Cuando subamos al Zugspitze, los del G7 ya se habrán ido.

20150606013145017_alemania_cumbre_g7_0El lunes, 6 de julio, los viajeros de Lantxabe saldrán de Munich hacia la cumbre del Zugspitze. Son 130 km, desde la capital bávara,  hasta la pradera de Garmish-Partenkirtchen. Partirán desde esta campa hacia la cumbre  del Zugspitze, a casi 3.000 metros de altitud, en los Alpes bávaros. Esta cima constituye el punto culminante de Alemania.

Los viajeros continuarán la ruta para conocer uno de los lugares más visitados de Europa, el castillo de Neushwenstein, el fortín de Luis II de Baviera, del que nos habló Sergio Pedrouso en su conferencia, mandado construir a semejanza de los castillos del siglo XIII.

Próximo a él, enmarcado en el mismo paisaje de cuento de hadas, está el castillo de Elmau, un hotel de lujo con pasado nazi, transformado en zona de alta seguridad para la reunión del G7.

Cuando lleguen los de Donostia, estos con fines de viaje y cultura, los de G7 ya se habrán ido.

El castillo de Elmau está en Garmish-Partenkirtchen, la fortaleza se ha trasformado en residencia de cinco estrellas clasificada como monumento histórico y ofrece la vista el macizo de Wetterstein, en la frontera con Austria, y en lo más alto de la cima, nuestro Zugspitze

Si el buen tiempo se confirma para el domingo, este paisaje que mezcla pradera, bosque y cimas cubiertas de nieve ofrecerá al mundo, la imagen de postal que Angela Merkel desea.

«Queremos mostrar a nuestros invitados este espectacular lugar de Alemania. Semejante decorado es un aspecto importante para el éxito de este tipo de cumbres», declaró la canciller alemana.

Esta residencia totalmente renovada, 123 habitaciones y suites, spas, piscinas al aire libre y salones con chimenea, se pondrá a los dirigentes de las potencias económicas del mundo pero dentro de una burbuja, aislada de miles de manifestantes antiglobalización reunidos desde el jueves en los alrededores.

El castillo fue residencia nazi durante la segunda guerra mundial.

Varios helicópteros dirigirán a los mandatarios directamente al interior de esta «zona prohibida», rodeada por una valla metálica especialmente colocada para la cumbre, bajo fuerte dispositivo policial. Aparte de algunos senderos, solo existe una ruta de acceso, bajo control policial.

El dispositivo será puesto a prueba con manifestaciones previstas el sábado y el domingo en Garmish-Partenkirchen, la estación de esquí situada a una quincena de kilómetros donde se encuentra el gran centro de prensa que acoge a centenares de periodistas de todo el mundo.

Mientras Baviera estima en 130 millones de euros el gasto de la cumbre y los medios alemanes hablan un dispositivo de 25.000 policías

«Querida señora Merkel, deje por favor de trabajar para las grandes corporaciones y piense en los trabajadores», decía ayer durante la primera manifesconcentración contra el G7 una joven manifestante. «Defiéndannos de la especulación y ocúpense del reparto de alimentos«, pedía un padre de familia mientras protegía del sol con un paraguas a sus dos hijos de 4 y 7 años de edad. «Piensen en todo el mundo, no solo en la gente de sus siete países ricos», reclamaba un estudiante francés. Los manifestantes piden «paz en el mundo«, la policía del G7 les rocía con gas pimienta.

En las praderas del remoto enclave bávaro citado, el de Garmisch-Partenkirchen, se concentran miles de personas -alrededor de 30.000 manifestantes- que han acudido a la llamada de la plataforma Stop G7 Elmau.

Dos grandes pancartas están ya listas para encabezar la gran manifestación: ‘Salvad al medio ambiente de la economía de los beneficios’ y ‘Ningún pueblo inteligente vende su democracia’. Se suceden discursos y las actuaciones musicales sobre varios improvisados escenarios.

¡No nos moverán!, decía Sara, una joven española de 22 años que ha llegado a Garmisch-Partenkirchen desde Barcelona y que avanzaba victoriosa: «¡Ganamos en Berlín y ganaremos en Elmau!».

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