El campo de concentración de Dachau, está situado cerca de Múnich, a 19 km al noroeste, y los viajeros organizados por Lantxabe, lo visitarán un domingo, como hoy, el próximo 5 de julio
Dachau es especialmente emblemático porque fue el primer campo permanente establecido por el nazismo que sirvió luego de modelo al resto, incluso al de exterminio de Auswitchz.
Dachau fue el primer paso hacia el Holocausto
A los que visitan Dachau, les resulta difícil trasladar al lenguaje hablado o escrito las sensaciones que te produce la visita a este siniestro lugar. Cada uno lo siente y lo vive de una manera íntima y particular. Y aunque la visita la realices acompañado, -como es el caso- la experiencia la interiorizas prácticamente solo, simplemente acompañado de tus propios pensamientos y reflexiones.
Hoy, más de 70 años después, nos sigo sorprendiendo y horrorizando la matanza industrial de unos seres humanos por una nación “civilizada”.
Dachau fue creado en 1933 con la llegada de Hitler al poder. Fue el primero -como se dice al inicio- de las decenas de infiernos que creó el nacionalsocialismo y fue modelo para el resto de campos de concentración y exterminio bajo la tutela de Theodor Eicke, el comandante del campo.
En un primer momento era un campo de concentración que recluyó sobre todo a oposición política, aristócratas, intelectuales -sobre los Mann pesaba esta amenaza- y clero. En sus inicios incluso el trato a los prisioneros era relativamente bueno en comparación con los estándares de los campos de concentración. Todo cambió con la llegada del brazo militar del régimen nazi, las SS, que se encargaron de iniciar el trato cruel e inhumano que veríamos hasta el final de la guerra.
A principios de 1942, y bajo el telón de fondo de la infame Conferencia de Wannsee, el campo pasó a aplicar los principios de la Solución Final y se convirtió en un campo de exterminio, dónde por entonces ingresaron judíos, testigos de Jehova, homosexuales, prisioneros soviéticos y otras etnias minoritarias.
Los viajeros iniciarán su visita cruzando la puerta, adornada con el conocido y cínico lema nazi Arbeit macht frei (el trabajo os hará libres). Lo primero que veremos será la Jourhaus, que es también por dónde entraban los presos. Actualmente, hay un monumento conmemorativo creado por el artista Nandor Glid, antiguo prisionero yugoslavo. La obra es una espeluznante escultura de hierro que recrea a la perfección el horror vivido por aquellos prisioneros.
Según el Museo de Historia Alemán, al menos 30 mil personas de los prisioneros registrados perdieron la vida en el campo
Se cree que muchas ejecuciones no fueron registradas y muchos documentos se perdieron cuando los nazis intentaron borrar las huellas de lo sucedido en el campo al ver venir la derrota.
En 1935 se hizo popular esta rima “Lieber Herr Gott mach mich stumm / Daß ich nicht nach Dachau komm” («Estimado Señor Dios, manténme tranquilo, para no terminar en Dachau.»)
Entre 1933 y 1945, más de 3,5 millones de alemanes habían estado en los campos de concentración o en prisión por razones políticas, y alrededor de 77.000 alemanes murieron por una u otra forma de resistencia por tribunales de fuero especial, consejo de guerra, y el sistema de justicia civil.
Más de 200 mil personas fueron encerradas entre 1933 y 1945 en el campamento y sus 140 dependencias externas, sufriendo hambre, hacinamiento y represalias, pero también fueron utilizados en experimentos médicos.
Dachau fue también un campamento de esclavitud laboral que empleaba a los presos más fuertes en la construcción de carreteras o en minas de grava y después, cuando empezó la guerra, en la fabricación de armamento.
El fin del horror llegó el 29 de abril de 1945 cuando soldados estadunidenses liberaron el campamento, descubriendo a más de 30 mil sobrevivientes de 31 países en sus barracones.
Alemania recordó hoy el 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Dachau. En el acto central, participaron unos 130 sobrevivientes con sus familiares, veteranos estadunidenses y numerosos invitados alemanes y extranjeros.
La canciller federal alemana, Angela Merkel, presente en el acto, agradeció a los supervivientes su trabajo de narrar el horror que vivieron para mantener viva la memoria.
«Es una gran suerte que gente como ustedes estén dispuestos a contarnos sus historias de vida, el sufrimiento sin fin que Alemania les infringió durante el periodo nazi», dijo Merkel, que se dirigió directamente a los ancianos sobrevivientes que acudieron al acto y que relataron sus vivencias.
Merkel señaló que sólo una vez que la gente puede escuchar esas historias es capaz de poner rostro a las estadísticas y números vacíos.
Durante el acto en el antiguo crematorio de Dachau, Merkel se sentó junto al presidente de la comunidad de campos de Dachau, Max Mannheimer, de 95 años, quien expresó su preocupación por el futuro del país. «De la historia debe surgir una conciencia responsable».
Por su parte, la presidenta de la comunidad de culto israelita de Múnich y Alta Baviera, Charlotte Knobloch, advirtió sobre el peligro de poner un punto final a la historia.
«Pido urgentemente que no veamos nuestra historia como una carga, sino como una oportunidad, como una motivación a la madurez, la capacidad de defensa y la humanidad», señaló.
Debería reconocérsele a la cultura alemana de posguerra una capacidad para remover la propia cloaca que, sin ir más lejos, jamás se ha producido en la España democrática. A este respecto, la inexistencia de catarsis con relación a la dictadura y la contaminación del forzado pacto político de la transición por parte de todos los ámbitos de la vida social española ha significado el mantenimiento de una enfermiza opacidad al volver la vista atrás. Durante 40 años las fosas comunes no han sido abiertas, pero todavía es más grave que tan pocos se hayan atrevido a abrir las cloacas morales. Aún falta en nuestro país el libro, o la película, que sea capaz de ofrecernos la radiografía de la miseria espiritual que nos llevó, primero, al desastre y, luego, a la exigencia de olvidar el desastre para sobrevivir. Y esta falta de valentía se paga colectivamente en la actualidad con una suerte de desencaje en el que el ayer sangriento, cerrado en falso, amenaza sombríamente con no dar tregua al presente y con invalidar el futuro.
http://www.eldiario.es/zonacritica/Llueve-Dachau_6_394820559.html
El 5 de julio de 2015, los viajeros de Lantxabe, visitaron el campo de concentración de Dachau, situado cerca de Múnich, a 19 km al noroeste, era un domingo, como hoy
Dachau es especialmente emblemático porque fue el primer campo permanente establecido por el nazismo que sirvió luego de modelo al resto, incluso al de exterminio de Auswitchz.
La prensa ha destacado la visita del lehendakari a Auschwitz
Su objetivo y el de Lantxabe, es el de recordar que a los campos de concentración y exterminio nazis fueron deportados refugiados de la guerra civil, rojos, antifascistas…
En palabras del historiador Josu Chueca, «los vascos en los campos nazis son el patito feo de la memoria», la mayoría, unos perfectos desconocidos, sin monumentos públicos que les recuerden…Pero en algunos pueblos de Gipuzkoa si miran al suelo descubrirán unas baldosas junto a las casas donde vivieron, para que a fuerza de tropezarnos con ellas no les olvidemos y su historia no se repita.
Lantxabe está en el Consejo de la Memoria de San Sebastián
Debería hacerse notar.