Este año, con la inauguración de la plaza de Munto, tendremos oportunidad de sacar a la luz la parte más tradicional de la historia de Aiete. Un Aiete de cuya existencia se duda. Un barrio que no era y que poco a poco va siendo y en el que sus moradores van tomando más conciencia de que debajo de sus casas, de las calzadas que recorren con sus coches, de los caminos y aceras que pisan, hubo una vida anterior. Una vida rural, poblada por decenas de caseríos, que dan nombre a sus calles y lugares. Con un luminosa y fieramente humana existencia, y cuya belleza y naturalidad, sentimos nostalgia.
Muchos de aquellas personas, caseras y caseros, viven con nosotros, tienen los mismos anhelos y sufren las mismas carencias, asociadas demasiadas veces al mal servicio público. Forman parte de un colectivo cada vez más intenso y que desean un barrio cómodo para ellos, y para sus hijos y nietos
En la ocupación de rebelar la intrahistoria de Aiete está hoy nuestro Pedro Berriochoa, sí el que nos habló del caserío gipuzkoano y, también, sin aparente relación, de la primera gran guerra. El es historiador y está tejiendo la historia humana de Aiete. En esa tarea le están ayudando Begoña Egurrola y, muchas veces, como aparece en la foto, Mari Carmen Illarreta.
En esas mesas y bancos de Katxola -en realidad proceden de Munto- se sentaron a trabajar los tres, a identificar en las fotos las diferentes personas que ha habitan o han habitado nuestro barrio. Fotos de fiestas, de romerías, en el bolatoki, en bodas, fiestas familiares, en el Jolastoki, en Munto, en otros caseríos, fotos de cuadrillas. Fotos de Errotaberri, Machinena, Borroto, Etxetxiki, Katxola, Bera Bera, Gure Pakea, Melodi, Lazcano, Alquiza, Merquzabal, Ayete, Puio, Otxanda, Mamelena, Etxadi, Santa Teresa, Antoniene y otros muchos