Anécdotas (pasadizos) de Manuel Matxain deportista

Manuel era un atleta bueno en todo, al que frustró la guerra civil, salvo en su faceta de tokalari y bolari.

Siendo un chaval y para probarse, en el cross de la Zurriola, se puso a correr por la acera al par de los atletas que competían llegando a la conclusión de que les podía ganar. Comenzó a correr con la Gimnastica de Ulía.

KORRIKALARIETAN

El primer trabajo “importante” -empezó a trabajar muy joven- fue en la fábrica de baldosas de Caballero, donde usaban moldes de hierro de mucho peso que trasladaban a mano, individualmente al horno; por ese motivo desarrolló enormemente los brazos. Era un gran lanzador de piedras y se entrenaba yendo y viniendo de trabajar en la orilla del Urumea, tirando la piedra de un lado hasta alcanzar el otro. Cierto día hizo una apuesta a que pasaba con una piedra desde una portería a otra del campo de futbol del Añorga; tiró la piedra, y no solo pasó la portería, sino que la piedra pegó encima del tejado del frontón.

Gudari en la guerra, con el ejército republicano, era el lanzador de granadas a mano siendo muy efectivo y a grandes distancias.

Por cierto, hablando de la guerra, cuando se entregó el ejercito vasco a los italianos en Santoña los tuvieron 3 días sin comer en la plaza de toros, hasta que un día vieron poner cámaras de cine en las gradas y de pronto entró un camión echando chuscos de pan, para que en la propaganda fascista se “viera el hambre que pasaba el ejército republicano”.

Los prisioneros que los franquistas no fusilaron, fueron castigados en batallones de trabajadores. Manuel estuvo recogiendo alambre de espino, a mano desnuda, en invierno, en los montes de San Emiliano.

También les hicieron construir el aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela; dormían en unas bordas, poniendo encima del suelo ramas de árboles y encima helechos para preservar la humedad que se filtraba.

Manuel visitó esas bordas en 1977, tenía 60 años. En aquellas bordas, sin reformar, seguían viviendo familias gallegas

Teniendo 17 años se formalizó la mayor apuesta de toka hasta la fecha entre una cuadrilla de Manuel y el mejor tokalari de la historia hasta entonces: Lokate. Manuel apostó poco, porque casi nada tenía, pero en Aiete se jugaron cantidades importantes a favor de Manuel contra la cuadrilla de Lokate. En el león-castillo le tocó tirar primero a Manuel con dos tiradas de entrenamiento. Un amigo le dijo: “Manuel Pega eh! Pega!” “Porque si no éste se crece”. Tiró la 1ª y pegó las seis y Lokate recogió las fichas y se las dio, tiró la 2ª y volvió a pegar las seis y Lokate en lugar de recoger las fichas cogió la chaqueta y se fue diciendo “a éste no se le puede ganar”.

Tenía tal brazo que llegaba con mucha facilidad a la barra de la toca y cuanto menor era el hierro y más lejos estaba, más a gusto tiraba.

Un día que se estaba entrenando con la toca en el Jolastoki vinieron dos jóvenes, de unos treinta años, a jugar a fútbol; Manuel les invitó a tirar unas partidas a la toka; los jóvenes replicaron a fútbol bai; bueno pues entre bromas y veras surgió una apuesta; Manuel y su cuñado Nicolás, un partido de fútbol dos contra dos, en el Jolastoki. Tendrían cerca de los setenta años cada. Total que ganaron con una facilidad pasmosa.

A pelota mano solía jugar en el frontón de la Trinidad, pero un día hizo una apuesta en el Urumea; él tirando la pelota con la mano y un pelotari de remonte con el remonte; solía decir que le ganó más fácilmente de lo que pensaba.

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