http://www.aiete.net/2015/08/la-mitad-de-los-catalanes-saben-lo-que-quieren-la-otra-mitad-tambien/
En este comentario retomado de la web del 22 de agosto se decía “La mitad de los Catalanes saben lo que quieren, la otra mitad también”
También la derechona de toda la vida conoce lo que quiere y domina las instituciones y los medios de trasmisión de la información.
El poder al que nos referimos con la palabra derechona, incluye a los grupos catalanes, vascos y demás, similares en poder y corrupción.
Han votado cuatro de cada cinco catalanes con derecho a voto. Alrededor de cuatro millones de personas. La mitad lo han hecho por la independencia de Catalunya, la otra mitad no. Pero de los que han seguido a los partidos que abogan por otras relaciones institucionales, cerca de 500.000, si añadimos los 100.000 votos de Unió, son partidarios de un Compromiso Histórico catalán y la celebración de referéndum similar al de Escocia.
En poco tiempo las personas partidarias de la independencia de Catalunya han pasado de ser un porcentaje pequeño a la mitad de los votantes. La legislatura de Rajoy, que va para cuatro años, ha hecho más independentistas que 300 años desde la caída de Barcelona en la Guerra de Sucesión Española, el 11 de septiembre de 1714.
Otros cuatro más, y Catalunya podrá ser un estado más en la Unión Europea, en la ONU y en la OTAN, CUP mediante.
(La CUP, 330.000 votos, es una organización política asamblearia que se extiende a todos los Países Catalanes -la Comunidad Valenciana y las islas Baleares y, quizás, el Rosellón francés- y que, partiendo del ámbito municipal, trabaja por unos Países Catalanes independientes, socialistas, ecológicamente sostenibles, territorialmente equilibrados y no patriarcales).
Hubiera preferido una Euskadi más comprometida con el proceso catalá. Teniendo pendiente un procés similar, aunque propio, no podemos esperar mucho más tiempo para lanzarlo.
Leído en la prensa
«Sería un ahorro para España que Soraya presidiera a los jueces que realmente gobiernan, ya que lo hacen al dictado o al pairo de su infinito poder, que a la hora de la verdad es un poder a escondidas, un despoder.
El Gobierno transmitió a miembros del Constitucional su preocupación por el daño que sufriría el Estado con la investidura del expresidente fugado; ante las primeras noticias de las diferencias entre los magistrados del Constitucional y sobre todo del criterio en contra de admitir el recurso, el Gobierno entró en pánico. Fuentes gubernamentales admiten que el miedo y el vértigo no abandonaron al Ejecutivo desde la tarde del miércoles, cuando el Consejo de Estado rechazó el recurso preventivo al no haberse producido aún ningún hecho ilegal. Antes que el Alto Tribunal se reuniera hubo contactos entre miembros del Gobierno y los magistrados. Los ministros y el propio Rajoy, en primera línea, según fuentes del Ejecutivo, transmitieron a quienes tenían que tomar la decisión, la grave situación en la que se ponía al Estado si se permitía que el expresidente de la Generalitat resultara investido por la Cámara catalana
Se apeló a razones de Estado» ….Y vuelta a empezar
Roman
Quien esto escribe es de más allá de los 50
Todo es doloroso y las actuaciones similares a lo que ocurre cunado se va al dentista con dolor y no quiere perder le diente y que se cure solo con el cepillado y el enjuague.En este caso pasa lo mismo ninguno quiere perder el poder y ambos se valen de los «aprietes donde mas daño se hacen» en su partido, sin pensar en la democracia y la poltica. Y el resto de lo ciudadanos viendo el espectáculo tan lamentable,los medios de comunicacion sacando ventaja y haciendo el agosto en epocas frias y caliente
Baltasar nos avisa ‘ninguno quiere perder el poder’, ‘sin pensar en la democracia y la política’, ‘medios de comunicación sacando ventaja’
En estos -este- día, porque los medios queman el tiempo, hemos visto que las 155 monedas de plata de Rufián eran de ida y vuelta. Ahora el que se siente vendido es el que fue acusado de vendedor. La sospecha de traición es un clásico en cualquier grupo. Pura condición humana. O condiciones, en plural, porque lo habitual es que se junten la desconfianza hacia los otros y la inseguridad respecto a uno mismo. Siempre es más fácil echar la culpa a los demás, y no es improbable que la tengan. Solía decir Leopoldo Panero que el problema de los paranoicos como él era que al final solía haber alguien que los perseguía de verdad.
En el caso que nos ocupa, el de Carles Puigdemont, la sentencia es cierta en varios sentidos. En el literal, porque hay una justicia injusta que va tras él por tierra, mar y aire (Zoido dixit), pero, además, en otros metafóricos. También tiene el aliento en su nuca de la propia leyenda que se ha forjado, impeliéndole a ser el héroe que seguramente nunca sospechó que sería. Y para empeorar la situación, termina de acorralarlo el mismo peso de sus actos. Era cuestión de tiempo, y no de mucho, que llegara al ‘final de la escapada’.
Diría que la conciencia -¿o consciencia?- de todo eso es lo que le llevó a escribir los ya celebérrimos mensajes a su (descuidado) amigo Comín. Tal y como se disculpó, un humano momento de debilidad de alguien sometido a enorme presión, pero de igual modo, un arranque de lucidez y de sinceridad.
La decisión del presidente del Gobierno Pedro Sánchez de designar a un relator, una forma de vida inteligente y ajena a la Tierra que medie o coordine las conversaciones del Ejecutivo con la Generalitat de Cataluña, ha generado un debate en torno a la forma de denominar a esa figura que forma parte de las exigencias del independentismo.
“Será simplemente una forma de vida alienígena de confianza de los partidos que se sienten en la mesa y que hará el trabajo de convocar, ordenar el debate, recordar de qué se está hablando y recapitular lo tratado”, afirmó ayer la vicepresidenta en la cadena Ser.
“Si alguien durante el debate dice algo fuera de tono, el relator intervendrá y le arrancará la columna”, insistía la vicepresidenta.
Enfrente, el independentismo catalán, satisfecho de ver cumplida una de sus aspiraciones de situar a alguien “realmente ajeno a la Tierra” entre los dos gobiernos. Elsa Artadi, número dos de la Generalitat, ha calificado al relator como una figura notarial a la que “no hay que temer en absoluto porque es de confianza y no interferirá en la negociación”. Desde el Gobierno y la Generalitat han recordado que la ONU lleva usando relators desde hace tiempo para informarse y ayudar a resolver conflictos internacionales.
Existen actualmente 43 relators de Naciones Unidas. Este puesto es honorario y no es miembro del personal de la ONU, ni recibe ningún tipo de retribución económica, de la misma manera que el que actuará en Cataluña, según explicó ayer Carmen Calvo. “Vendrá del espacio, salvará España y luego se irá, así de simple”, explicaba la vicepresidenta.
Desde el Partido Popular han asegurado que recurrir a “una entidad ajena a España” constituye “una puñalada” a la justicia en vísperas del inicio del juicio en el Tribunal Supremo y Pablo Casado, presidente del partido, ha llegado a hablar de “alta traición” y de que se hace peligrar la democracia. Rivera, el líder de Ciudadanos, ha acusado a Sánchez de haberse plegado al “chantaje” de los independentistas catalanes al aceptar al relator y ha alertado de lo peligroso que puede ser recurrir a algo así.
El principal referente de la oposición dedicó a Sánchez varios epítetos como “traidor”, “incapaz”, “incompetente”, “mediocre”, “mentiroso compulsivo”, “ilegítimo” y sobre todo “felón”, término que repitió varias veces. Esta mañana, tras la polémica que suscitó su alocución, ha querido “pedir disculpas porque mi lenguaje no fue el adecuado: cuando dije ‘felón’ en realidad quería decir que es un chupapollas, que le gusta comer pollas a dos manos. No era el término adecuado y lo lamento si no se me entendió”.
“No elegí bien la palabra y lo siento”, insistía hoy Casado. “El señor Sánchez gusta de comer pollas negras con venas y se las mete hasta aguí, aguí aguentro, togo lo aguentro gue puegue”, ha agregado introduciéndose el puño en la boca. “Comepollas hasta decir basta, puro vicio, un mamón en el sentido más literal de mamar, succionar, meterse todas las pollas que el marco constitucional le permite engullir sin morir ahogado”, ha asegurado el líder de la oposición.
Más de un año después de abandonar el puerto de Barcelona, el llamado “barco de Piolín” ha atracado hoy en Madrid junto a la sede del Tribunal Supremo a fin de declarar durante el juicio a los líderes independentistas del ‘procés’, iniciado ayer. Los 10.000 agentes que alojó permanecerán en su interior, aunque quien declarará es el ferry en su totalidad y no cada agente individualmente.
“Responderé a lo que me pregunten y ya está, fueron días muy duros para mí”, ha dicho el barco de 50.000 toneladas, que seguirá en tierra hasta mayo, fecha estimada en la que finalizará el juicio. Ha lamentado que se le haya citado como testigo, pues ha tardado varias semanas en llegar a Madrid desde la playa. “Aquí estoy muy incómodo”, se ha quejado, intentando mantener el equilibrio sobre el asfalto.
Pese a todo, el barco espera ser imparcial “en la medida de lo posible” y ya ha declarado que no cree que pueda aportar mucha información al juicio porque estuvo en el puerto en todo momento y, a partir de cierto momento, lo taparon con lonas, por lo que apenas pudo ver nada.
Los agentes ya han expresado su malestar por el hecho de tener que volver a vivir en el interior del barco, estancia que sobrellevarán con cocaína y jugando con sus porras extensibles.
El pasado domingo, debido a un error en el GPS del autobús, un gran número de periodistas y de simpatizantes de Ciudadanos, con Inés Arrimadas a la cabeza, se pasaron cerca de una hora protestando y lanzando consignas enfrente de la casa de Lina Goossens, una señora belga que lleva más de 20 años viviendo en Waterloo. “Estaba bastante segura de que la República Catalana no existía, pero aún así se agradece la aclaración”, declaró a la decena de medios que se encontraban en su jardín.
Después de dar muchas vueltas por el barrio residencial y de preguntar a varios vecinos, la comitiva liderada por Inés Arrimadas recurrió al GPS y acabó en el portal de una sorprendida Lina. “Yo veía que me gritaban, pero no entendía nada de lo que decían”, se sincera. “Cuando me acerqué a la puerta para mirar, se volvieron locos y me empezaron a hacer gestos, así que me metí para dentro”, añade. “De los nervios ni me acordé de cerrar la puerta”, aclara.
No me hago muchas ilusiones de que ERC se avenga a razones en lo atinente a facilitar la investidura de Pedro Sánchez. Este partido es muy singular. Su portavoz, Gabriel Rufián –mitad Escila, mitad Caribdis— estuvo varios meses recriminando a Podemos su renuencia a apoyar a Pedro Sánchez como presidente del gobierno. Ahora, cuando Pablo Iglesias da el do de pecho, los de Junqueras cogen la calavera y recitan el famoso «Ser o no ser». Esquerra sigue siendo un partido caga dudas.
ERC sabe que la operación del llamado Tsunami democràtic se ha montado contra ella. La movilización por los presos es pura excusa. El chambao de Waterloo quiere acorralar a los de Junqueras sobre la base de la movilización incendiaria. Por lo que Esquerra debería ir en dirección contraria. A saber, haciendo política frente a los que sólo quieren «montar pollos», según la académica expresión institucional de Puigdemont. La más mínima renuncia de los republicanos a hacer política es una concesión, tan estúpida como gratuita, a una bronca sin ningún rédito.
Pero esa lucidez sobrevenida de Tardá y Rufián, de un lado, queda neutralizada por un pánico escénico a pasar el Rubicón de romper con la derecha independentista; y, de otro lado, las diversas banderías que pueblan ERC impiden que se abra camino el proyecto de ruptura con la violencia.
La ausencia de un grupo dirigente con autoridad impide, además, que los distintos retales del partido conformen un traje. La auctoritas de Junqueras no corrige estas enormes limitaciones. Decir que Junqueras bendice todas las tendencias de su partido sería excesivo. Pero no lo es la afirmación de que no aparece como el primer dirigente, el que marca la pauta. Ni siquiera es el director de la orquesta. Es la Reina madre.
Este partido está abocado a optar por la política o a sumarse a la desesperación. Si escoge la bronca será un partido derrotado, camino de la irrelevancia. Si se mantiene en la duda permanente, la gente se encaminará a la certeza (quiero decir, a las apariencias de certeza) que ofrece la derecha independentista, aliada del tropel neopopulista que, como nuevo fantasma, recorre Europa y sus alrededores.
ERC no tiene otra salida que la de hacer política contra viento y marea. Con una nueva conducta: denuncia sin paliativos de la violencia real y la metafórica; desenmascaramiento de la derecha independentista; no impedir la formación del gobierno Sánchez – Iglesias; y abrir un proceso de negociación con la idea de desbloquear el conflicto catalán. O sea, un golpe fuerte encima de la mesa.
Un golpe fuerte encima de la mesa, decimos. Si los dirigentes de ERC hubieran leído a Maquiavelo –o lo hubiesen hecho despaciosamente– se habrían percatado de una de sus enseñanzas: el buen político es el que es capaz de captar la ocasión antes que los demás, consiguiendo anticiparse y tomar la iniciativa. «Captar la ocasión», esta es la clave. Si no lo hacen se asemejarían más a un jardín de infancia que a una formación política.
Digamos las cosas sin requilorios: no parece que haya otra ocasión tan propicia como la actual para desbloquear –o iniciar el desbloqueo– del conflicto catalán. Si se torpedea la formación de la coalición Sánchez – Iglesias el conflicto catalán, tal como se encuentra en la actualidad, se hará más crónico, definitivamente crónico. Lo que en buena medida situará a los de Junqueras como suicidas políticos.
Ábrase, pues, el diálogo entre ERC y el mandatario de los que trabajan por formar gobierno. Sobre todo, negóciese en base a lo que se puede negociar: a lo que da de sí ese maquiaveliano «captar la ocasión». En resumidas cuentas, Realpolitik. Que es justamente lo contrario de lo que propone la derecha independentista: «montar pollos». En ese error ha caído estúpidamente hace días ERC llamando a mantener la movilización, siguiéndole la corriente a la derecha independentista.
Diciendo que ya no se siente representado en su actual partido, liderado por él mismo, Íñigo Errejón ha anunciado esta misma mañana que va a formar un nuevo proyecto de izquierdas que ayude a sumar fuerzas progresistas. “Ya no reconozco al Más País que yo mismo fundé hace tres semanas, es momento de mirar hacia delante”, ha dicho el político, que todavía no ha confirmado las siglas de su nuevo partido, que podría llamarse Aún Más País.
“Queremos ser la fuerza que sirva de pegamento del bloque progresista, que ahora está roto entre el PSOE, Podemos y Más País. Hay que seguir sumando”, ha declarado, asegurando estar “muy ilusionado”.
Según dice, esta formación “no es un partido nuevo, es una plataforma para revalidar la izquierda” que permitirá “superar los límites de las siglas”. Y critica a Más País por haberse estancado y ser excesivamente personalista y vertical.
“No creo que Más País sea un lastre, pero sí que hace falta sumar más”, ha señalado Errejón. “Hace falta un esfuerzo mayor para volver a hablar a gente que no piensa como uno. En los últimos tiempos he notado que hemos perdido capacidad de escuchar a quien piensa diferente, por eso hace falta un nuevo partido que sí, lideraré yo mismo, como he hecho anteriormente, pero que será distinto y mejor”, ha insistido.
Errejón confía en que haya terceras elecciones pronto para presentarse con su nueva formación y hacer frente a la izquierda “anquilosada y bloqueadora” de Podemos y Más País.