Cuando el pasado 15 de enero informábamos en la web, en tono de broma, que una de las señales del árbol de Munto, se había caído y “Anoeta quedaba a los pies”. Reclamábamos su reparación con una chirigota sobre quién se llevaría el gato al agua “si el fantasma o mantenimiento urbano”.
Enseguida recibimos una positiva colaboración de mantenimiento urbano que saludamos, después resultó que era otro, el departamento responsable y finalmente el árbol fue reparado por un tercero, el de turismo. Un colaborador escribió en esta web “Ya está reparado el panel del árbol señalético, pero no han aprovechado para pasarle un trapo y limpiar el barro acumulado en el suelo por la lluvia. Yo me encargo. No han puesto una plaquita, que se ha caído y que les dejé junto al panel; la chapa sirve para tapar los cabezales de los tornillos -como tienen todas las demás señales-. Se ve que tenían demasiada prisa. Hay que hacer las cosas con cierto cariño”.
Lantxabe había felicitado la rapidez en el arreglo. Pero nuestro colaborador tenía razón. Al día siguiente se volvió a desprender la señal.
Y desde entonces la señalización de Anoeta está por los suelos.
Avisamos al ayuntamiento del riesgo que supone este indicador desprendido ras de tierra, sobre la acera, para los paseantes, sobre todo para los más jóvenes, que a veces van corriendo, o sobre los más mayores. El ayuntamiento ha optado por poner un cinta avisando del peligro, pero la flecha de señalización sigue ahí, en el suelo. ¿Para siempre?
El ayuntamiento debe tomar nota de que su comportamiento no es ejemplar.
La nueva plaza de Munto, su escenario, toka, manzanos, bancos corridos, restos de los muros bodega etnográfica, panel de los antiguos caseríos de la zona -que lleva meses emborronado por alguna persona vándala-, su árbol señalético,… Son fruto de una amplia participación ciudadana. Cuando la obra terminada se presentó a la vecindad, la gente respondió con mucha felicidad.
¿Cómo entender ahora esa insufrible dejadez?
¿Quién es el responsable de este injustificable abandono? Si el ayuntamiento no actúa con diligencia y empieza el deterioro ¿Quién exigirá cuidado y respeto en la plaza?
El ayuntamiento -alcalde, concejales delegados y técnicos del gobierno- y concejales sin responsabilidades, deberían tomar cartas en asuntos así e impedir que hechos como este, cuya reparación no cuesta un duro al ayuntamiento, puedan evidenciar un comportamiento tan negligente.