Ayer vimos una sutil película (Trenes rigurosamente vigilados) en la sala Ghandi del palacio de Aiete; el film con una apariencia de levedad, descargaba una mordaz acusación a la actuación de los nazis en la guerra; parece un tenue relato gráfico de la vida de los empleados y empleadas ferroviarios en una estación de tren instalada en una pequeña aldea de frontera, pero que retrata el ingenio y el valor de la resistencia checa; delicada, frágil, suave, campesina en muchos tramos, con una mujeres protagonistas que dan al celuloide una viva inteligencia, un juego amatorio y sensual, con escenas ingenuamente voluptuosas. Asistimos, también al despertar sexual -y sus contradicciones- del joven protagonista antinazi.
Película visionada en original con subtítulos, estos se veían con dificultad y a pesar de ello, disfrutamos de lo lindo. (Lo que no quita para que intentemos solucionar este problema que padecen los de las últimas filas de unas salas tanto en el centro cultural como en una sala Ghandi del palacio repleta de asistencia)
Celebramos el final de temporada en los salones del palacio que hace muchos años ha pasado a ser de la ciudadanía, aunque en ocasiones, demasiadas, parezca que su dominio es sólo para goce del poder.
Juan Berasategi nos habló de la Nueva Ola Checoslovaca (Nova Vlná en checo). La Nueva Ola fue el movimiento cinematográfico vanguardista que surgió en Checoslovaquia durante la década de 1960 y principios de los 70. Celebramos pues el 50 aniversario, que son también los años de esta excelente película. La etapa comentada se considera la edad de oro del cine del país, con un gran esplendor artístico, tanto en lo visual como en lo narrativo.
Los directores no tenían un sentimiento de pertenencia a un grupo o movimiento concreto, sin embargo entre ellos primaba romper con las pautas del realismo socialista y abrir nuevas vías de creación artística. La Segunda Generación representada por jóvenes licenciados en la Academia de Cine (FAMU), se preocupó de mejorarla cinematografía de su país abogando por la libertad de expresión y el derecho a la innovación. A partir de 1960 se produjo una deslumbrante eclosión que en 1966 se materializaría con 26 premios por sus largometrajes y 41 por sus cortometrajes (en festivales internacionales).
La presencia del cine checo en estos años fue renovadora y reveladora de una de las corrientes más vanguardistas y talentosas de Checoslovaquia. Lo más importante que define a este grupo es su estilo: la ironía y la sátira que se mezclan con el absurdo dando lugar a situaciones kafkianas, las técnicas de montaje vanguardistas y el desencanto ideológico.
El 20 de agosto de 1968 con la entrada de tanques del Pacto de Varsovia (conocida como Primavera de Praga de 1968) se pone fin a una periodo aperturista. Algunos directores se exiliaron y los que decidieron quedarse: Vera Chytilová, Jaromil Jires o Schorm y nuestro Jiří Menzel fueron duramente censurados o tardaron años en volver a filmar. La medidas represivas fueron tan taxativas que afectaron a más de un centenar de películas. A finales de la década de los sesenta los intereses artísticos de los jóvenes directores checos no encajaban con las expectativas de los distribuidores internacionales lo que supuso la disolución del movimiento.