Una tarde apasionante en Aiete; el pálpito de la belleza

Nada diremos del contenido de la charla en estas notas; lo dejamos para otro día.

Choca que la convocatoria de este tipo de conferencia que, año tras año, disfruta de un amplio seguimiento, apenas encuentre reflejo en los medios; en letra muy pequeña, era publicada por la agenda de algún medio escrito

Por el contrario, decenas de personas, bastantes más de cien, suelen acudir, y asistieron esta tarde, a la cita del Ciclo de Literatura y Cine de Aiete, con Rávena y Pablo Becerra como protagonistas, llenando el aforo del Centro Cultural -150 sillas- (lo hicieron holgadamente); si fuera de buen gusto hacer comparaciones, ni sumando unos cuantos foros y reuniones de un acontecimiento reciente multipolar y multi-apoyado, llegan a la mitad de las personas convocadas esta tarde en la Casa de Cultura de Aiete. Aquellas convocatorias han tenido un amplio despliegue publicitario; esta de Aiete ha funcionado con el “boca a boca”, pero, por el resultado, ¡qué boca, señor!, qué boca.

Esta mañana despotricaba, contra la “participación ciudadana”, una conocida tertuliana, en un medio radiofónico. Estaría quemada de tanto bluff al que nos someten las autoridades municipales. Le vendría bien un baño de multitud, expectación y serenidad, como el que hemos vivido esta tarde en Aiete

El Ciclo de Literatura y Cine -como recordó esta tarde su organizadora Lola Arrieta- está en el ecuador del segundo semestre del año, el de primavera. Sólo una tercera parte de los asistentes a la charla sobre Rávena, estarán viendo sus mosaicos el día de San Fermín. Todos no caben el autobús de 55 personas que realizará el viaje cultural por el Noreste de Italia; pero la inmensa mayoría de los asistentes estaban deseando continuar la charla con los ojos, con los dedos, con el olor, y viajar a Rávena, a Bolonia, a Ferrara, a Rímini, y cruzar el Rubicón -como Julio Cesar- después de escuchar la documentada charla de Pablo Berra sobre Rávena.

Las personas de la prensa, de las instituciones culturales, de los medios institucionales, no viven lo que se vive en el salón de actos del Centro Cultural de Aiete, en jornadas como las de esta tarde.

Los asistentes respiramos, habitamos, moramos, un ambiente eléctrico, cargado de emoción, de expectación; sabíamos que esta tarde íbamos a vivir una experiencia intensamente instructiva, formativa, pedagógica, alegre, por eso acudimos en masa a la cita.

Cuando se empezó a llenar la sala, cuando vimos que iban entrando más y más personas y  las que llegaban exclamaban un Oh! Al comprobar que la sala está casi llena; nos vino el recuerdo de que estas conferencias de primavera tienen una gran audiencia; los organizadores van añadiendo sillas al salón y todos sienten la confianza de que les esperan felices momentos al escuchar la charla, oportunidades de bienestar, trances de ventura, ocasiones de alegría, situaciones y circunstancias nuevas, conocimientos de otras épocas…Como seres humanos libres e inquietos las personas que asisten a estas convocatorias sienten la ciencia, la erudición, la cultura, la ilustración, el saber, el conocimiento, y la pregonan con su cuerpo, con sus sentidos; es como un momento de expectación que se crea en la sala antes de empezar la asamblea y con la catarsis que ocupa a los reunidos al terminar la conferencia; dos horas, sin síntoma alguno de cansancio y sí con exclamaciones de admiración.

La crónica de esta tarde podía haber empezado diciendo que, aunque el ruido por el murmullo y la conversación de 150 personas, en una sala emocionada, es considerable, antes que nadie lo mande, a la hora en punto, a las siete en punto de la tarde, hora anunciada para el inicio de la charla, se produjo un silencio total, que obligaron a Lola y a Pablo, a empezar la sesión sin los cinco minutos de cortesía obligados. Y luego también, al terminar la charla y proceder al abandono de la sala, ocurrió otro fenómeno digno de ser subrayado: saliendo a la fuerza del centro cultural por la hora que era, nos quedamos en varias círculos de conversación en la puerta, queriendo ampliar lo vivido, lo sentido, lo soñado, en la sesión que no se quería finalizar.

3 comentarios en “Una tarde apasionante en Aiete; el pálpito de la belleza”

  1. Es verdad, en la foto vemos a muchas abuelas. Sí es verdad las abuelas se han convertido en guarderías para atender a sus nietos. Sí son personas sin historia y cuyos hijos, explotadores familiares muestran muy pocas ganas de escuchar historia alguna, por humilde que sea. ¡No me cuentes batallitas! Y los libros los dejan para el verano. Pero no es el caso. A las abuelas de la foto les queda cierta pasión por la lectura y por el viaje -con o sin maletas- y ahí se les ve, atentas, como secantes.
    Son otros los que perdieron, junto al honor, la urbanidad y el respeto a las abuelas

  2. Maiete, me has hecho recordar a la abuela Josefa, cuya retorcimiento impresionaba hasta a sus hijos. Jamás besó a ninguno. Dominaba a nueras, herederos, esclavizadas criadas, a todo el que se le pusiera delante. Lo único en lo que era un ángel es en la cocina –su reino–; sus croquetas eran míticas; hasta mi madre, que la detestaba, tenía que reconocer que jamás conoció a nadie con la paciencia para la bechamel y el resultado sublime de sus croquetas.

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