16 comentarios en “Desmontando a Ciudadanos”

  1. Albert Rivera, el títere creado por el poder para que parezca que algo podría cambiar, pero garantizando que nada cambie, convocó a los medios en una rueda de prensa que debería pasar a la historia del teatrillo español más chusco. Un sainete político sin una gota de talento, sin pizca de gracia. Ojeroso y cariacontecido, como si le doliese España, Rivera se puso la chaqueta de patriota (aquí lo importante es que haya Gobierno) y se burló de todo el mundo: de los periodistas que asistieron a la pantomima, de los ciudadanos que siguieron con atención sus contradicciones, de su socio hasta hace cuatro días Pedro Sánchez, de los votantes a los que prometió la cabeza de Mariano Rajoy…

    El acuerdo Ciudadanos-PP está cerrado. Pero Rivera interpretó el papel de duro negociador y puso sobre la mesa del PP seis condiciones para abandonar la abstención y votar “sí” a Rajoy. ¿A Rajoy? ¿Seguro? Sí, a Rajoy, el mismo tipo al que días antes había considerado incompatible con el futuro de este país: “No vamos a apoyar a ningún Gobierno de Mariano Rajoy”, advirtió el líder de Ciudadanos, sudores fríos y lengua de serpiente, en El País del pasado 12 de julio. ¿Vileza? ¿Deslealtad? ¿Farsa? De ninguna manera: instinto de supervivencia. Hasta Felipe González, el dios del socialismo, el estadista más importante de la galaxia, el señor de los bonsáis, la todopoderosa deidad de las puertas giratorias, X Man, ha hablado: “La decisión de Rivera es el primer acto de responsabilidad política desde las elecciones”.

    En nuestros días, Judas podría haber justificado su actitud traicionera alegando “responsabilidad política”. Nadie hubiera podido reprochárselo. Como nadie parece echar en cara a Rivera que su propuesta a Rajoy, “un pacto contra la corrupción y por la regeneracion democrática”, sea una tomadura de pelo, un auténtico paripé: a un leopardo no se le pueden quitar las manchas. El Partido Popular es la corrupción en estado puro. “Una organización criminal”, según la Guardia Civil. Un partido imputado en su totalidad por destruir pruebas de… ¿lo adivina? Efectivamente: un caso de corrupción.

  2. Escribo para remarcar la ignorancia supina de Rivera de C’s que ha demostrado desconocer absolutamente el Concierto Económico, marco por el que se regulan las relaciones financieras entre Euskadi y el Estado, recogidos en la Constitución. Es significativo que el propio ministro le tuviera que recordar que la democracia se hace desde la diferencia y la diversidad. Otros le han tachado de “irresponsable”, de “intentar crear un nuevo conflicto territorial” y de “demagogo”. La posición de Rivera no es nueva, ha sostenido la necesidad de uniformidad desde sus inicios políticos. A mi me recuerda mucho a Mick Hughes, el estadounidense que se dispone a volar mañana con un cohete casero de color rojo y letras amarillas, a 550 metros de altitud para demostrar al mundo mundial que la Tierra es plana. Rivera a bordo del C’s, ha iniciado una cruzada similar contra el Concierto Económico vasco intentando convencer a la opinión pública de que se trata de una ley insolidaria y ventajista. ¿Y los dos diputados de EH Bildu? Pues lo mismo, o son dos extraterrestres o montaban en el mismo cohete. Porque se supone que un partido vasco va a Madrid para defender los intereses de Euskadi

  3. Pues yo escribo apoyando a Rolando
    Del interminable catálogo de polémicas recurrentes, una de las más cansinas es la de los supuestos privilegios que conllevan el Concierto de los tres territorios autonómicos y (citado con menos frecuencia) el Convenio de Navarra. Harta una hueva ver al figurín figurón Rivera, le petit Macron, haciendo la gracieta del cuponazo para denominar a lo que no tiene ni puta idea de cómo va. Y qué decir del entrañable Baldoví o de su compañera de tiñas Mónica Oltra, autitulados nacionalistas valencianos, enfadándose y sin respirar como si los malvados vascones tuvieran algo que ver con la rapiña sistemática a orillas del Mediterráneo. Pueden dar gracias en aquel terruño por no haber tenido un sistema fiscal parecido al que envenena sus sueños, porque el pufo actual iba a ser broma en comparación con el que habrían adquirido con una herramienta que en manos de ladrones compulsivos conduce a la ruina en un par de años.
    Que se apliquen el cuento, de paso, la sultana socialista de Andalucía y su conmilitón extremeño Fernández Vara, émulo menor del cacique Rodríguez Ibarra, motejado el bellotari en sus días de mandato. Dadas las costumbres manirrotas acreditadas por los gobernantes de sus respectivas ínsulas, habría sido hasta gracioso ver cómo se las ingeniaban sin poder gastar ni un euro más de lo que se ingresa. Por no hablar de cómo se habrían recaudado los impopulares impuestos, ya tú sabes, cuando cultivas el voto en cautividad.

  4. ‘PNV, PP y PSE bajan impuestos en el País Vasco tras el Cupo’
    Ese es el titular de ‘El Mundo’, enemigo del Cupo, del Concierto, del ‘Derecho a decidir’ y de todo lo que se menea…que demuestra el oportunismo y falta de tacto con las instituciones vascas por parte del PNV y el PSOE. Al PP le da igual con tal de favorecer a los suyos

  5. Propongo que en la próxima final futbolera de Copa, que se celebrará en un estadio de nombre españolísimo del copón -Wanda-, la subidora de libidos soldadescos que atiende por Marta Sánchez interprete en directo el himno de Tabarnia y alrededores que anda de boca en boca. Lo que daría por ver el espectáculo de la susodicha en medio de la cancha, en plan Beyoncé de lance, recibiendo la pitada del milenio por parte de una afición ya muy curtida en las lides del silbido y que, sin duda, este año tiene aun más motivos que el anterior para dejarse hasta el último aliento chifla que te chifla. Y también me pone pilongo, no crean, imaginarme a los seguidores del otro equipo tratando de entonar la letra caspurienta sin descarrilar en los ripios. Como escribió un tuitero cabroncete, si ya se liaban con el lololó, como para meterse en virguerías.
    Por lo demás, mando desde aquí un saludo despiporrado de la risa a los huesos del eximio José María Pemán, autor de la letra que los que tenemos una edad nos tocó canturrear entre dientes. Qué ultraje, ser un egregio intelectual falangista con todas las lecturas en regla para que aparezca una folclórica venida a menos a afanarte los laureles. Con el aplauso, oigan, de la flor y nata de la españolitud, desde Eme Punto Rajoy a Santi Abascal, pasando por Naranjito Chen, Rosa de Sodupe o la Fundación José Antonio. Gran retrato, no tanto del país, como de cierto paisanaje que, tras renegar con denuedo de su condición de nacionalista desorejado, sale del armario a los sones de una patriota que vive y paga sus impuestos en Miami.

  6. La historia escondida por Alfons Cervera

    “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. Era el bando que el 1 de abril de 1939 anunciaba la paz después de tres años de guerra. Eso decía el bando. Lo que no decía es algo que con demasiada frecuencia se olvida desde entonces: lo que empezaba ese primero de abril no era la paz sino la victoria. Y no la victoria de las tropas nacionales sino -con todos los rigurosos matices que se quiera- la victoria de las tropas fascistas. Lo primero que hacen las dictaduras es robarnos el lenguaje y cambiarlo por el suyo. Todavía hoy se sigue hablando del bando nacional, como si las palabras no significaran nada. O como si las palabras significaran lo contrario de lo que dicen. Como escribe José Bergamín, hay palabras que dicen “menos de lo que dicen y más de lo que callan”.

    Porque si eso era así, si las palabras no mentían, de dónde venía tanta muerte contra las tapias de los cementerios, tanta tumba clandestina en las cunetas, tanto brazo en alto rindiendo honores a las consignas del general Emilio Mola al comienzo de la guerra: “Eliminar sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”. Bien claro lo escribía en infoLibre el historiador Julián Casanova: “Tras el final oficial de la Guerra Civil el 1 de abril de 1939, la destrucción del vencido se convirtió en prioridad absoluta”. La paz de la dictadura franquista, como se ha dicho y escrito tantas veces, era la paz de los cementerios, era la soledad de la muerte en los helados ecos de las cárceles, eran el miedo y la humillación impuestos por los vencedores, sobre todo a esas mujeres que pagaban cara una resistencia que ya entonces se identificaba con los hombres, era el silencio que se rumiaba en las casas de la derrota, era el comienzo de una de las tiranías más largas y más crueles de la historia contemporánea de la infamia. Era, finalmente, el tránsito al olvido de la esperanza que había supuesto la Segunda República aquel ya lejanísimo 14 de abril de 1931.

    Negacionismos y equidistancias

    Han pasado 80 años desde entonces. El 20 de noviembre de 1975 murió el dictador Franco Bahamonde en la cama, lleno de tubos y emplastes que lo convertían en una ridícula y patética momia tutankamón. Las cosas iban a cambiar en los nuevos tiempos. Eso pensábamos mucha gente. Seguramente cambiaron algunas de esas cosas que tenían que ver con la dictadura. Pero no cambiaron las suficientes. Entre la reforma y la ruptura, la Transición optó por la reforma. La mirada a la hora de construir la nueva democracia no se fijó en aquella tantos años silenciada Segunda República, sino en el propio franquismo. Se trataba de mejorar lo que había y no de profundizar en las posibles rupturas con un pasado que cabezonamente se negaba a claudicar. Después de la Transición llegaron los sucesivos gobiernos del PSOE. Y saco aquí lo que nos recuerda el historiador Francisco Espinosa Maestre en su magnífico libro Lucha de historias, lucha de memorias: cómo Felipe González decía en el diario El País en abril del año 2001: “Nosotros decidimos no hablar del pasado”.

    Pero lo que ignoraban Felipe González y quienes pensaban como él es que el pasado no se está quieto, sino que lo movemos de sitio, escarbamos en lo que fue para entender mejor lo que somos y lo que nos pasa. El pasado no caduca. No lo hace para nadie. Por eso, y desde muy diferentes y enfrentadas versiones, ese pasado aparece hoy más vivo que nunca.

    Entre esas versiones, los discursos revisionistas y negacionistas sobre la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura franquista tuvieron y aún tienen su momento superstar. Para esos discursos, la culpa de la guerra fue el caos en que se había convertido la República. Se necesitaba un salvador que acabara con ese caos, que pusiera orden en las calles, en las casas, en los cafés donde se tomaban entre camaradas los vermuts del mediodía. Para esas versiones no cuenta el golpe de Estado del 18 de julio de 1936: era simple y llanamente ese levantamiento militar, un trámite necesario para que las derechas, el Ejército, la Iglesia y los terratenientes ocuparan el lugar que la historia del bien les tenía reservado. La guerra se convertía así en un territorio moral que, tantos años después, sigue siendo el argumento principal de la equidistancia (que tanto tiene de revisionismo y de negacionismo).

    Estoy harto de esas trampas que -otra vez Bergamín sacado del olvido- en realidad dicen lo que callan. Me refiero al manoseado argumento de que en la guerra “había buenos y malos en los dos bandos”. Dicen esa obviedad y se quedan tan tranquilos, como si hubieran descubierto el elixir que le devolverá los pelos a la cantante calva de Ionesco, que por cierto ni era cantante ni estaba calva. Y para afirmar y afirmarse en su equilibrismo imposible, se sirven un lingotazo de Paracuellos, otro más intelectual de Chaves Nogales, añaden finalmente al mejunje unas gotitas de su propia versión de la Tercera España de Paul Preston y asunto concluido.

    ¡Revisionistas, negacionistas, equidistantes del mundo, uníos!: vuestro será el reino de las esencias que alimentan los atriles de Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal. “Nosotros luchamos por España. Ellos luchan contra España”, ¿les suena? Pues no son palabras del madrileño trío de Colón sino del mismísimo Franco Bahamonde en julio de 1936. Sorpresas te da la vida, que dirían Rubén Blades y su Pedro Navaja. Sorpresas te da la vida, sí.

    Una anomalía histórica

    De todo eso han pasado 80 años y es como si, en algunos casos, no hubiera pasado ninguno. La memoria es frágil, flaca como decía un amigo, volcada en un sinvivir que no encuentra consuelo. La historia, esa que llamaba María Zambrano “historia escondida”, sigue intentando a contracorriente y a contratodo desbrozar las mentiras de la pseudohistoria, de esa miserable promiscuidad entre los franquistas de antes, sus herederos ya nadan emboscados en partidos que daban el pego liberal y esos lobbies mediáticos siempre dispuestos a embarrar la nitidez de la verdad. Lo que pasa en este país es difícil que pase en otros sitios que también sufrieron un trauma parecido. Aquí muchos de los monumentos al horror siguen en pie como el primer día. La Ley de Memoria Histórica de 2007 está para que la cumpla quien quiera. El mismo Mariano Rajoy hinchaba pecho en la televisión para afirmar que no destinaba un solo euro al desarrollo de esa ley de memoria. ¿Cómo es posible que después de tanto tiempo de democracia resulte tan difícil sacar al dictador de su tumba faraónica en Cuelgamuros? En realidad, somos una rara especie de anomalía histórica. Eso creo que somos.

    Por eso, a veces, tengo la sensación de que este país es como la zona cero de la memoria democrática. Esa sensación de que es imposible construir algo hermoso sobre las ruinas de una victoria deleznable, esa que el 1 de abril de 1939 acabó con la machadiana razón que contaba el maestro Mairena a sus alumnos, la misma razón que aún al día de hoy está como apartada en el rincón donde se depositan los viejos trastos de la historia. No sé cómo se puede vivir sin memoria. Tampoco cómo se puede perturbar esa necesidad tachándola de revanchista, de querer reabrir viejas heridas, de volver a intranquilizar el orden conseguido por la Transición política a la democracia. No hay revancha de ninguna clase sino búsqueda imprescindible de la verdad. Difícilmente se pueden reabrir unas heridas que nunca se cerraron. Y qué decir de la tranquilidad de una Transición que tuvo cerca o más de 1.000 muertes violentas en las calles de la nueva democracia.

    Para acabar este apretado recorrido por 80 años de historia y de memoria, miren lo que escribía Walter Benjamin: “La auténtica medida de la vida es el recuerdo”. Así es: vivir sin hacer memoria de nuestro pasado es vivir a medias lo que vivimos, clausurar la posibilidad de reflejarnos en el espejo de nuestra propia historia, negarnos a mirar hacia el futuro con la esperanza que arrumbó la victoria del ejército franquista aquel fatídico 1 de abril de 1939.

    Se cumplen ahora mismo 80 años de aquel día. Y ya lo dije antes: a veces pienso que es como si no hubiera pasado ninguno.

  7. A FAVOR DEL FUTURO, A FAVOR DE ERRENTERIA
    JON MAIA
    BERTSOLARI
    2019/04/18
    Escribo en castellano, y no sin dolor, porque me dirijo a ustedes, a todos aquellos que están utilizando injustamente al pueblo de Errenteria-Orereta y a su gente, poniendo en peligro algo de un valor incalculable, pero frágil: la convivencia ejemplar conseguida en este pueblo gracias al trabajo y esfuerzo de mucha gente, y de la cual soy testigo directo.

    Les diré que no aparezco en escena en Errenteria por primera vez en elecciones. Mi vida en cierta manera está ligada a Errenteria. Fue en 1989, en ese pueblo, cuando rechacé a mi padre y a mi madre en el campeonato de bertsolaris jóvenes Xenpelar Saria. Yo, fruto de las nuevas escuelas de bertsolaris de la época, era un bertsolari atípico, hijo de emigrantes llegados de Extremadura y Zamora, ‘bertsolari in vitro’, diferente y poco ortodoxo en la estética y el lenguaje. Nací en 1972, en pleno conflicto político en una familia de emigrantes, del que era el primer vascoparlante. Pero era tal la vergüenza que me daba hablar con mi aita y con mi ama en castellano ante el resto de compañeros habiendo ganado aquel campeonato en uno de los templos del euskara, era tal el complejo que tenía de falta de pedigrí, que aquel día preferí renegar de ellos y rechazarles el saludo. He llegado a hacer cosas tan feas como esa, lo reconozco públicamente.

    Eran tiempos en blanco y negro. Español malo, vasco bueno. Estereotipos y clichés. Tu ahí y yo aquí. No sabía gestionarlo. Es así como yo, en vez de sentirme orgulloso de ellos, yo, fruto de su esfuerzo de integración, llego a rechazar en Errenteria a mis padres en un contexto histórico concreto y como consecuencia de un conflicto identitario interno mío, pero colectivo y extendido en todo el territorio vasco.

    Pongámonos en perspectiva histórica para darnos cuenta de la envergadura de nuestra tarea y del logro que supone la convivencia actual en Errenteria. Cientos de miles de emigrantes llegaron de Andalucía, Extremadura, Castilla, Galicia y demás pueblos del Estado a tierras vascas en muy pocos años.

    Llegaron a miles en trenes, autobuses, sin orden alguno, sin estrategia integradora alguna. Al contrario, los obstáculos para la integración eran de todo tipo: identitarios, políticos, culturales, clasistas, urbanísticos… Llegaron a un pueblo en el que su cultura y todas sus expresiones, su idioma, eran perseguidos, mancillados, humillados, castigados y desprestigiados, hasta tal punto que muchos de los aquí nacidos, en un alarde de clasismo y acomplejamiento lingüístico, lo rechazan y se burlan de aquellos que hablan mal el castellano y huelen a caserío.

    Nuestros padres y nuestras madres llegaron a un autentico Gernika cultural que hoy en día todavía estamos en plena fase de reconstrucción. Miles de familias como la mía, «maketos», «mantxurrianos», «coreanos», «belarrimotzas», «hezurbeltzas» que se instalaron en auténticos guetos para emigrantes, barrios periféricos… verdaderas chapuzas sociales que el dictador Franco gustaba de inaugurar. Sitios llamados «Casas baratas», «Mantxurria», «Mundo mejor», «Poblado», «Katanga» y demás nombres despectivos.

    Errenteria fue uno de esos pueblos en los que la llegada fue masiva. Así fue también en Zumarraga, lugar adonde llegaron mis familias, en Iruñerria, en el Gran Bilbao, la margen izquierda del Nervión, la zona minera, el Goiherri guipuzcoano y en una gran mayoría de pueblos de esta tierra. Una tierra herida hasta la medula por parte de la España franquista, lugar de procedencia de esta avalancha migratoria.

    Llegaron a un pueblo con cunetas y fosas llenas de miles de muertos, familias llenas de mujeres y niñas violadas, donde el silencio del miedo sellaba la puerta de la historia en el marco de una de las dictaduras, el franquismo, mas sangrientas y criminales. Una dictadura que, pese a que se mantenga su vergonzante e inmoral impunidad judicial hasta el día de hoy, se puede considerar como una de las más crueles expresiones a la que ha podido llegar la mente humana en la historia del mundo. Así es como los perdedores abertzales, asesinados y humillados por su condición de vascos, vieron llegar con recelo a cientos de miles de emigrantes, en su mayoría socialistas, comunistas, o simplemente perdedores de una guerra; también ellos, en su mayoría, arrastrados por la necesidad. Y en ese contexto, no nos aceptamos los unos a los otros porque todos llegamos heridos, destrozados, deformados, sin orden, sin estrategia alguna de integración, llenos de clichés y estereotipos a nuestro encuentro en tierras vascas, tierras machacadas y ahora ‘invadidas’.

    Fue muchos años más tarde, en 2012, cuando Julen Mendoza, alcalde de Bildu de Errenteria, me llamó para pedirme que diese una conferencia en su pueblo, basada en la trayectoria de mi familia.

    Esta conferencia se organizó dentro de una línea de trabajo en diversos foros de convivencia. Allí fui una tarde cualquiera, despreocupado, cuando para mi sorpresa me encontré con una gran carpa con un aforo para cientos de personas y un gran escenario. Allí debía dar mi charla. Fue cuando supe que iban a acudir a mi conferencia todas las fuerzas con representación en el Ayuntamiento, desde Bildu hasta el PP, pasando por PNV y PSOE. Era un acto simbólico y sin precedentes.

    Los allí reunidos no eran solo grupos políticos, también movimientos sociales y asociaciones culturales; acudían al evento, desde el movimiento por la amnistía hasta asociaciones andaluzas y extremeñas. No sabía cómo valorar aquello. Yo tenía superado el complejo que en ese mismo pueblo me llevó a rechazar a mis padres. Hacía ya unos años que llevaba un nuevo discurso de integración y empatía allá donde me lo pedían. Había salido del armario. Pero nunca había tenido una audiencia así. Yo, como casi todo el mundo hace, estaba acostumbrado a hablar a un público cautivo, como ustedes cuando hablaron en su mitin. No me esperaba nada parecido. ¿Como podía construir un discurso para todas las partes con las mismas palabras? Era una audiencia inaudita, nunca antes hablé ante nada parecido. Aquel día, en aquella conferencia, empezó algo nuevo, en mí, y también en todos los presentes. Solo por el propio acto de reunirnos fue especial. Aún tengo amistades que inicié aquel día.

    Posteriormente ha sido en Errenteria donde se me ha concedido el honor de inaugurar la Feria de Abril como bertsolari por parte de la comunidad andaluza del pueblo, o también donde he actuado más de una vez, como bertsolari, con el Coro Rociero. Algo inaudito e inédito, imposible hace pocos años. Solo y justamente en Errenteria ha podido pasar eso, desmontando recelos y estereotipos, empezando por los míos, y creando una nueva convivencia antes que en ningún otro lugar. Ni yo ni ellos, nadie hemos tenido que renunciar a nuestras identidad para establecer estas relaciones, antaño imposibles.

    Estamos hablando, por lo tanto, de un pueblo especial, donde mediante estrategias y proyectos de arquitectura social pioneros se ha hecho de la diversidad (identitaria, cultural, sexual) un valor distintivo.

    En lo político, Errenteria ha escenificado sentimientos, actos y abrazos que han sentado precedente en la historia del pueblo vasco. Ni más ni menos. Manos estrechadas por primera vez, miradas de empatía entre víctimas nunca antes cruzadas, espacios de convivencia y encuentros que nunca antes ni en ningún otro lugar de nuestra tierra existieron, se han construido en Errenteria. Justamente en Errenteria. No sin vértigo, no sin temores. Justo el lugar que han querido convertir en un nuevo «caso Altsasu», es un paradigma, un ejemplo de cómo se construye una nueva convivencia en un lugar herido por los cuatro costados, sobre una tierra que guarda muertos de un conflicto que ha durado décadas y décadas y se ha expresado en sus calles de manera especialmente cruda.

    Justamente Errenteria es hoy un lugar donde gente de todos los colores ideológicos siente cierto orgullo de pertenencia a un pueblo que se está transformando, que se esta haciendo bello por dentro y empieza a gustarse, que está sabiendo salir de un pasado lleno de heridas y dolor gracias a un proceso en el cual la ciudadanía es partícipe, con una generosidad digna de admiración y objeto de estudio. Sus habitantes saben que algo realmente bello por lo delicado, hermoso por lo profundo está pasando aquí. Justo Errenteria es el patito feo que se está convirtiendo en cisne. Es un pueblo diferente, donde su gente se ha empoderado. Y no importa que haya sucedido bajo la Alcaldía de Bildu. Todo esto nunca hubiera podido ocurrir sin la aportación de gente y cargos del PSE, PP, PNV, Podemos y demás. Es algo tan grande y bonito lo que está pasando en Errenteria que es feo atribuírselo a alguien en concreto. Son sus gentes, mas allá de las siglas, las grandes protagonistas de todo esto. Yo mismo, y no estoy exagerando ni un ápice, me considero mejor persona gracias a mis experiencias vividas en Errenteria.

    Pero la convivencia en un escenario de conflicto y dolor es una arquitectura humana muy delicada, muy frágil. Lo estamos viendo estos días. Toda una labor de años puede verse empañada por un solo día. La convivencia requiere de derechos, de grandes dosis de empatía, de voluntad, de inteligencia, de sensibilidad, delicadeza y de valentía para todo ello. Más si cabe cuando lo valiente siempre se ha identificado con la acción física y la dureza. No hay cosa que más duela al que busca revivir el pasado con rabia que ver una sonrisa en la cara del que avanza.

    Y esto no tiene nada que ver con el buenismo, con sentirse derrotado, ni colonizado, ni colonizador. Se trata de buscar salidas justas a una situación enquistada, después de todo lo previo vivido y desde el tablero actual del ahora. Y sí, hay que ser valiente, muy valiente para ofrecer tu mano a aquel que está en el otro bando cuando tú mismo estás jodido y apenas antes ni le mirabas a la cara.

    Yo, siendo quien soy, he recibido dos homenajes en mi vida. Uno ha sido en Errenteria, por parte de la comunidad andaluza del pueblo. El otro fue en Altsasu, por parte de la comunidad extremeña. Y no creo que sea casualidad que haya ocurrido en estas dos localidades. Para mí son y serán siempre dos pueblos especiales, a los que les muestro mi admiración. Dos pueblos capaces de sacar lo mejor de lo peor; capaces de marcarnos el camino a los demás. Dos pueblos que no sólo están superando las heridas de un conflicto, si no que además han conseguido construir una respuesta inclusiva y plural, han conseguido que gracias a la labor de sus gentes hoy en día sean paradigma de convivencia aquí y fuera de nuestro territorio. Un delicado andamiaje de sensibilidad, confianza, superación, inclusividad, integración, valores humanos, convivencia y visión de futuro, donde otros quisieran ver solo odio y fragmentación social y un anclaje perpetuo a escenarios de dolor y castigo.

    Por eso creo que si de verdad querían venir con un discurso constructivo y de convivencia, hubieran venido cualquier día del año, a cualquiera de los foros en marcha, sin cámaras y concertando una reunión con quienes quisieran, y no justo en plena campaña electoral, como paracaidistas caídos en escenarios de guerra ya pasados.

    Llegan tarde. Porque Errenteria y Altsasu ya no son el pasado al que querían llegar ustedes. Han revertido la historia. Son el futuro. El futuro de una sociedad, la vasca, que tiene ante sí el enorme e ilusionante reto de construir un lugar donde todos tengamos cabida, donde todos tengamos la misma posibilidad de poder ser lo que sentimos que somos. Sí, hasta ustedes, los que llegan tarde y mal. Una sociedad donde ningún ciudadano tenga ningún déficit en ningún derecho. Democracia plena.

    Ustedes también tienen derecho a poder ser lo que quieran, a acudir a la plaza que quieran, cómo no. Pero para ello no tienen que aparecer como un elefante en una cacharrería. Podrán generar un día de tensión, podrán elevar peleas de bar a penas de atentado terrorista. Pero el futuro es imparable. Miles de días venideros se comerán estas escenas aisladas que ustedes quieren fijar en la pantalla. No dejaremos que un día fuera de contexto y de la lógica del proceso que estamos viviendo aquí eche por la borda todo el trabajo que se está realizando.

    Que sepan que el miedo y el dolor que algunos de ustedes hayan podido sentir en sus vidas en algún momento no son exclusividad de nadie. Ni aquí ni en ningún lugar del mundo. Que todos podemos tener prejuicios, clichés, estereotipos respecto a la otra parte. Que todos hemos hecho y hacemos cosas mal y cosas malas, claro que sí. Aquí nadie se libra. Tampoco nadie elige el dolor de que le maten un hermano o una hija. Ni en un lado ni en otro. Todas podíamos habernos quedado instaladas en el odio infinito, porque puestos a ello, razones no nos faltan a casi nadie. Pero ¿acaso de verdad le parece a alguien un buen lugar para vivir el odio infinito?

    Somos un pueblo que está teniendo la capacidad de sacar lo mejor de lo peor. Ahora, tenemos la gran oportunidad de poder construir una nueva sociedad sobre los cimientos de todos los valores en los que estamos profundizando como consecuencia de este conflicto tan injusto, tan largo y tan doloroso y que en una democracia real post-dictatorial nunca debió ni siquiera haber empezado.

    Si somos capaces de hacer nuestro camino como nos lo marcan pueblos como Errenteria o Altsasu, tenemos el potencial de ser en un futuro no muy lejano una tierra de acogida, de empatía, de justicia social, de solidaridad, que garantizará los mismos derechos para toda su ciudadanía, justamente porque sabe qué es no tenerlos.

    Vamos a poder ser un pueblo plural y singular a la vez, ejemplo en la Europa occidental del siglo XXI de que, claro que sí, otro mundo es posible. Nosotros lo conseguiremos y ustedes lo verán. Y podrán venir a conocerlo, un día cualquiera y en transporte público. Lo digo sin ninguna ironía, como el mejor de mis deseos. Y si ese día por casualidad me encuentran en la Alameda de Errenteria, yo, el que un día rechazó el saludo a su madre y su padre, no se lo rechazaré a ustedes.

  8. Carta del alcalde de Rentería a Albert Rivera

    Carta del alcalde de Rentería a Albert Rivera
    El alcalde de Errenteria, Julen Mendoza, de EH Bildu, ha invitado al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, a visitar de nuevo la localidad, aunque «fuera de periodos electorales y sin actos de campaña», para conocer «la realidad» de un municipio del que cree que se ha ofrecido una imagen «tergiversada» tras el boicot al mitin de Albert Rivera.
    «Si quiere construir un futuro sobre el respeto y la libertad, le esperamos en Errenteria», dice Mendoza en una «Carta abierta a Albert Rivera» que publica este jueves El Diario Vasco, en la que habla del «difícil y complicado camino» emprendido en el pueblo para construir «la paz y la convivencia» con la participación de «la totalidad» de los partidos representados en el Ayuntamiento.
    El regidor señala que el dirigente del partido naranja «no preguntó, no quiso saber, no se preocupó si el acto que se celebraba dificultaría el camino ya muy difícil de la reconstrucción social».
    «Simplemente vino y quiso dar una lección a un municipio que pasó de ser el símbolo de la violencia a ser el símbolo de la convivencia y la paz hace ya unos años», agrega Mendoza, quien ha seguido «con gran atención» las palabras que pronunció Rivera en ese acto, en el que los miembros de Ciudadanos fueron insultados y tuvieron que abandonar el pueblo protegidos por la Ertzaintza.
    El alcalde de la coalición independentista cree que Rivera «no se percató» de que Errenteria «ya está en proceso de construcción de su propia libertad», que es «un proceso colectivo compartido, que no es fácil pero que está dando sus frutos».
    Destaca que «ya hace unos cuantos años» que la localidad «solo mira al pasado para ayudar a cerrar heridas que ayuden a su vez a construir el futuro», y advierte de que, «por mucho que todavía sea frágil», no permitirán «hacer peligrar» lo construido.
    «Esa era mi preocupación por el pasado domingo, que lo construido no peligrara. E hicimos un especial esfuerzo para que eso no ocurriera. Y ahora volvemos a estar con el nombre de nuestro municipio en todos los medios de comunicación, con una imagen tergiversada, y con el riesgo de hacernos retroceder a tiempos pasados», recalca.
    Mendoza agrega que no quieren volver al pasado «porque ha sido demasiado duro», pero que no volverán a él «porque la determinación del municipio ya no tiene vuelta atrás».
    Rivera presentó este miércoles una denuncia ante la fiscalía para que investigue lo sucedido en Errenteria el pasado domingo, en la que acusa a la izquierda abertzale de estar detrás del acoso sufrido por militantes y simpatizantes de su partido.

  9. Biopsia del tejido vasco en Rentería

    Biopsia del tejido vasco en Rentería
    Los incidentes del mitin de Albert Rivera agitan el pueblo, modelo de convivencia, porque no va todo tan bien como se creía

    IÑIGO DOMÍNGUEZ
    Rentería 20 ABR 2019 – 21:37 CEST

    Una biopsia es el examen de una muestra de tejido con fines diagnósticos. Los incidentes del mitin del pasado domingo de Albert Rivera en Rentería, a 15 minutos de San Sebastián, abrieron una incisión inesperada en una comunidad muy castigada por la violencia en el pasado y que lleva años en un laborioso y encomiable proceso de curación. Es el municipio español que más gasta en servicios sociales. En este periódico protagonizó un reportaje, en julio de 2017, como «el ejemplo de la otra cara de Alsasua», al ser el primer Ayuntamiento de EH Bildu que hacía un homenaje a víctimas de ETA. A la viuda de José Luis Caso y a la hija de Manuel Zamarreño, dos concejales del PP. Pero ahora sienten que algo no va bien. Merece una biopsia detenida. El pueblo está incómodo, se hace preguntas, se examina.

    En Rentería están hartos de la etiqueta de la Belfast vasca, y creían haberse librado de ella. Piensan que no es justo, por 200 o 300 personas que fueron a insultar a Rivera, y a golpear cacerolas mientras hablaba, en un pueblo de 39.000 vecinos. En la terraza del bar de la Casa del Pueblo del PSOE había este viernes un anciano tomando un vino al sol, algo impensable hace unos años: esta sede la quemaron 28 veces. Hay un centro extremeño y dos andaluces. Señoras con velo por la calle. Tiendas chinas que hacen las uñas de gel con francesa a 30 euros. Es una nueva sociedad, nacida sobre un pasado tenebroso: 21 asesinatos de ETA, dos de grupos parapoliciales, cinco por disparos policiales en la Transición y cientos de denuncias de torturas.

    No obstante, la cuestión que incomoda a un pueblo en paz tras el suceso del domingo es evidente: ¿hay aún sitios en el País Vasco donde no un partido no puede ir en campaña? Muchos acusan a Rivera de haber ido a provocar. Todos añaden de inmediato que tenía todo el derecho a ir a decir lo que quisiera, pero… En los peros está en el País Vasco la clave de todos los problemas. El fastidio en Rentería también viene de algo más profundo: creían que estaban mejor. «Llevo ocho años con esto, de trabajo discreto, para que cambien las cosas, me he sentado a calzón quitado con gente que me ha querido matar, esto como te lo digo. Ni sé los años que estuve con escolta, aquí hemos vivido como en un búnker. Y ahora al primer envite que ha habido hay gente que no ha sabido aguantarlo», cuenta José Ángel Rodriguez, candidato del PSOE a la alcaldía en las elecciones del mes que viene. «Ha sido una pequeña decepción. La convivencia es frágil. Aquí hay gente que a la primera de cambio se quita la piel de cordero. Seguiremos trabajando. No me lo esperaba, pero tampoco que vinieran en ese plan». Critica a Ciudadanos. Los socialistas, que han gobernado el pueblo 28 de los 40 años de democracia, se sienten ofendidos de que alguien llegue a dar lecciones de plantar cara al nacionalismo.

    El impacto del suceso ha sido mayor de lo que parece, han parecido hasta tres artículos en la prensa vasca. Uno de Miguel Buen, alcalde socialista de Rentería de 1987 a 2003, que lo tituló En defensa del buen nombre de la villa de Errenteria y de sus habitantes. Tras condenar a quienes reventaron el mitin, rechazó que «algunos medios de comunicación se empeñaron en manifestar que nuestra villa es un feudo de radicales abertzales». Buen opina que el grupo de la protesta no solo no representa al pueblo, «ni tan siquiera representa a una mínima parte de lo que en su día fue Herri Batasuna». Se dirigió expresamente a Ciudadanos y PP: «No estoy dispuesto a tolerar que se traslade a la opinión pública como si nuestra villa fuera Belfast en sus tiempos más difíciles».

    Charlando el viernes, habla de la otra parte del problema: «Aquello no fue espontáneo, de eso nada. Los lazos amarillos colgados en las fachadas no se improvisan. En Rentería hay un grupo de irreductibles que siguen allí, unas veces duermen y otras salen. Nadie se hace bueno por decreto. Dejaron de perseguirnos, pero siguen ahí. Si mañana hubiera una involución saldrían inmediatamente a la calle, lo tengo clarísimo. Sigue habiendo un rescoldo. El incendio está controlado, pero los bomberos tienen que seguir allí. Los partidos, la sociedad, vigilando, para que no prenda de nuevo». Tres de los cuatro jóvenes detenidos por el insólito brote de kale borroka en Pamplona en marzo de 2017, uno de ellos menor, eran de Rentería. Fueron condenados a dos años de cárcel en 2018.

    Entonces, ¿por qué Ciudadanos eligió ir a Rentería? «¿Te das cuenta de la pregunta, no? Es como decirle a la mujer violada por qué se puso la minifalda», responde la eurodiputada Maite Pagazaurtundua, que en el mitin pronunció un emotivo discurso, porque pasó su infancia en ese pueblo. «Es una inversión absoluta de responsabilidades, esto no es nuevo, y la equidistancia entre acoso y acosador es mezquina. ¿El nuevo tabú es que no podemos ir? ¿Antes no y ahora tampoco? En Rentería solo te hacen recibimientos si eres etarra. Los hacen los que para nada se han arrepentido. Eso no causa escándalo en Euskadi. No se consentirían homenajes al maltratador de un perro, por ejemplo». Afirma que el miedo sigue existiendo, que la gente que piensa como ellos en Rentería no puede decirlo. Asegura que no todos los vecinos de los edificios donde se colgaron lazos amarillos gigantes estaban de acuerdo en ponerlos, pero no se atrevieron a negarse. «No conozco bien el trabajo del alcalde de Rentería, quizá tenga la mejor intención, pero la estrategia de su partido desde luego no va por ahí, juega a otra cosa. Al llamarnos fascistas siguen con la deshumanización de las personas y además se reinventan».

    La carga de la Ertzaintza, las imágenes que más se vieron, es quizá la parte más casual del asunto. Tras hablar con testigos y revisar las imágenes, hay un consenso bastante generalizado sobre lo que ocurrió. Para la entrada de Rivera no hubo problemas, había un pasillo de agentes por un calle lateral, pero luego se fueron. Al salir tuvieron que volver a abrirlo, y costó más, porque dio la casualidad de que a esa hora tenía que pasar por allí una manifestación del 14 de abril por la república, que no tenía nada que ver. Aumentó la confusión y la Ertzaintza cargó. Quizá se podría haber organizado mejor, pero tal vez nadie se esperaba la virulencia que se alcanzó.

    José Manuel Herzog, exconcejal del PP hasta el año pasado, ahora fuera del partido, y que ha trabajado en la convivencia estos años, cree que la actuación policial fue «arbitraria, cargó sin ninguna razón». Pero también es crítico con Ciudadanos: «Sacaron 300 votos en las últimas elecciones, no tienen ninguna expectativa de voto. ¿Por qué fueron? Pues a sacarse una foto. Es una imagen absolutamente negativa para Rentería y la convivencia pacífica. Tiende a polarizar y dividir a los españoles».

    El alcalde de la localidad, Julen Mendoza, de EH Bildu, que ha pilotado la distensión desde 2011, no ha querido hablar con este periódico y se remite a otro artículo que publicó el jueves: Carta abierta a Albert Rivera. En ella, reprocha al líder de Ciudadanos: «Hay demasiadas personas haciendo un enorme esfuerzo, incluso emocional, demasiadas horas dedicadas, para que echemos a perder todo lo construido», explicaba. Le invitaba a ir fuera de la campaña electoral. El escritor y filósofo Fernando Savater, también presente en el acto, solo lo comenta con una frase: «A quien tiene que escribir es a los energúmenos que pretendían boicotear el acto, no a Albert Rivera».

    En la carta del alcalde no hay mensajes a quienes fueron a reventar el mitin, aunque en EH Bildu si se deslizó algo de autocrítica. Un destacado exponente de la formación abertzale admite que «lo más sensato políticamente habría sido no entrar al trapo y dejarles hacer lo que les diera la gana, y ese es el llamamiento que el alcalde hizo en los días previos». Apunta que fuera de Euskadi es difícil de entender que «EH Bildu no es lo más radical en el País Vasco, hay otras fuerzas y de hecho piden la abstención en las elecciones». Por el contrario, la denuncia que Ciudadanos ha presentado esta semana acusa a EH BIldu y Sortu como instigadores de la organización de la protesta a través de redes sociales. Ellos lo niegan. Para la formación de la izquierda abertzale Rentería también es un símbolo: EH BIldu cerrará allí la campaña. Afirman que lo tenían decidido de antes.

    El tercer artículo que ha aparecido es del bertsolari Jon Maia, 46 años, que cuenta su itinerario personal. Parte de cuando ganó el campeonato de versos en euskera y rechazó el saludo de sus padres, inmigrantes de Extremadura y Zamora, porque fue en castellano y él se avergonzaba en una sociedad partida. «He llegado a hacer cosas tan feas como esa, lo reconozco públicamente», escribe. Desde entonces narra que en Rentería ha «desmontado recelos y estereotipos, empezando por los míos». Describe el trabajo de reconciliación en el pueblo, «el patito feo que se está convirtiendo en cisne». «Justo el lugar que han querido convertir en un nuevo caso Alsasua es un paradigma, un ejemplo de cómo se construye una nueva convivencia», reprocha. Apunta que Ciudadanos tiene derecho a ir donde quiera, «pero no tienen que aparecer como un elefante en una cacharrería». «La convivencia en un escenario de conflicto y dolor es una arquitectura humana muy delicada, muy frágil. Lo estamos viendo estos días. Toda una labor de años puede verse empañada por un solo día». No hace ningún reproche a los que fueron a insultar a Rivera.

    El ángulo ciego de visión del conjunto, la omisión de un parte del asunto, es como las huellas del pasado que están ahí, pero no se ven salvo que se recuerden. En esa misma plaza, a 50 metros de donde habló Rivera, hubo una emboscada a una furgoneta de la Ertzaintza, con cócteles molotov de ácido sulfúrico, en 1995. Causaron graves quemaduras a cinco agentes e hirieron a dos chicas que pasaban por allí, atropelladas por el vehículo. El caso de uno de ellos, Jon Ruiz Sagarna, fue especialmente dramático, le afectó al 55% de su cuerpo. Fueron condenados tres jóvenes a 12 años de cárcel. La asociación de víctimas del terrorismo Covite asegura que uno de ellos estaba entre quienes increpaban a Rivera.

    Lejos del centro del pueblo, es difícil encontrar un lugar importante de la historia reciente de Rentería, el lugar del último atentado de ETA en 1998. La calle donde mataron a Manuel Zamarreño es obscenamente anónima y sin importancia, siendo un héroe de la democracia: asumió el cargo de concejal tras el asesinato de su compañero José Manuel Caso, sabiendo casi con seguridad que le iban a matar. Era calderero en paro y duró 34 días en el cargo. No hay una placa, nada. Es uno de los muchos casos de ETA sin resolver. El terrorista que apretó el mando a distancia de la bomba estaba en una colina próxima, un parque donde hay un grupo de adolescentes. Al preguntarles, no saben dónde fue el atentado. Dicen que es mejor preguntar a unas señoras mayores, que juegan a las cartas. Pero también lo ignoran, exclaman que eso fue ya hace muchos años. Unos ya no lo recuerdan, otros nunca lo han sabido.

  10. Una figura del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, fue quemada y fusilada este domingo en la plaza principal de Coripe (Sevilla). Desde entonces, más de 1.400 muñecos con la imagen del exmandatario catalán -luciendo su típico peinado, traje oscuro, un lazo amarillo y una estelada como capa- se están desplazando desde numerosos puntos del país en dirección a Francia, desde donde planean huir hasta llegar a Bélgica. Allí esperan que su líder de carne y hueso los esconda y los mantenga a salvo.

    “Iba conduciendo con la ventanilla del coche bajada y se me ha colado el muñeco ese de cartón. Tenía una expresión de terror tan conmovedora que he tenido que ayudarlo a cruzar la frontera, se me encogía el corazón”, comenta uno de los ciudadanos que ha colaborado para salvar a uno de esos muñecos “de acabar enterrado en una cuneta”.

  11. 24 fachas. Podría ser peor, así que podemos estar contentos, aunque es alarmante, no puedo evitar la satisfacción
    Hay un grupo parlamentario fascista pero oye, tampoco estamos tan, tan, tan mal como creíamos porque hay mucha gente que ha ido a votar y se ha puesto las pilas. Bravo,

  12. Ahora se ha sabido que Ciudadanos ha ofrecido este jueves un acuerdo al Partido Popular para turnarse la presidencia de Vox dos años cada uno y repartirse así el peso de la ultraderecha para que los pactos a los que lleguen con el partido de Santiago Abascal les afecten a ambos por igual.
    La fuga de votos del PP a Ciudadanos y viviversa en el caso de Donsoti, se debió al acercamiento con Vox o no.
    Ha sido el propio líder de los populares, Pablo Casado, quien ha respondido a la propuesta favorablemente, aunque ha matizado que dependemos de lo que le parezca a Vox.
    Casado admitía asimismo que esos dos años les permitirán proponer cosas que desde un partido más de centro serían inaceptables.
    “Asumimos el grado justo de franquismo para seguir contando con la confianza de la gente”, agregaba Albert Rivera, satisfecho al comprobar que sus socios “abrazan al fin la coherencia y el sentido común”.

  13. Una mujer de Pasaia ha sido hospitalizada esta mañana después de partirse las dos piernas en una clase de yoga intentando hacer la postura de Ciudadanos. “Con la pierna derecha en el centro, ha desplazado la otra hacia el extremo opuesto y, para mantenerse en pie, ha tenido que mover la del centro hacia la derecha también, inclinándose toda ella hasta que el cuerpo, incapaz de soportar la tensión de un movimiento imposible, se ha desplomado”, explica el enfermero que la ha atendido. La caída ha provocado tal estruendo que varios alumnos han salido corriendo de la sala, quedándose solo los fans más acérrimos.

  14. ‘Formateur passif’
    Los acuerdos se alcanzan ofreciendo un reparto de políticas y cargos en el ejecutivo, normalmente siguiendo una estricta regla de proporcionalidad
    LLUÍS ORRIOLS
    29 JUN 2019 – 00:00 CEST
    El pacto es algo inherente en las democracias parlamentarias. Las mayorías absolutas son poco frecuentes y, en ausencia de estas, los partidos están obligados a ponerse de acuerdo para formar Gobierno. Es por este motivo que las democracias parlamentarias suelen tener previsto un mecanismo para designar a un responsable que lidere las negociaciones. A esta figura se la conoce, en la ciencia política, como el “formateur” y, en el caso de España, es designado por el Rey tras una ronda de consultas con las distintas fuerzas parlamentarias.

    Al formateur se le presupone una actitud proactiva. Su papel es el de sondear, explorar y convencer a una o varias formaciones políticas, normalmente las ideológicamente más afines, de que se conviertan en socias de gobierno. Para ganarse su apoyo, el formateur cuenta con un valioso recurso como moneda de cambio: el poder. En efecto, los acuerdos se alcanzan ofreciendo un reparto de políticas y cargos en el ejecutivo, normalmente siguiendo una estricta regla de proporcionalidad: tanto aportas en la coalición, tantas sillas recibes en el Consejo de Ministros.

    Sin embargo, en la política española se está propagando el curioso y problemático oxímoron del formateur passif (o formador de Gobierno pasivo). Últimamente es frecuente ver en nuestro país como los candidatos designados a formar Gobierno, en lugar de tomar la iniciativa, exigen que sea la oposición la responsable de mover ficha. La carga de la prueba la tienen los partidos de la oposición, pues son estos quienes deben facilitar la investidura, incluso si es necesario de forma desinteresada, a cambio de nada, con el fin de favorecer la gobernabilidad del país.

    La estrategia del formateur passif es convertir las negociaciones en una guerra de desgaste. Ante una situación de bloqueo, se propaga relato de que el culpable de un eventual fracaso de las negociaciones no es del candidato designado a recabar apoyos sino de la oposición. Algo tan común como exigir sillas en el ejecutivo es interpretado como una demanda egoísta e irresponsable. Y, en última instancia, se amenaza con la repetición de elecciones, en las que se asegura que la ciudadanía castigará a la oposición, en lugar del formateur, por la falta de acuerdos.

    Unidas Podemos y Vox son piezas imprescindibles para alcanzar mayorías de Gobierno de izquierdas y de derechas, respectivamente. Ambos partidos han expresado en numerosas ocasiones que están dispuestos a entrar en las mesas negociadoras con demandas habituales en las democracias parlamentarias de nuestro entorno. Su exigencia es que su apoyo se traduzca en cuotas de poder en los ejecutivos. No se trata unas peticiones extravagantes e inasumibles. De hecho, en términos comparados, lo más frecuente es que impere la proporcionalidad y que, por lo tanto, los partidos acaben logrando una porción del Gobierno similar al porcentaje de escaños que aportan.

    La aritmética parlamentaria es tozuda y es de imprudentes actuar al margen de ella. Hoy por hoy, los Gobiernos de izquierdas requieren de la participación de Unidas Podemos y los Gobiernos de derechas del beneplácito de Vox. Si el PSOE percibe a Podemos como un socio incómodo y Ciudadanos no considera a Vox como un interlocutor válido, entonces deberían ser realistas, asumir que los números no dan y, en consecuencia, explorar otras mayorías alternativas. Haberlas, las hay.

  15. Miren por dónde, a los vascos jamás nos tocó el Cuponazo, pero sí nos acaba de caer un pellizco del sorteo del Once del Once de la ONCE en forma de dimisión del que inventó y difundió la maledicencia. Qué inspirador, por cierto, que el figurín figurón haya hincado la rodilla el día de San Martín, confirmando literalmente el refrán que ustedes saben. “Albert Rivera abandona la política”, cuentan con tanta generosidad como falta de tino los titulares. De eso nada. Es la política la que abandona a Albert Rivera de una patada en el tafanario como no se recordaba en estos lares desde la desintegración de UCD.

    No deja de tener su mérito, es decir, su demérito, el julijustri naranja, que en apenas seis meses se ha fundido 47 escaños de vellón. No me digan que no es la personificación del legendario Abundio, aquel que se echó una carrera a sí mismo y quedó el segundo. Como decía ayer en Euskadi Hoyde Onda Vasca el politólogo Rafa Leonisio, su caso de autodestrucción pertinaz y obtusa se estudiará en las facultades del ramo. Añado yo que en la misma unidad didáctica debe citarse a otros célebres ególatras inmolados en su propio jugo como Rosa de Sodupe y sus Maneirachis.

    Casi es para concebir esperanzas de que en no muchas vueltas del calendario le aguarde una suerte similar al ahora exultante y siempre insultante Santiago Abascal. Tome nota el amurriotarra cid de pacotilla: cuanto más arriba se llega, más dura es la caída. Y para compensar otros sinsabores, no es la primera ni la segunda vez que la justicia poética nos depara el gustazo de ver morder el polvo a tipos que han hecho del odio su modo de vida.

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