Vale, que haya terceras elecciones. Vayamos a votar el 25 de diciembre. Que se note la calaña de esa clase política que no duda en adelantar y retrasar elecciones en cualquier legislatura pero ahora va, y tras un largo tiempo de espera y sopor, justo pone la fecha del debate de investidura para que si no ganan, la cita electoral caiga justo, justo, el día de Navidad. Venga, jodan uno de los pocos días del año en el que se reúnen las familias que ustedes han alejado al tener que marcharse a trabajar a otros países. Venga, arruinen la Navidad, y también la víspera, a miles de personas obligadas a permanecer en la mesa electoral entre las ocho de la mañana y las nueve de la noche o cuando aquello se acabe de contar. Venga, jodan el día a las fuerzas de seguridad necesarias para custodiar los colegios. A otros tantos profesionales. Y a los padres y a los hijos de toda esa gente. Venga, ya que babean con la idea de que llegado ese día solo se movilizará la parroquia Martínez mientras el resto, encabronado, se queda en casa, échenle huevos, que de esta les sale la mayoría absoluta. Y si no hay terceras, que sea porque llegan a un acuerdo con los partidos que haga falta, no porque un diputado se ausenta, le da un tamayazo o se confunde al votar por vergüenza propia o ajena. Que ya es todo muy triste.
Cuando un Gobierno ignora la deriva de un mundo donde la lucha por los recursos aumentará las guerras y conflictos y, a pesar de ello, sigue apostando por su despilfarro y destrucción. Cuando los representantes de la voluntad popular anteponen los intereses de las corporaciones al bien común de la sociedad; y usan el poder para negar la participación y la transparencia en las decisiones; o usan la democracia como una dictadura a plazos. Sencillamente, van a contracorriente de lo que la ciudadanía les demanda al prestarles su confianza.
Vale, que haya terceras elecciones. Vayamos a votar el 25 de diciembre. Que se note la calaña de esa clase política que no duda en adelantar y retrasar elecciones en cualquier legislatura pero ahora va, y tras un largo tiempo de espera y sopor, justo pone la fecha del debate de investidura para que si no ganan, la cita electoral caiga justo, justo, el día de Navidad. Venga, jodan uno de los pocos días del año en el que se reúnen las familias que ustedes han alejado al tener que marcharse a trabajar a otros países. Venga, arruinen la Navidad, y también la víspera, a miles de personas obligadas a permanecer en la mesa electoral entre las ocho de la mañana y las nueve de la noche o cuando aquello se acabe de contar. Venga, jodan el día a las fuerzas de seguridad necesarias para custodiar los colegios. A otros tantos profesionales. Y a los padres y a los hijos de toda esa gente. Venga, ya que babean con la idea de que llegado ese día solo se movilizará la parroquia Martínez mientras el resto, encabronado, se queda en casa, échenle huevos, que de esta les sale la mayoría absoluta. Y si no hay terceras, que sea porque llegan a un acuerdo con los partidos que haga falta, no porque un diputado se ausenta, le da un tamayazo o se confunde al votar por vergüenza propia o ajena. Que ya es todo muy triste.
Cuando un Gobierno ignora la deriva de un mundo donde la lucha por los recursos aumentará las guerras y conflictos y, a pesar de ello, sigue apostando por su despilfarro y destrucción. Cuando los representantes de la voluntad popular anteponen los intereses de las corporaciones al bien común de la sociedad; y usan el poder para negar la participación y la transparencia en las decisiones; o usan la democracia como una dictadura a plazos. Sencillamente, van a contracorriente de lo que la ciudadanía les demanda al prestarles su confianza.
Muy bueno el comentario. Y sigue teniendo actualidad.