‘Violencia en los jóvenes: ¿Víctimas o verdugos?’

ECHEBURUAEs el título de la una jornadas celebradas en el Museo de San Telmo

Es también una reflexión de una de las personas que asistieron al coloquio sobre la película «La Calumnia»  proyectada ayer en el Centro Cultural.

Declaraciones de Enrique Echeburúa, colaborador activo en el logro de un centro de salud en Aiete, catedrático en psicología de la UPU/EHU, miembro de Jakiunde y que actualmente investiga las agresiones sexuales y la violencia familiar, coordinó ayer el seminario

¿Qué factores inciden en la violencia machista en las parejas jóvenes?

-Hay algunos factores que pueden contribuir a que haya unas características más específicas de la violencia, como el abuso de alcohol y drogas en algunos jóvenes. Cuando se ingieren conjuntamente suelen funcionar como un disparador de las conductas violentas contra aquellas personas a las que el adolescente responsabiliza de su frustraciones, de su malestar, etc… Hay situaciones también de desestructuración familiar que hace que haya personas que no han interiorizado un sistema de normas y una conciencia moral de lo que está bien y mal. Y otra de las características peculiares de nuestra sociedad es la cantidad de inmigrantes que estamos recibiendo. Esto no significa que sean peores sino que, muchas veces, no se integran en la sociedad, sobre todo cuando no conocen el idioma, cuando vienen de culturas con valores religiosos o políticos diferentes y cuando tienen una formación cultural baja que les impide acceder a la universidad o a un puesto de trabajo cualificado. Eso puede generar en algunos casos que aumenten esas conductas violentas.

¿Cómo es ese maltrato dentro de las parejas jóvenes?

– Por una parte, más que una violencia física predomina la psicológica, de control. Todavía persiste una ideología machista y, aunque está muy cuestionada socialmente, hay muchos hombres que se resisten a renunciar a ella porque obtienen beneficios. Pero hay un aspecto que es fundamental: la consecución efectiva de una igualdad de derechos entre mujeres y hombres en un momento en que las chicas tienen un nivel cultural, al menos, igual que el de los chicos y los mismos derechos políticos y de otra índole. Lógicamente, estas chicas plantean una relación igualitaria que es diferente de la que han tenido sus padres o sus abuelos, y muchos hombres se resisten a renunciar a estos privilegios. Si, además, estos hombres tienen un consumo excesivo de alcohol, celos exagerados y las nuevas tecnologías les permiten ejercer ese tipo de control, se plantea ese problema.

Algunas chicas también han interiorizado ese machismo.

– Sí. Y, a veces, hay una violencia cruzada, es decir, que son violentos los chicos y también las chicas. Ellas usan una violencia más sutil y psicológica, en forma de humillaciones. Hay una violencia en la que el agresor es claramente el hombre y la víctima es la mujer, pero a veces se intercambian un estilo de conducta violenta.

En esos casos, la mujer se ha quedado con lo peor del hombre…

– Sí, eso se ha visto en el complicado y zigzagueante proceso de igualación de la mujer al hombre. Ha asumido miméticamente una serie de comportamientos masculinos, como por ejemplo el abuso de alcohol, el consumo de tabaco… pero, en este momento, están exigiendo una igualdad de derecho a la hora de compartir responsabilidades domésticas, la educación de los hijos y el tiempo libre. Esto supone un reto importante para el hombre, con unos modelos de su padre y sus abuelos, que tienen poco que ver con esta situación. Muchos se adaptan, pero otros no, e intentan imponer por la fuerza o la coacción situaciones que no son capaces de asumir de otra manera.

¿Qué debería cambiar en la familia, en la escuela y la sociedad para corregir estos comportamientos?

-En la familia es muy importante crear modelos igualitarios, donde los hijos vean que el padre y la madre comparten actividades dentro del hogar. En segundo lugar, no hacer distinciones entre hermanos y hermanas en las funciones que tienen que desempeñar, y cortar cualquier tipo de comportamiento machista que vean entre ellos, como justificar la violencia o la superioridad masculina o callarle la voz a la chica porque es mujer. Esta labor de prevención va calando como una lluvia fina y crea esos valores en el seno del hogar. En la escuela hay que fomentar un sentido cooperador y cortar cualquier tipo de situación que implique un nivel de utilización de la violencia, la ridiculización o la humillación. A nivel social es necesario eliminar ese concepto de mujer objeto en el aspecto sexual y al servicio del hombre que todavía mantiene gran parte de la publicidad. Hay que desarrollar y sacar a la luz esos testimonios de mujeres que llevan a cabo labores muy interesantes en el aspecto intelectual, artístico, empresarial y que muchas veces quedan opacas. Parece que el modelo de mujer que tenemos es el de actriz, modelo o persona que está en la prensa del corazón y que es muy superficial. Esto oculta la realidad existente de otras muchas mujeres que deberían ser objeto de referencia para las jóvenes.

Hay una tendencia a pensar que la violencia machista entre jóvenes ocurre en niveles sociales bajos.

– Sin duda, pero es un fenómeno que existe en todos los ámbitos. Probablemente, la violencia física se da más en una clase social media-baja y baja, pero la psicológica se da en todas. Tenemos que desarrollar niveles de cultura y educación mayores, que son más incompatibles con la violencia, que es un gesto primitivo y atávico. Denota en el fondo una incapacidad para resolver problemas. Si se tiene una relación de pareja basada en unos niveles de simetría, aceptación y respeto mutuo, cuando hay problemas en la convivencia las personas debemos aprender a utilizar unas estrategias de comunicación y solución de problemas.

¿Qué debe hacer una chica que sufre la violencia por parte de su pareja?

– Hay que intervenir de forma temprana y enseñar a muchas chicas que, en lugar de avergonzarse, lo saquen al exterior: amigas, madre, hermanas… porque esas personas les pueden ayudar a objetivar la situación y analizar, si es posible, la ruptura y sus complicaciones. Si en el ámbito familiar no es posible manejar eso porque la situación es complicada, hay que buscar ayuda en psicólogos o en servicios de orientación familiar. Cuanto antes se acabe con la violencia es más fácil salir de ella. Muchas mujeres se autoengañan y se dicen: es que estoy pasando una mala racha… esto con el tiempo lo voy a mejorar… Y eso es lo que se trata de evitar.

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