Una memorable velada en la Trini. Aietearra Gonzalo. Inmenso Cullum.

aadGonzalo Tejada de Aiete y no digo más”, así fue presentado en la noche de ayer por Iñaki Salvador (piano, dirección musical), junto a Andrzej Olejniczak (saxos), Maciej Fortuna (trompeta, flugelhorn) y Borja Barrueta (batería de Sopelana, como también remarcó Iñaki)

Gonzalo Tejada es el mejor contrabajo vasco en el jazz actual y ayer volvió a hacer una exhibición. Nacido en Aiete en 1960, es compositor, bajista eléctrico, contrabajista y docente.

Es profesor de Contrabajo de jazz y Repertorio clásico en Musikene

El grupo, destacando el contrabajo de Gonzalo, estuvo magnífico comunicando el sentimiento jazz y precediendo a un grupo sensacional.

Jamie Cullum y su genial banda lo bordaron.

Un espectáculo catártico.

La fusión banda años 20, contrabajo-bajo, batería y Jamie Cullum es la apoteosis del jazz, su síntesis más lograda, la felicidad más completa, el arte que se mete entre la piel.

Cullum tiene resursos ilimitados: vocales, rítmicos, estilísticos, físicos y emocionales.

Lleva el ritmo golpeando la madera del piano, se quita la chaqueta, se afloja la corbata, se quita la corbata y todo ello sin dejar ce cantar, jugando con el público con fuerza y sutileza. Un auténtico “one mand band”

Cambia técnicas y expresiones. Coge los palillos y golpea el tambor, pero cambia de herramientas y golpea cualquier otro instrumento, sin perdr el acorde, el ritmo, la música. Saca chispas a cada canción y a cada estado de ánimo.

Una niña del fondo le declaró su amor, y público y Jamie, se entregaron afondo entre risas y emociones.

Empezó con “Cantando bajo la lluvia”, un guiño a un público que abarrotaba la Trini, en una coreografía de siras rojas y verdes, y que aguantó impertérrito y apasionado, los litros de agua a los que el inglés ya está acostumbrado -llovía en el Sur de Inglaterra, ¿verdad viajeros?, pero no tanto como siguen diciendo algunos-. Jamie se bajó del escenario y, perseguido por un gigantón vestido de negro, se metió entre el público, solidario con él, y siguió cantando, con la gente ya rendida de entusiasmo, solidaridad y cariño. (Este hombre recuerda a Errejón).

El público de la Trini forma un coro profesional, cubre los temas más conocidos del jefe, pero tararea y corea las propuestas e improvisaciones nuevas. El final fue apoteósico, público y Cullum, fundidos, no encontraban la forma de acabar bajo la lluvia inmisericorde, que hizo más grande una velada memorable.

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