Los viajeros de Lantxabe ya están haciendo planes. En menos de un mes estarán en Núremberg. Pasarán las horas paseando por el corazón de la ciudad, la plaza del mercado (Hauptmarkt). Curiosearán escaparates de ropa, de libros y objetos para el hogar; observarán fluir el agua por los brazos del río Pegnitz, en los idílicos alrededores del molino, en la zona conocida como Trödelmarkt. Visitarán el Casco viejo, la Casa de Durero la Iglesia de San Sebaldo, el Museo Nacional Germánico (en un antiguo claustro cartujo), el Castillo Imperial, la Iglesia de San Lorenzo
Medio millón de habitantes viven hoy en la segunda ciudad de Baviera, donde se instaló el cuartel general nazi un día de 1933. Y a partir de ahí Hitler y sus miles de seguidores desfilaron ufanos y aplaudidos por este lugar culto. Tras ese horror que dejó millones de muertos, aquí se celebraron también los famosos juicios contra los criminales de guerra (1945- 1949). Hoy, la ciudad quiere convertirse en símbolo de paz.
La vieja Núremberg fue levantada piedra a piedra en la posguerra. Hasta 1966 necesitaron para dejarla más o menos como estaba siglos atrás, antes de la herida del nazismo, cuando fue campo fértil de la cultura y la ciencia, cuna de Alberto Durero, pintor; de Peter Henlein, inventor del reloj de bolsillo; del aventurero Martin Behaim…
DOCUMENTAR EL HORROR
LA MEGALOMANÍA de Hitler se plasmó también en el diseño de los edificios que dieron cobijo a su régimen. Ejemplo extraordinario es el complejo del que fue cuartel general del partido nazi, situado al noreste de Núremberg, donde permanecen hoy grandes espacios huecos, como enormes cicatrices difíciles de borrar de la piel urbana. Aquí se levantaron tribunas, paseos, coliseos, altares, un palacio de congresos para 50.000 personas… Fue en un ala de este último donde se abrió, en noviembre de 2001, el llamado Centro de Documentación del Partido Nazi, un museo diseñado por el arquitecto austriaco Günther Domenig. La visita resulta estremecedora. Su objetivo: mostrar la fascinación y el horror que produjo el nazismo en todo el mundo. Mediante paneles, vídeos, sonidos o textos lo consigue. Pero es el edificio en sí, el entorno, lo que más impresiona al visitante. Al final del recorrido, en la planta alta, una pasarela conduce al aire libre y ofrece una vista aérea de la plaza interior… Allí, entre el silencio de los campos cercanos, es casi posible oír aún los sonidos de un tiempo que se gestó entre estas paredes y que marcó para siempre la historia.
Hay que ser muy rápido para visitar una ciudad un día. Y más rápido aún si, como en el caso de Núremberg, hay que superar una muralla medieval y pasear por angostas galerías a 16 metros bajo tierra; aprender la historia del partido nazi y visitar la casa del más famoso pintor renacentista alemán; comer una de las auténticas salchichas Bratwurst y atravesar una plaza capaz de albergar uno de los mercados navideños más visitados del mundo; subir a una torre de los sentidos y recorrer una calle decorada con los 30 artículos de los Derechos Humanos en columnas; cruzar por encima de un viejo canal y saber el método de un gran sombrerero; contemplar algunas de las mejores obras del arte moderno y beber medio litro de cerveza ecológica que cumpla con la ley de pureza bávara; o divertirse con los juguetes más emblemáticos de la historia y saltar por las escaleras de un castillo imperial.
24 horas para pasar de un lado a otro de la muralla que rodea el casco antiguo y ver una larga lista de sorprendentes museos, además de los lugares más emblemáticos de una de las ciudades más importantes de la región de Baviera.
Si se tiene tiempo, uno puede asomarse al Jazzstudio, coger energías comiendo algo típico en el número 6 de Rathausplatz, entrar y salir de las tiendas de moda y las de no tan de moda, correr por los parques y visitar galerías de arte y a la noche dejarse caer por los locales nocturnos donde bailar con un buen cóctel.
Hombre, tenemos un largo día y dos noches que procuraremos aprovechar a tope, nuestro tiempo y presupuesto son limitados y queremos conocer lo mejor del sur de Alemania, no solo Núremberg.
Creo que el mercado navideño no nos llevará mucho tiempo… y tendremos que prescindir de algunos museos… pero no nos perderemos ni la Casa de Durero, ni el Museo Nacional Germánico, ni la Antigua sede de los congresos del partido nazi en solidaridad con todas las víctimas de este régimen del horror y lo del callejeo está asegurado mientras nuestros pies aguanten.
Gracias por las sugerencias sobre todo lo del jazzstudio