(Nos visitaron decenas de familias, cientos de personas cargadas de vida, con una gran biografía por delante y por detrás, pero la cámara estaba allí y en ellos, en su vida ejemplar, probablemente todos, nos sentimos representados. O al menos nosotros que les homenajeamos en el frontón y en el bolatoki que llevan su nombre o el nombre del aita, en el caso de Marian)