a todo un colectivo. Pero tiene que seguir huyendo hacia adelante. Un tiburón es incapaz de nadar hacia atras o quedar suspendido en el agua. Tiene que avanzar continuamente o se muere. Es la imagen que me viene al conocer la última propuesta del alcalde de Vitoria.
Eva
El Tribunal de Cuentas español ha citado hoy al ministro Alonso y a su Junta de gobierno cuando era alcalde de Vitoria, Maroto entre ellos, por el contrato de alquiler de las oficinas municipales de San Antonio. Quiere que aclaren una presunta irregularidad, que si confirma, puede costarles medio millón de euros de su bolsillo por el quebranto a las arcas públicas.
Conocen la historia. En 2007, el expresidente del Alavés, Gonzalo Antón, compra unos locales por 2,7 millones. 13 meses después se los alquila al Ayuntamiento por 7,6; incluídos reformas, una cláusula de blindaje por 20 años, actualizaciones de hasta el IPC mas 9. ¡Ah! y sin concurso público. El peor contrato de la historia de Vitoria, como dijo el concejal Belakortu.
Ni Alonso, ni Maroto, que ya como alcalde ha renegociado a la baja el contrato, acudirán hoy a declarar. Quieren evitar esa foto. Es más, en Vitoria muchos sostienen que Maroto ha lanzado lo de de la huella digital para tapar todo esto. Por si acaso, aquí lo recordamos
Eva
Jolín, jopé y jová, ¡qué desinformación! Nuestro ministro de Sanidad, Asuntos Sociales y, sobre todo, Igualdad, pagaba como alcalde de Vitoria 7,6 millones de euros de alquiler por unos locales valorados en 2,7, a cuenta de las arcas públicas. Por supuesto no se los pagaba a usted, estulto lector, sino a un empresario. Buenos son los ministros de Igualdad para estas cosas.
Alfonso Alonso se ha convertido así, por sus muchos talentos, en el primer ministro que tiene que pagar de su bolsillo un choriceo sin pasar por los tribunales. Y no es sentencia dictada por jueces bolivarianos o podemistas cual Elpidio Silva o Baltasar Garzón.
La multa de 500.000 euros se la impone al ex o pos dimitido Alfonso Alonso el Tribunal de Cuentas. Que, aunque tenga nombre de caterva de viejas haciendo restas con los dedos, es el supremo órgano fiscalizador de la gestión estatal, y, por tanto, de ese ente tan imaginativamente adjetivado como sector público. Lo de supremo órgano lo dice la Constitución, que yo no tengo tan mala prosa ni hablo de guarradas pornográficas: supremo órgano. Ay, Dios mío.
Vitoria ha estrenado estación de autobuses, 21 años después. Por esas casualidades en las que no creemos, la inauguración ha rozado el límite legal permitido antes de las elecciones. Fue ayer. Y estuvo a tope de candidatos y electos, la mayoría, seguro, para no volver a pisar la estación en muchos años.
Para los que lo haremos casi a diario la noticia es que el primer autobús no entrará hasta el lunes. Pero ayer lo importante era ponerse la medalla. Primero el alcalde, Javier Maroto, que envió las invitaciones con el membrete del Ayuntamiento y a su nombre. Las tuvo que reenviar, un par de días más tarde, a nombre de, por este orden, el Gobierno Vasco, la Diputación y el Ayuntamiento. Y luego, el Gobierno. Irekia, su web oficial, informaba así de la noticia: el lehendakari ha inaugurado la nueva estación. El Gobierno Vasco ha destinado 14 millones para la infraestructura, el 85% de la inversión. Vamos: he puesto el dinero, que se sepa.
Eva
Ocurre en Bilbao pero puede suceder aquí
Con una finca de unos 180×150, sin llegar del todo a los 28.000 metros cuadrados, en la que unas veces su norte se convierte en sur, otras el sol amanece por su oeste mendaz y manipulado, a veces sus metros y tierras giran, se desplazan y ubican en carrusel y a capricho de una parte a otra allí donde convenga, o el 180×150 se convierte en un 180×170 para así construir un nuevo bloque de viviendas por la cara. ¡Y hasta se pintan casas en terrenos que de hecho son carreteras de cuatro carriles! Viene a ser como la tripa de Jorge, que se estira y encoge dependiendo del encargo, del registro y de la autoridad. Pero no hay tejemaneje trilero sin picasera, que avisa de la policía, sin palmao, que hace de tonto perdedor, y sin burlanga, que rompe el juego cuando se ve perdido. El trilero necesita compinches.
Un buen día vecinos afectados de Bilbao descubrieron el pirri o la carta marcada en ese juego trilero de la finca de Panera echando cuentas, midiendo, sumando y restando metros cuadrados y examinando límites. Y tocaron puertas de alcaldes, jueces, registradores y fiscales. Examinaron informes y encontraron silencios, expedientes en blanco, informes de peritos y funcionarios sumisos de sí pero no, de depende… Silencios cómplices, informes de compadreo trilero. Descubrieron al picasera, al palmao y al burlanga en el Ayuntamiento de Bilbao. Alcalde y funcionarios fueron denunciados en papeles y hojas. Se acudió a jueces, fiscales y Ararteko… ¿Y? Quizá han leído en periódicos, oído en radios o visto en televisión: se habla de una corrupción institucional galopante, del hacerse el orejas frente a la denuncia clara, de no agarrar al toro por los cuernos, de desidia, de mirar a otro lado, de compadreo, de lucro y mordida del 3%… Puestos cubiertos por gente indigna. Pues eso ocurre en Bilbao con la finca de Panera y las autoridades competentes municipales y no municipales. Aquí el juego se llama falsedad en documentos públicos de una parte y prevaricación de la otra. El hecho es meridianamente claro.
Hoy en día te engañan en cualquier parte, igual que los trileros. Los empresarios no son como los de antes, se llaman gestores y en muchos alojamientos hoteleros de renombre timan a la propiedad del hotel ofreciendo un mal servicio al cliente, obteniendo pingües beneficios para el director y su banda, y cuando viene la propiedad del hotel a ver como van las cosas ese día cambian la comida, refuerzan el servicio y limpian el hall, dejándolo bonito. Igual que en el burle, para que sigan picando los julays. Estos gestores están arruinando el país
Ah! ahora, que vienen las elecciones municipales y se avecinan cambios, es momento de arrojar a los trileros por los desagües y a los cubos de la basura, de exigirles cuentas y pedirles responsabilidades por los daños causados.