1 comentario en “Mucha gente piensa como «El Roto»”
Manolo
Entiendo que Lantxabe haga eufemismos y para hablar de la alianza ERES de Andalucía -y el correspondiente voto cautivo-, GURTEL-RAJOY y Borbonidad para repartirse los gobiernos de España escriba sobre las plagas de Egipto o traiga una viñeta de EL ROTO, aunque Rábago no lo sepa.
Pero la tragedia no descrita es peor que una plaga, es una desdicha sin cuento. Lo que está pasando, por ejemplo, con el grupo PRISA, es un drama para la izquierda moderada de este país. Por lo que veo como muchos otros seguidores de Lantxabe, pertenezco a una generación que se educó políticamente con ese diario, que llegó a tener una enorme calidad. Pero está ocurriendo con él lo mismo que en aquel cuento de Cortázar titulado La casa tomada -Sí el Cortzar de un de vuestra tertulias-. Primero, el grupo empezó a tener tantos intereses en el mundo de las editoriales, que algunas páginas de Cultura había que leerlas con precaución (Caso Atxaga). Después, Prisa se expandió por Latinoamérica y el fervor de algún converso llevó a publicar aquella portada de un Chávez moribundo que no era Chávez, ejemplo paradigmático de cómo se informa sobre ciertos países. Luego, bancos y grandes empresas entraron directamente en el accionariado del grupo y hubo que dar por perdidas muchas páginas de Economía. Y ahora han llegado al mando del periódico los liberales, que han decidido que formas parte de la anti-España si no defiendes que Rajoy debe gobernar, lo que está lastrando muy seriamente las secciones de Política y de Opinión. Hasta las encuestas quedaron malparadas desde aquel día en que se consideró necesario apuntillar a Tomás Gómez y se publicó un sondeo en el que casi todos los madrileños se declaraban conocedores de su defenestración pocas horas después de que lo destituyesen en un día laborable, fenómeno que habría sido ciertamente único en la historia de la demoscopia. Y así después con todas las encuestas publicadas por este periódico que, por supuesto, hace meses he dejado de comprar (ante la alegría de mi quiosquero, dicho sea de paso)
El giro a la derecha del grupo Prisa es dramático porque desequilibra por completo el panorama mediático en España. La derecha (ya me perdonarán quienes piensan que esas categorías están muertas) siempre ha tenido una mayoría cuantitativa, pero la potencia y la credibilidad de El País y de la SER equilibraban la batalla mediática en términos cualitativos. Ese mundo se acabó. Y por eso nos encontramos con unanimidades como en las fallidas investiduras, cuando los cuatro periódicos editados en Madrid -y los del grupo Noticias, incluido la ETBilbao y los del grupo Vocento, por supuesto- decidieron que el culpable del fracaso de Pedro Sánchez era Pedro Sánchez y que el culpable del fracaso de Mariano Rajoy también era Pedro Sánchez. Una forma de razonar que provoca grandes rasgamientos de vestiduras en las redes sociales -como es este caso-. Y poco más.
Total, que la situación mediática es la siguiente: en un lado están las principales cadenas públicas y privadas de televisión, casi todas las radios, el 90% de los periódicos nacionales y provinciales y un sinfín de medios nativos digitales, desde los que están bien hechos hasta los que son bazofia empaquetada en formato de periódico. Y en el otro lado el desierto. Ahra La Sexta apesta. Debe quedar alguna radio y un puñado de medios digitales, la mayoría de ellos pequeños y con serias dificultades para alcanzar el equilibrio financiero, pero que en mi caso no soy capaz de sintonizar.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Pues muy sencillo: somos responsables los lectores que afirmamos ser de “izquierdas”, que denunciamos la situación mediática, que nos llenamos la boca con la importancia de la libertad de prensa y que no hemos sabido o querido crear, defender o apoyar medios que reflejen esa visión del mundo (pudiendo hacerlo, claro). Somos responsables los miembros de esa izquierda divina enrocada en Twitter. Una izquierda que se oculta bajo su autodivinidad. Que dios nos coja confesados.
Entiendo que Lantxabe haga eufemismos y para hablar de la alianza ERES de Andalucía -y el correspondiente voto cautivo-, GURTEL-RAJOY y Borbonidad para repartirse los gobiernos de España escriba sobre las plagas de Egipto o traiga una viñeta de EL ROTO, aunque Rábago no lo sepa.
Pero la tragedia no descrita es peor que una plaga, es una desdicha sin cuento. Lo que está pasando, por ejemplo, con el grupo PRISA, es un drama para la izquierda moderada de este país. Por lo que veo como muchos otros seguidores de Lantxabe, pertenezco a una generación que se educó políticamente con ese diario, que llegó a tener una enorme calidad. Pero está ocurriendo con él lo mismo que en aquel cuento de Cortázar titulado La casa tomada -Sí el Cortzar de un de vuestra tertulias-. Primero, el grupo empezó a tener tantos intereses en el mundo de las editoriales, que algunas páginas de Cultura había que leerlas con precaución (Caso Atxaga). Después, Prisa se expandió por Latinoamérica y el fervor de algún converso llevó a publicar aquella portada de un Chávez moribundo que no era Chávez, ejemplo paradigmático de cómo se informa sobre ciertos países. Luego, bancos y grandes empresas entraron directamente en el accionariado del grupo y hubo que dar por perdidas muchas páginas de Economía. Y ahora han llegado al mando del periódico los liberales, que han decidido que formas parte de la anti-España si no defiendes que Rajoy debe gobernar, lo que está lastrando muy seriamente las secciones de Política y de Opinión. Hasta las encuestas quedaron malparadas desde aquel día en que se consideró necesario apuntillar a Tomás Gómez y se publicó un sondeo en el que casi todos los madrileños se declaraban conocedores de su defenestración pocas horas después de que lo destituyesen en un día laborable, fenómeno que habría sido ciertamente único en la historia de la demoscopia. Y así después con todas las encuestas publicadas por este periódico que, por supuesto, hace meses he dejado de comprar (ante la alegría de mi quiosquero, dicho sea de paso)
El giro a la derecha del grupo Prisa es dramático porque desequilibra por completo el panorama mediático en España. La derecha (ya me perdonarán quienes piensan que esas categorías están muertas) siempre ha tenido una mayoría cuantitativa, pero la potencia y la credibilidad de El País y de la SER equilibraban la batalla mediática en términos cualitativos. Ese mundo se acabó. Y por eso nos encontramos con unanimidades como en las fallidas investiduras, cuando los cuatro periódicos editados en Madrid -y los del grupo Noticias, incluido la ETBilbao y los del grupo Vocento, por supuesto- decidieron que el culpable del fracaso de Pedro Sánchez era Pedro Sánchez y que el culpable del fracaso de Mariano Rajoy también era Pedro Sánchez. Una forma de razonar que provoca grandes rasgamientos de vestiduras en las redes sociales -como es este caso-. Y poco más.
Total, que la situación mediática es la siguiente: en un lado están las principales cadenas públicas y privadas de televisión, casi todas las radios, el 90% de los periódicos nacionales y provinciales y un sinfín de medios nativos digitales, desde los que están bien hechos hasta los que son bazofia empaquetada en formato de periódico. Y en el otro lado el desierto. Ahra La Sexta apesta. Debe quedar alguna radio y un puñado de medios digitales, la mayoría de ellos pequeños y con serias dificultades para alcanzar el equilibrio financiero, pero que en mi caso no soy capaz de sintonizar.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Pues muy sencillo: somos responsables los lectores que afirmamos ser de “izquierdas”, que denunciamos la situación mediática, que nos llenamos la boca con la importancia de la libertad de prensa y que no hemos sabido o querido crear, defender o apoyar medios que reflejen esa visión del mundo (pudiendo hacerlo, claro). Somos responsables los miembros de esa izquierda divina enrocada en Twitter. Una izquierda que se oculta bajo su autodivinidad. Que dios nos coja confesados.