El pasado 26 de abril denunciábamos en estas páginas que para el departamento de movilidad Aiete no existe.
Ni bidegorri, ni ascensor, ni velocidad 30, ni 40, ni aceras, ni paseo, sólo abandono (por ejemplo los pivotes de separación en el paseo de Aiete), desatención (a todas las reclamaciones que se plantean por conductos oficiales, reglamentarios o en escritos como los de estas páginas), negligencia (en la definición de los límites de velocidad, con señales de tráfico verticales y horizontales contradictorias: en unas 20, en otras 30, en otras 40 y en el paseo de Oriamendi, 30 y 50)
Denunciamos también la grave irresponsabilidad del departamento. La mayoría de los que viven en Aiete no saben la cantidad de accidentes que se dan en el paseo de Aiete, pero el ayuntamiento y el departamento de movilidad, sí lo conocen, porque son los responsables de hacer los atestados.
No informan de nada, de esto tampoco, porque necesitan la nocturnidad en la información.
Lo que denunciamos ahora es la dejadez.
Hace unos días a la altura de la señal de tráfico que se puede ver en la foto, en el paso de peatones, se pusieron unos anchos cables, seguramente para medir el número de vehículos que circulaban por ese paso. Nada se nos ha dicho a los vecinos sobre cuál es el objetivo. Si están tomando medidas para poner el semáforo solicitado. Hace tiempo que nos hemos ofrecido a colaborar con el departamento en el consejo de movilidad. Se nos ha dicho que esperemos, que ahora lo componen 80 pero que a las reuniones que se convocan van menos de 10 y que están constituyendo uno nuevo (Ha pasado un año).
No sabemos qué pretenden midiendo el tráfico. Los coches que pasan ahora no serían los mismos si se controlara la velocidad, que no quieren hacer, por mandato de algunos grupos de presión del trasporte público y privado. (Un escándalo)
Ahora han levantado los medidores pero se han llevado la señal que aparece en la foto.
La misma dejadez tuvieron para con la valla que impedía cruzar la calle al salir de la casa de cultura. La quitaron para las obras y tardaron mucho tiempo en reponerla a pesar de las advertencias de la asociación de vecinos. (Aunque, ahora, algunas personas incluso saltan la valla)
Es inconcebible la actitud del departamento con respecto e este barrio, no sabemos si será lo mismo para con los demás. Movilidad municipal ha desertado en Aiete, condenándonos al desamparo y a la indefensión.
Cada día me veo envuelta, como muchos otros, en el musical la Ley de la selva, con viandantes, peatones, motoristas y conductores como protagonistas; un escenario bicolor de carreteras y bidegorris; y una banda sonora estridente con compases alternos de bocinazos, gritos e insultos. Se habla mucho de convivencia vial, pero en la carretera nos sentimos como justicieros a los que la razón justifica por encima de leyes y normas. Si somos los reyes de la selva, ¿por qué parar ante un paso de cebra? Es un musical con muchas escenas: la del ciclista que no permite pasar al peatón, la del motorista que se cuela por huecos imposibles por derecha e izquierda en la interminable fila de vehículos de un semáforo y la del conductor que adelanta sin guardar la distancia de seguridad o que apabulla a quien circula por debajo de los límites de velocidad en la autopista. A veces me recuerda a uno de los Relatos Salvajes que recrea el director Damián Szifrón, en los que se desatan episodios de violencia extrema a partir de un situación del día a día. Por desgracia, la realidad supera a la ficción. Dos casos recientes nos sitúan en la expresión de la ley del más fuerte. Un ertzaina mata a un camionero y un ciclista zurra a un conductor de autobús. Los dos por una simple discusión de tráfico. No hay banda sonora más cotidiana.