El silencio. ¿Qué quiere decir uno cuando no dice nada?
Habrán oído a todos los partidos opinar sobre el acuerdo PSOE-Ciudadanos. A todos, menos al PNV.
¿Por qué calla el PNV? ¿Calla, como Shakespeare, porque prefiere ser rey de su silencio que esclavo luego de sus palabras? ¿Por lealtad negociadora, porque, según Confucio, el silencio es el único amigo que jamás traiciona?
Lo malo del silencio es que nos obliga a especular. ¿Es el pacto firmado ayer compatible con la agenda vasca del PNV? La palabra Euskadi no aparece en los 66 folios del acuerdo. Ni el Cupo, Concierto, las Diputaciones forale…sí recoge «los hechos diferenciales». Pero, ojo a estos tres compromisos: mejorar la proporcionalidad electoral (con circunscripción única el PNV perdería dos escaños); determinar con precisión las competencias del Estado y las de las CCAA y la incidencia de los hechos diferenciales reconocidos en la Constitución; y oponerse a todo intento de convocar un referendum para impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España.
Demasiadas inconcreciones, incógnitas. Se entiende que el PNV guarde silencio.
En el póker quien ejecuta un bluff trata de hacer creer a sus oponentes que tiene la jugada ganadora, con el fin de acobardarlos, aunque en realidad no tenga nada entre manos.
PSOE y Ciudadanos acaban de suscribir un acuerdo de gobierno que no parece que tenga ningún viso de prosperar, pero tiene mucho de bluff. El segundo y cuarto partido político tras las elecciones parlamentarias de España se han unido para conformar un pacto “reformista y de Progreso”, pero juntos alcanzan 130 al sumar los 90 de PSOE y 40 de Ciudadanos. Los números están muy lejos de los 176 diputados que constituye la mayoría absoluta que se requiere en la primera votación de la investidura y difícil que constituyan votos suficientes para que haya más síes que noes, escenario en segunda votación.
El PP, que tiene 122 diputados, sin duda va a votar en contra de la candidatura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno el día de la investidura porque el acuerdo significa dinamitar sus cuatro años de gobierno. De hecho, el acuerdo plantea la derogación de las leyes más controvertidas sacadas adelante en el anterior gobierno, como fue la reforma laboral, la ley de educación y la llamada Ley Mordaza, que restringía considerablemente la libertad de expresión.
Para Podemos, con 69 diputados y tercera fuerza en el Parlamento español, el pacto significa acabar con una alianza de las fuerzas de izquierda y un gobierno real de cambio. Desde un principio había advertido este partido de la imposibilidad de formar gobierno con Ciudadanos por la incompatibilidad de los programas de ambas formaciones. Sin embargo, el PSOE para tratar de poner a Podemos contra las cuerdas le ha retado a denunciar cuáles son las medidas acordadas con Ciudadanos que puedan ser consideradas de derechas.
Las fuerzas nacionalistas vascas y catalanas, también votarán en contra, al ser Ciudadanos y el programa al que se ha llegado con el PSOE centralistas y no contemplar ni remotamente la posibilidad de llevar a cabo un referéndum en las regiones históricas para su autodeterminación y mayor reivindicación en Madrid.
Entonces si no tiene ninguna posibilidad de prosperar el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos ¿A que responde el bluff? Ambas formaciones quieren demostrar que pueden gobernar y que son una alternativa real de gobierno. PSOE necesita neutralizar a Podemos antes de que esta nueva formación le dé el sorpasso y acabe fagocitada como le pasó al PASOK griego con SIRYZA. Ciudadanos también quiere neutralizar a Podemos por arrebatarle el tercer puesto cuando las apuestas les reservaban ese puesto a ellos y al mismo tiempo seguir arañando votos al PP.
Por lo tanto, podríamos considerar que el brindis al sol de PSOE y Ciudadanos ya se puede considerar en clave electoral el primer movimiento de posiciones de cara a la cada vez más cercana repetición de las elecciones generales españolas en junio.
Quizá sea una impresión personal, pero diría que nos toman por gilipollas cosa fina. Cabe una opción peor, que es que, efectivamente, lo seamos y se estén aprovechando de ello. O una intermedia, que consiste en que no siéndolo, actuemos como si lo fuéramos porque ya casi todo nos importa una higa y por una paz, bien está un avemaría. Conste en acta que eso también es una claudicación que facilita el trato que nos dispensan.
Bien es cierto que allá quien trague con un embeleco tan burdo como el que nos están tratando de colar el par de truhanes advenedizos que encabezan el vetusto PSOE y el rancio antes de tiempo Ciudadanos. Dos días llevan haciéndose la ola, celebrando como la rehostia en verso de los acuerdos un apaño que, amén de ser imposible llevar a la práctica, ni siquiera da para la investidura monda y lironda de Sánchez y que luego se vaya viendo. Y aún tienen los santos dídimos de ir proclamando que “no es cuestión de aritmética sino de política”, palabras literales de uno y otro, que los retratan no se sabe si como unos mastuerzos, unos desahogados, unos primaveras, o todo al mismo tiempo.
Por si faltara algo a la gran estafa, cuando el dúo dizque dinámico se pone por separado a detallar los términos de la componenda -a la vera de ese cuadro de Genovés que es una chufa cósmica; gran metáfora, solo que no en el sentido pretendido-, resulta que las versiones se parecen entre sí como los hermanos Calatrava.
El chico del Ibex cuenta una novela al gusto de sus poderosos señoritos y el zagal de Ferraz, entre otras rojeces, da por muerta la Reforma Laboral. ¿Quién miente? Seguramente, los dos.
Javier V
La verdad revelada, una vez más ha ganado el comando Corcuera. Que dios les coja confesados a nuestros amigos del psoe
El silencio. ¿Qué quiere decir uno cuando no dice nada?
Habrán oído a todos los partidos opinar sobre el acuerdo PSOE-Ciudadanos. A todos, menos al PNV.
¿Por qué calla el PNV? ¿Calla, como Shakespeare, porque prefiere ser rey de su silencio que esclavo luego de sus palabras? ¿Por lealtad negociadora, porque, según Confucio, el silencio es el único amigo que jamás traiciona?
Lo malo del silencio es que nos obliga a especular. ¿Es el pacto firmado ayer compatible con la agenda vasca del PNV? La palabra Euskadi no aparece en los 66 folios del acuerdo. Ni el Cupo, Concierto, las Diputaciones forale…sí recoge «los hechos diferenciales». Pero, ojo a estos tres compromisos: mejorar la proporcionalidad electoral (con circunscripción única el PNV perdería dos escaños); determinar con precisión las competencias del Estado y las de las CCAA y la incidencia de los hechos diferenciales reconocidos en la Constitución; y oponerse a todo intento de convocar un referendum para impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España.
Demasiadas inconcreciones, incógnitas. Se entiende que el PNV guarde silencio.
En el póker quien ejecuta un bluff trata de hacer creer a sus oponentes que tiene la jugada ganadora, con el fin de acobardarlos, aunque en realidad no tenga nada entre manos.
PSOE y Ciudadanos acaban de suscribir un acuerdo de gobierno que no parece que tenga ningún viso de prosperar, pero tiene mucho de bluff. El segundo y cuarto partido político tras las elecciones parlamentarias de España se han unido para conformar un pacto “reformista y de Progreso”, pero juntos alcanzan 130 al sumar los 90 de PSOE y 40 de Ciudadanos. Los números están muy lejos de los 176 diputados que constituye la mayoría absoluta que se requiere en la primera votación de la investidura y difícil que constituyan votos suficientes para que haya más síes que noes, escenario en segunda votación.
El PP, que tiene 122 diputados, sin duda va a votar en contra de la candidatura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno el día de la investidura porque el acuerdo significa dinamitar sus cuatro años de gobierno. De hecho, el acuerdo plantea la derogación de las leyes más controvertidas sacadas adelante en el anterior gobierno, como fue la reforma laboral, la ley de educación y la llamada Ley Mordaza, que restringía considerablemente la libertad de expresión.
Para Podemos, con 69 diputados y tercera fuerza en el Parlamento español, el pacto significa acabar con una alianza de las fuerzas de izquierda y un gobierno real de cambio. Desde un principio había advertido este partido de la imposibilidad de formar gobierno con Ciudadanos por la incompatibilidad de los programas de ambas formaciones. Sin embargo, el PSOE para tratar de poner a Podemos contra las cuerdas le ha retado a denunciar cuáles son las medidas acordadas con Ciudadanos que puedan ser consideradas de derechas.
Las fuerzas nacionalistas vascas y catalanas, también votarán en contra, al ser Ciudadanos y el programa al que se ha llegado con el PSOE centralistas y no contemplar ni remotamente la posibilidad de llevar a cabo un referéndum en las regiones históricas para su autodeterminación y mayor reivindicación en Madrid.
Entonces si no tiene ninguna posibilidad de prosperar el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos ¿A que responde el bluff? Ambas formaciones quieren demostrar que pueden gobernar y que son una alternativa real de gobierno. PSOE necesita neutralizar a Podemos antes de que esta nueva formación le dé el sorpasso y acabe fagocitada como le pasó al PASOK griego con SIRYZA. Ciudadanos también quiere neutralizar a Podemos por arrebatarle el tercer puesto cuando las apuestas les reservaban ese puesto a ellos y al mismo tiempo seguir arañando votos al PP.
Por lo tanto, podríamos considerar que el brindis al sol de PSOE y Ciudadanos ya se puede considerar en clave electoral el primer movimiento de posiciones de cara a la cada vez más cercana repetición de las elecciones generales españolas en junio.
Quizá sea una impresión personal, pero diría que nos toman por gilipollas cosa fina. Cabe una opción peor, que es que, efectivamente, lo seamos y se estén aprovechando de ello. O una intermedia, que consiste en que no siéndolo, actuemos como si lo fuéramos porque ya casi todo nos importa una higa y por una paz, bien está un avemaría. Conste en acta que eso también es una claudicación que facilita el trato que nos dispensan.
Bien es cierto que allá quien trague con un embeleco tan burdo como el que nos están tratando de colar el par de truhanes advenedizos que encabezan el vetusto PSOE y el rancio antes de tiempo Ciudadanos. Dos días llevan haciéndose la ola, celebrando como la rehostia en verso de los acuerdos un apaño que, amén de ser imposible llevar a la práctica, ni siquiera da para la investidura monda y lironda de Sánchez y que luego se vaya viendo. Y aún tienen los santos dídimos de ir proclamando que “no es cuestión de aritmética sino de política”, palabras literales de uno y otro, que los retratan no se sabe si como unos mastuerzos, unos desahogados, unos primaveras, o todo al mismo tiempo.
Por si faltara algo a la gran estafa, cuando el dúo dizque dinámico se pone por separado a detallar los términos de la componenda -a la vera de ese cuadro de Genovés que es una chufa cósmica; gran metáfora, solo que no en el sentido pretendido-, resulta que las versiones se parecen entre sí como los hermanos Calatrava.
El chico del Ibex cuenta una novela al gusto de sus poderosos señoritos y el zagal de Ferraz, entre otras rojeces, da por muerta la Reforma Laboral. ¿Quién miente? Seguramente, los dos.
Javier V