“Adoración de los Reyes Magos” por Giotto (1303-1305, pintura al fresco, Capella degli Scrovegni, Padua)
Hace justo un año, el 4 enero 2016, con ocasión de la misma efemérides de los magos que llegan de Oriente, nos hacíamos eco de este cuadro de Giotto, artista al que venimos siguiendo en nuestros viajes culturales.
Este trimestre la tertulia de Aiete trae sus propios magos de Oriente: el egipcio Naguib Mahfuz, el turco Orhan Pamuk y el libanés Amin Maalouf.
La que figura en la foto, es una de las escenas que pintó Giotto en la Capella degli Scrovegni de Padua, la gran joya del Trecento que todo el mundo debería ver por lo menos una vez en la vida. Los azules de Giotto, en directo, son algo que no se olvida jamás, ninguna foto les hace justicia. Giotto es el artista que marca el paso de la pintura gótica a la pintura renacentista. A diferencia de sus predecesores, intentaba dar cierto volumen a las figuras y marcar la perspectiva. Es verdad que todavía no le salía del todo bien, que las rocas parecen de cartón piedra y que los mantos y las túnicas tienen casi la misma textura que las montañas. Pero estas novedades supusieron un avance importantísimo en el arte. Fijaos, por ejemplo, en cómo trata de orientar los halos de los personajes respecto a las cabezas, en vez de pintar platos llanos vistos de frente, o en el modelado suave de los rostros y las manos. Es una escena muy compacta en la el artista se las ha apañado para incluir en el “portal” de Belén, a San José, la Virgen y el Niño, a los tres Reyes Magos, dos camellos, dos pajes, el ángel y la estrella-cometa. Los tres Reyes Magos siguen la iconografía antigua, uno viejo, uno de mediana edad y otro joven, todos blancos. Más adelante, la iglesia católica daría un salto hacia la globalización y mandaría que fuesen de tres razas diferentes, para que todos los pueblos (menos los pobres orientales) se sintiesen representados.