Una exposición permanente en la plaza de Munto (bodega)
Se está trabajando en la creación de un Museo Etnográfico al Aire Libre del caserío vasco representado por los materiales que se conservan de Munto. Para algunos la única exhibición de este tipo que existe en Donostia.
Ayer en la reunión de Lantxabe hubo un primer debate sobre el contenido y el continente de la exposicón en la bodega de Munto.
Sus componentes tuvieron oportunidad de ver in situ los aparejos, aperos, pertrechos, materiales y trastos que se conservan de Munto en un almacén municipal.
En está página presentamos una variedad gráfica, ordenada, de los diferentes artefactos
Las personas reunidas cambiamos impresiones sobre las formas de hacer la exposición y el contenido de la misma: paredes especializadas: una, por ejemplo, la del lado derecho, con los aperos de labranza; la otra, situada enfrente, con los cachivaches del caserío; en general se aceptaba que el eje de la presentación fuera el tolare ocupando el centro de la bodega y las herramienta relacionadas con la fabricación de la sidra formaran a su alrededor.
La sugerida por las técnicas del Museo San Telmo, una gran foto que cubriera toda la pared frontal, y permitiera en un vistazo, saber de qué trataba la muestra de la bodega, pareció a todas las personas presentes en la reunión, una propuesta importante. Después se añadían matices: pocos objetos en el escaparate y que estuvieron claramente invidividualizados y bien iluminados
En el Centro Cultural está la maqueta de Bentaundi, preciosa, lo que se propone en la plaza de Munto es un prototipo tamaño natural
Las documentación gráfica que ofrece la web es diversa y en varias láminas: utensilios de cocina, piezas del resto de la casa, aperos de labranza…De entre todos estos materiales hemos de ser capaces de elegir los más convenientes, mejores, más adecuados, más representativos y bellos…
Esta es un página abierta a la opinión, la creación y la sugerencia; sin ella no valemos nada.
En las fiestas de hace dos años, Humboldt era un autor de referencia para algunos comentarios festivos que tenían que ver con el baile. El autor alemán describe nuestro caserío como «En la sala un telar para hacer el lienzo de los menesteres de la casa».
Dentro del caserío, nuestro añorado Juan Garmendia Larrañaga, -recordaré su autoría intelectual en relación al proyecto de “bosque etnográfico en Miramón” que no llegó a cuajar pero del que nacieron el proyecto actual y nuestro trabajo en Katxola- citaba el lagar o «tolarea», que si hoy tiene el eje o «ardatza» de hierro, antiguamente era todo de madera, mecionaba también el arquibanco o «zizaillua», el arcón o «kutxa», la cuela o tina para cocer la ropa o «Lixiba ontzia», el carro rural o «guardia», el yugo o «uztarria» y la «argizaiola»
En el almacén se conserva un sillón del que ninguno de los presentes ha sabido dar cuenta de cuál era su papel.
Ante su vista alguien evocó la leyenda del rey Salomón. Este invitó a tomar asiento en el sillón de su trono a aquél que más hubiese contribuido a levantar el grandioso templo. Entre los miles de obreros, el herrero se adelantó a ocupar el asiento, al tiempo que decía: «Preguntad a todos vuestros operarios, ¿si yo no les hubiese preparado la herramienta hubiesen podido llevar a cabo su trabajo?».
Las herramientas del herrero, que era Isidro Urrestarazu, son dignas de exposición.
En depósito -y en Katxola- hay muchas cestas. Podemos afirmar que la cestería es más antigua que la elaboración de las vasijas de barro, que sabemos arranca del Neolítico. El junco, la enea, la caña y la hierba se han empleado en la cestería, con técnica de confección que, en ocasiones, ha evolucionado poco, a través de los siglos.
Bellas piezas para un museo etnográfico.
Alguien me ha dicho, muy convencida, de que en el lugar concreto que es la bodega de Munto, la única exposición que cabe es la del eje del tolare o ardatza, la gran foto en la pared del fondo y un par de artefactos contundentes, los más hermosos que se tengan y que sean de traza artística como si de una escultura de Oteiza se tratara.
Ni un adorno más, sería cargante y superfluo
El arte, el museo, nunca es resultado de una suma, sino del talento y de la síntesis.
Para manifestar mi acuerdo con la sencillez.
Y para decir que el yugo que aparece en las láminas me horroriza.
Los exclusiovos de Aiete siempre tan crecidos. Existe otro museo al aire libre en Donostia, y desde hace muchos años, Lordes-Txiki, pequeño santuario situado en la carretera que sube a Igeldo. Para llegar allí, es mejor aparcar en el restaurante Rekondo, almorzar y subir por un pequeño camino que tiene un panel que podéis copiar para la plaza de Munto.
¿Esta vale para el concurso de ideas?
Mucho museo, mucho palabro como etnonoseque…Munto será recordado por los donostiarras como la taberna a la que acudían los montañeros y caseros agobiados por sus pesados trabajos, a departir alegremente y echar un trago de sidra, mientras la Joaquina les ponía algo para comer en la mesa o en el mostrador e Isidro llenaba la conversación
Consecuentemente, como decía el otro, la bodega es eso: un almacén de sidra.¡Kupelas mesedez!
No se si sabéis que los mangos de las guadañas que están en vuestras láminas eran fabricados uno a uno, adaptado a cada segador, teniendo en cuenta su brazada, su constitución física y los terrenos donde tenía que trabajar con corte rápido y cómodo. Se trataba de un trabajo delicado que no podía hacer cualquier carpintero, y proporcionaba una herramienta muy útil y personal antes de que se introdujeran las segadoras mecánicas.
Respecto de los yugos que horrorizan a Marisa, al parecer los artesanos iban casa por casa, vaca por vaca, para tomar las medidas de su testuz «con el esmero con que un sastre se preocupa por obtener una perfecta confección».
Si lo que repudia Marisa es la combinación con las flechas, entonces sí, en ese caso la comprendo
Txomin tiene razón. Munto era un merendero muy famoso en todo San Sebastián desde el río hasta aquí. Todos nuestros conocidos, de nuestra edad han pasado por allí. Era muy normal que los jóvenes del barrio terminaran los domingos allá. Era un mundo de hombres.
Había cuadrillas que acudía solo a beber, trayendo ellos su comida. Para ellos tuvieron que habilitar un fogón en la trasera del caserío, en el llamado etxeordeko.
La casa era grande, imponente, con tres plantas desde la sidrería de abajo hasta la ganbara. Mesas por doquier, dentro y fuera. Tenía una gran cocina, sala, comedor, mostrador, tolare, la tiña, las grandes barricas en la bodega cavada objeto de nuestro interés Fuera, la famosa toca en donde se inició el gran Manuel Matxain con doce años y que ahora se conserva en Katxola.
Baltasar:
Por lo escrito parece que la etnografía tiene su interés pero menos, que el costumbrismo mas reciente y recordado por varios colaboradores de esta pagina ,como la gastronomía ,el juego, el entretenimiento con la conversación y como elemento común la sidra, entonces los elementos relacionados y disponibles serian los primeros a elegir, restando una parte de los otros si quedase espacio y se les reconociese valor simbólico e histórico para ser expuestos y añadidos en el reducido espacio de la bodeguilla actual.
Si nos centramos en los objetos que han de ir en la bodega como tresnak permanentes, la propuesta de que sean dos o tres artefactos contundentes, que nos traiga a la memoria el trabajo en el baserri y que tengan porte, tamaño y belleza -la que le da el trabajo, el uso, la industria- es parece, desde todos los puntos de vista, la decisión más conveniente.
Primero porque la bodega es pequeña, segundo porque es un lugar cerrado, tercero porque el costo y trabajo de mantenimiento debe ser el menor posible, cuarto porque es la mejor forma de que lo que se expone sea atractivo, guste, evoque…