El sábado 4 de julio, la expedición de Aiete, estará visitando La Gliptoteca de Múnich
La Gliptoteca es un museo ubicado en la ciudad alemana que fue encargado por el rey bávaro Luis I para albergar su colección de esculturas griegas y romanas. Fue diseñado por Leo von Klenze en el estilo neoclásico y construido entre 1816 y 1830. El edificio alberga la Colección Estatal de Antigüedades Griegas y Romanas, concebido como un monumento a la antigua Grecia. Luis tenía la visión de hacer de Munich una «Atenas alemana», en la ciudad se recordaría la antigua cultura griega,
En los pocos años entre 1806 y la apertura del museo en 1830, Luis completó una de las mejores colecciones de esculturas grecorromanas de la época. A través de sus agentes logró adquirir -arrebatándoselas a los templos y monumentos originales griegos- piezas tales como la Medusa Rondanini, el Fauno Barberini y, en 1813, las figuras del Templo de Afea en Egina.
El museo fue diseñado en el estilo clásico grecoitaliano. El pórtico es jónico y los muros exteriores contienen nichos, en los que se ubican 18 esculturas originales romanas y griegas, seis en cada pared (salvo la trasera). El interior es abovedado.
La Gliptoteca contiene esculturas griegas y romanas datadas desde el periodo arcaico (c. 650 a. C.) hasta la época romana (c. 550 d. C.).
Pero la devoción por los clásicos y la cultura, el amor a los griegos, se les ha agotado a los oligarcas alemanes.
Hoy Grecia, prácticamente sin fondos, se ve acosada por el poder alemán. El ariete de esa ofensiva es el secretario general de la CSU de Baviera (uno de los partidos de la coalición que preside Merkel), Andreas Scheuer, que llamó payasos a los dirigentes griegos actuales. Las encuestas dicen que el 58% de los alemanes considera que Grecia debería abandonar el euro.
Por su parte, Tsipras denuncia el “saqueo” que han supuesto los rescates y la “responsabilidad criminal” del FMI y la troika europea, por la imposición de excesivas medidas de austeridad; pero se resiste con uñas y dientes a aceptar nuevas condiciones de humillación: descarta recortar las pensiones y quiere una reestructuración de deuda.
El Banco de Grecia dijo ayer que sin un acuerdo, el país podría salir del euro e incluso de la UE. Y con el miedo, las Bolsas caen y las primas de riesgos llevan varias semanas peligrosamente al alza en Grecia, en Portugal, en España y en todos los países que podrían sufrir el contagio.
El Banco de Grecia, comandado por Yanis Stournaras –uno de los archienemigos del primer ministro Alexis Tsipras—avisó de que, Grecia se encamina hacia un impago de consecuencias imprevisibles, incluida la salida del euro y de la UE.
«Grecia no sólo no puede pagar su deuda, sino que tampoco debería pagarla». Ésa es la principal conclusión de la comisión internacional -el panel de expertos, coordinado por el belga Eric Toussaint- que audita la deuda pública helena desde abril. “La deuda procede de los acuerdos de los gobiernos griegos anteriores con la Troika e infringe directamente los derechos humanos fundamentales de los residentes de Grecia” Añade la comisión internacional.
¡La cultura, la ciencia, la vida de Alemania no termina de encontrar dirigentes políticos a su altura!
Algunas de las mejores páginas de El Danubio de Claudio Magris -libro muy recomendable- son las dedicadas al doctor Mengele («la Medusa, decía Joseph Roth a propósito del nazismo, es banal. Las víctimas de Mengele son figuras de una tragedia, Mengele es una figura de serial») y las que se ocupan de la gélida, perversamente imparcial autobiografía de Rudolf Hoss, titulada Comandante en Auschwitz.
Volkswagen no es un caso excepcional ni sorprendente. La empresa ya ha tenido otros casos de corrupción. Ni es un caso único en el panorama alemán. Pero es un caso oportuno que desmonta la pretendida autoridad moral de los líderes alemanes cuando pretenden dar lecciones de buen hacer al Sur de Europa. Y un ejemplo más que detrás de marcas prestigiosas se esconde mucha mierda.
En el mundo neoliberal el tema de las marcas ya no es sólo de las empresas. Los estados, las ciudades, también juegan a la imagen. Y las grandes instituciones internacionales no paran de elaborar rankings para clasificar a los países, señalar a buenos y malos y, sobre todo utilizar estos marcadores para influir en las políticas de los estados y las percepciones de los ciudadanos. Instituciones como el FMI o la OCDE, promotoras del neoliberalismo, utilizan las evaluaciones para, entre otras cosas, mostrar la bondad de sus políticas. Y suelen utilizar experiencias nacionales para mostrar que quien las sigue marcha bien. Ahí es donde entra en juego la otra “historia alemana”. Mis colegas de allí me cuentan que ahora España es presentada en Alemania como el mejor ejemplo de la bondad de las políticas de ajuste. Hemos pasado de formar parte de los PIGS a estar entre los alumnos ejemplares. Ya habíamos estado anteriormente en una buena clasificación, cuando el país crecía y creaba empleo. En aquel tiempo era difícil explicar a colegas extranjeros las debilidades del modelo, la extrema dependencia de la actividad constructora. Y ahora ya vuelven a las andadas. El crecimiento económico español vuelve a deslumbrar y es presentado como un ejemplo de lo buenas que son las políticas de la troika. Para ello basta fijarse en aquellas variables que interesan (el crecimiento del PIB, el crecimiento del empleo), olvidarse de las que no interesan (el crecimiento de la deuda exterior, la tasa de paro, la tasa de pobreza, la evolución del saldo exterior) e ignorar los elementos que permiten explicar la situación actual por razones diferentes a las del éxito de las políticas de ajuste (el crecimiento ha vuelto cuando se ha parado la política de recortes, cuando el euro se ha depreciado respecto a otras divisas, cuando se ha producido una afluencia masiva de turismo por razones externas, porque en una fase de aguda crisis un pequeño aumento del gasto activa el mecanismo del multiplicador keynesiano). Y se pasa por alto también las debilidades estructurales que auguran una vuelta de problemas en cuanto cambie alguno de los datos de coyuntura. De momento el ejemplo de España les sirve para sacar pecho y demostrar que “sus” políticas son las buenas. Ocupamos el lugar que antes han tenido otros países como Argentina, Irlanda, etc. Cuando el modelo se vuelva a torcer volveremos a ser un “pig” y dirán que la culpa es de la sociedad española, de los sindicatos, etc. Por eso es tan necesario explicar las cosas bien, valorar el éxito de un sistema económico desde múltiples ámbitos, entender las causas de los problemas actuales y futuros, captar las contradicciones y carencias. Esto no interesa a unas élites que llevan años implantando un modelo injusto, ineficiente, inviable en muchos aspectos y que utilizan sus evaluaciones para culpar a la víctima y construir su propio discurso encubridor. Por ello no hay que dejarse deslumbrar por las noticias de éxitos y fracasos momentáneos y construir un relato donde lo fundamental quede a la vista. Y hoy lo fundamental en el caso Volkswagen debería ser cambiar el sistema de regulación económica, y en el de la economía española luchar por una política económica que permita romper con un modelo insostenible en lo económico, lo social y lo ambiental.