El día empezó volviendo al “Sicut erat in principio” de Pachelbel, vídeo escuchado y grabado, el pasado 11 de julio, en la iglesia de San Sebaldo, en Núremberg, lugar de nacimiento de Johann Pachelbel, templo que influyó notablemente en la vida del autor. Y acabó, al atardecer, con la danza húngara nº 5 de Brahms, como música de fondo a la recreación y homenaje al barbero y al pueblo judíos de Charles Chaplin.
En el Narru de la bahía de la Concha, a los postres, los viajeros que celebraban -en un exquisito almuerzo, todo hay que decirlo- su intenso y entretenido viaje al Sur de Alemania, asistieron, sorprendidos -como siempre- y entusiasmados, a la puesta en escena, de la secuencia en la que Charlot afeita, a la navaja, a un cliente aturdido.
La creación, dirección e interpretación corrió, cómo no, a cargo de Lola Arrieta. El cliente asustado y divertido, era Juan Berasategi, y la pareja bávara, caracterizada en la foto, Begoña Egurrola y Juan Carlos Berzosa.
El día empezó en el Centro Cultural de Aiete, con la citada referencia del autor barroco bávaro y el repaso a las más de 1.000 instantáneas, obras de arte algunas y otras que enfocaban momentos de alegría, animación, gusto o disfrute o momentos de perplejidad y atención y, otras, de cansancio de las viajeras -mayoría- y de los viajeros.
El día resume la intención de la principal promotora de los ciclos de literatura y cine de Aiete, al poner en marcha este ciclo alemán, allá por el mes de abril. La idea de Lola era ampliar a la música, el arte y quehacer científico el conocimiento de Alemania y, más en concreto, del Sur, un más amplia Baviera, que en el recién concluido viaje, ha incluido Salzburgo (Austria), Ulm o Heildelberg.
Y así ha sido.
Especialmente en Nuremberg y Dachau, entramos en contacto con la barbarie nazi y sus terroríficas consecuencias hasta el día de hoy: un pueblo, el alemán, traumatizado, pero con la mirada puesta en la justicia, la reparación y el nunca más.
Pero nuestra miradas han visto también la Nuremberg de Pachelbel y de Durero; la Ulm de Einstein. En Munich, entre otros, descubrimos el museo Alemán, una de las colecciones científicas más completos, y la Villa Lenbach, con “El Jinete Azul” de Franz Marc, logo de nuestro ciclo alemán, que emocionó a estos especiales peregrinos donostiarras.
Pero además estuvimos en la casa de Bertold Brecht, en Ausburgo, ante la perplejidad de nuestra guía alemana; afirmaba que era arquitecta, pero extrañaba nuestro interés por Brecht…
Y en el techo de Alemania, el Zugspitze. Cruzamos el puente de piedra -en obras- de Ratisbona, sobre el Danubio -que nos acompañó y enamoró- y, a su orilla, almorzamos unas exquisitas salchichas con chucrut.
Estuvimos en la casa de Mozart, en Salszburgo y escuchamos sendos cuartetos de cuerda, de los mutuamente admirados, Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus.
Visitamos Bayreuth, la casa y el palacio de los festivales, dónde rendimos homenaje al Wagner que persigue la música integral, conociendo mejor su figura humana.
Bebimos la mejor cerveza de nuestra vida y más allá, pero fuimos invitados a una cata de vinos de franconia en las bodegas, antiguos sótanos, de la barroca Residencia de Wurzburgo.
Estuvimos, en fin, en Bamberg y Rothemburgo, declaradas como ciudades Patrimonio de la Unesco, porque son bellísimas, y escasamente dañadas por la guerra.
Y aquí encontramos una de las claves de nuestro viaje a Alemania. Una nación que ha reconstruido, piedra a piedra, sus arruinadas ciudades por la salvaje resistencia nazi a su desaparición. El mundo ayudó al pueblo alemán, pero fue éste el primer artífice de su reconstrucción.
Estuvimos con camareros españoles que trabajan cobrando sueldos que pagan a “los chinos”, nos decían, menos de 800 euros al mes; vimos a ancianos «minijobs» cobrando tickets, en los parkings de autobuses o en los cajeros de los supermercados; barrios pobres, mendicidad…
Y nos encontramos con algunos tópicos sobre el pueblo alemán, gente con una fuerte personalidad, temperamento y, en ocasiones, mal genio; pero, ahora, al conocer un poco mejor a las personas alemanas, entendemos de manera distinta a la habitual en los medios de comunicación, las reacciones públicas que nos llegan de allí.
Comprendemos lo difícil que resulta la unidad de los pueblos europeos, pero compartimos con más interés que antes la necesidad de una república de los pueblos de Europa, basada en los ideales democráticos: trabajo, igualdad, libertad.
Una aventura para aprender y disfrutar, una gozada de viaje
Siguiendo al Gran Maestro Chaplin que dirigió El gran dictador en 1940, situamos nuestra humilde escena- homenaje en el Múnich de 1938. En ese momento las leyes nazis prohibían a los judíos tener negocios, tiendas u ofrecer sus servicios para los distintos trabajos y como es sabido, muchos de sus almacenes y tiendas pasaron a ser transferidos a no-judíos.
Pero como el héroe chaplinesco había perdido la memoria en la Primera Guerra Mundial ignoraba todo lo que le rodeaba y seguía en su barbería sin comprender el por qué de los ataques a la misma. Seguía trabajando, afeitando a los acordes de la danza húngara número 5 de Brahms.
Sublime Chaplin, siempre disfrutamos contigo !!!!!
Las que te hemos acompañado en este ilustrativo viaje podemos parafrasearte, “admirable Lolarri, siempre nos dejas fascinadas”