En 1937, Klaus Mann, el mayor de los hijos varones del escritor, cumbre de las letras alemanas, Thomas Mann, dirigió su atención a la figura de Luis II de Baviera, conocido como el rey loco,
el tristemente célebre Wittelbach que hoy es el más recordado tanto por su obra arquitectónica como por sus excentricidades y su trágica muerte.
Desde 1933, con la llegada del nacionalsocialismo y de Hitler al poder, Klaus Mann, junto a muchos intelectuales y escritores alemanes demócratas, se ve forzado a un largo exilio que llenará ya el resto de su vida, hasta su también desgraciado final en Cannes en 1949.
Su obra, La ventana enrejada. Muerte de Luis II de Baviera, se centra en los últimos momentos del monarca bávaro, en concreto, desde el doce de junio de 1886, cuando es arrestado en el castillo de Hohenschwangau, hecho prisionero y trasladado al castillo de Berg, a orillas del lago Starnberg, al sur de Munich, hasta el día siguiente, trece de junio, cuando aparecerá misteriosamente ahogado a las orillas del lago junto a su psiquiatra, el doctor von Gudden.
En apenas cien intensas páginas, Klaus Mann intenta penetrar en las mente de Luis II para descubrir qué pensamientos se precipitaron en ella en sus últimas horas y para desentrañar las claves que le pudieron llevar a su trágico final.
El día anterior a su arresto, una comisión de la corte de Munich, siguiendo órdenes del príncipe Leopoldo, tío de Luis II y aspirante a la regencia, lo había declarado enajenado mental y, por tanto, no apto para gobernar: ¿Qué intereses movieron a hacer dicho diagnóstico? ¿Los psiquiatras y médicos que le atendieron actuaron con la necesaria libertad e independencia que su profesión requiere?
El relato se introduce en esa mente diagnosticada de paranoica y va proporcionando al lector elementos clave de su vida , de su relación con Wagner, de la pasión que su obra despertaba en él, de su apoyo incondicional al maestro en condiciones difíciles que ponían en dificil situación su tarea de gobierno; de su intensa y compleja relación con su prima Isabel, esposa del emperador Francisco José. El relato apunta también en la dirección de lo que él mismo llamaba las feas debilidades de la carne, en clara alusión a sus relaciones homosexuales, nos sitúa frente a sus adicciones, sus tensiones, pero, ante todo, nos revela la inmensa soledad del monarca, la más dura de sus pruebas.
Durante estos dos largos días de encierro en el castillo de Berg, no pararía de llover. Llueve mucho en la Alta Baviera, repetirá en sus últimas horas como si la monotonía de la lluvia que cae implacable y abundante fuera la verdadera causante del dolor de su alma cansada y dañada.
De forma magistral, combinando datos documentados y reales con ficción narrativa, Klaus Mann se acerca a este monarca de la dinastía de los Wittelbach, verdugo y víctima, cuyo legado artístico es hoy, paradójicamente y a su pesar, emblema central del que fue su reino.
agosto 2015
¡Cuántas asuntos de importancia quedaron sugeridos en un viaje, este sobre Baviera, probablemante el más intenso de todos los que ha organizado Lantxabe!