Nos llegó ayer la triste noticia de la muerte de nuestra amiga Remi. Nos la dió un amigo común, Manolo, que se resistía a hacer de Hermes esta vez porque le dolía el mensaje que nos traía.
Conocemos a Remi desde hace tiempo. Asistía a las tertulias literarias, a las sesiones de cine, a las conferencias que venimos organizando en la Casa de Cultura de Aiete. Era una mujer inteligente, abierta, de mirada viva y siempre sonriente, una mujer que mantenía su temple también en momentos difíciles como los de su enfermedad, contra la que ha luchado duramente, negándose a rendirse, con un humor indoblegable.
Este invierno, un día, al entrar en la sala, se me acercó más radiante que nunca: “Hemos sido abuelos”, me dijo. Junto a ella estaba, también feliz, su compañero Ignacio, siempre a su lado.
Ese es el recuerdo que me quedará de ella.
A Ignacio, a sus hijos Julio y Marta, a Celia, a Ana y a Manolo, un fuerte abrazo.
Lola Arrieta
18 de agosto 2015