Hace unos unos años, tres veces tres, una serie de personas que viven en el barrio, coligieron que no era normal, el hecho de que Aiete careciera de Escuela Pública.
La zona disponía de cuatro centros escolares potentes, dos de ellos de educación concertada, la Ikastola y la escuela de las Jesuitinas, otros dos de enseñanzas especializadas, colegio Inglés y colegio Alemán. Los cuatro es un espacio próximo, con gran número de alumnos y prestigio bien ganado, pero ninguno es público.
En Aiete había una parcela calificada como escolar, la que ahora es campo de fútbol, en el Alto de Errondo. El ayuntamiento hubo de hacer una permuta y declarar como escolar la que entonces era la vaguada de Lanberri, y hoy Hiru Damatxo.
Hubo reuniones de vecindad en el Topaleku, muchos no entendieron las trasformaciones que iban en esa vaguada y menos aun la necesidad de la escuela.
Por fin el colegio se instaló provisionalmente en el lugar en que está hoy, un antiguo parvulario en Puio, con la promesa de que se construiría un nuevo edificio de escuela primaria en la nueva plaza. En los últimos años, al parvulario provisional, se le iba añadiendo un nuevo módulo escolar, a costa de recortar patio de juegos,
La plaza se terminó hace varios años, la inauguró formalmente la actual corporación, pero la parcela destinada a edificio escolar ahí seguía, vacía, presentando el conjunto de la plaza como una boca desdentada, aquel córner en barbecho hablaba de un todo sin acabar.
Hasta que a primeros de este año, tras muchas dudas, zozobras, deserciones, tiras y aflojas, desconfianzas, desmoralización, vimos una miniescarbadora de la empresa EBA sl desbrozando el terreno con una pequeña pala.
No éramos felices del todo a pesar de que la prensa se encargó de dar la noticia de que empezaban las obras de construcción de la escuela. Se trataba de un inicio con sordina, demasiado poca cosa, con esa maquinaria la escuela no se acabaría en años.
Hasta que, según los requerimientos del proyecto de ingeniería específico, ha empezado la obra de verdad. Ahora ese córner a dónde va la escuela es un hervidero de trabajo -y de ruido-. Una obra de verdad. Altísimas grúas torre, varias máquinas excavadoras de diferente tipo, modelo y servicio, para remover el terreno donde se asentarán las bases del edificio; provistas de sistemas de tracción en todas sus ruedas o sistemas de movimiento para poder maniobrar en un terrenos en pendiente, en el que desarrollan sus tareas. Algunas de ellas poseen neumáticos similares a los autos, aunque de bandas de rodamiento mucho más grandes, otras poseen orugas metálicas similares a las de los tanques de guerra. Retroexcavadoras con martillo picador y motoniveladoras. Maquinaria de construcción para remover parte de la capa del suelo, modificar el perfil de la tierra.
Una numerosa flota de potentes camiones para trasportar escombros, hoy, y materiales áridos, agua, hormigón, elementos a incorporar en la construcción, mañana. Camiones de carga y descarga de materiales de construcción. Mientras se está levnatando un extenso muro de contención, un profundo y extenso movimiento de tierra
Una obra de construcción con todas las de la ley, protagonizada por los encargados de obra, aparejadores, arquitectos y una plantilla de unos doce especialistas, todos ellos verdaderos artífices de este nuevo equipamiento que, al ritmo que va, dentro de unos meses sera una bella realidad