`Lo mejor del viaje es la celebración del regreso´

Ese era el estado de ánimo de algunas personas que ayer se sentaban a la mesa del Zelai Txiki. La cocina del antigua caserío estuvo sobresaliente.

Y no fue lo único hermoso del día. Nos recibió la Casa de Cultura de Aiete en una mañana espléndida. Es una gozada la atención que presta la jardinería al parque. El Centro estaba fresquito, con sabor tranquilo. Alberto tenía primorosamente preparados todos los detalles, para que la proyección de fotos y videos del viaje, circulara con amable fluidez.

Fueron casi dos horas de exposición y de repaso de los 14 días vividos en otras tantas preciosas ciudades de la Emilia-Romaña y el Véneto, en Italia. Volvimos a vivir las anécdotas del viaje, los paisajes vistos, las artes observadas, vivimos la ópera en dos enclaves ansiados: la Arena de Verona y la Fenice de Venecia; recordamos las historias que nos contaban las guías -encantadora alguna de ellas-, los paseos por las calles de unas ciudades sin coches, en las que el medio de trasporte principal es la bicicleta, o el vaporetto en el caso de Venecia, ciudades limpias, con una gente cordial y sin turismo avasallador, con alguna excepción de todos conocida.

Lo mejor que podemos decir es que la atenta audiencia  del salón de actos, no se aburrió con las fotos -más de mil-, más bien al contrario.

El final de la simpática jornada lo puso la atracción de las gondoleras -y gondolero- venecianas, anunciada, a toque de sartén y cuchara, por una de los empleados del restaurante.

Esperado acontecimiento, pero siempre sorprendente. La compañía de  gondoleros invitaron a participar de la popular  canción napolitana La risata que la  truppe interpretó con gracia contagiosa, y la peripecia continuó con los obsequios post-show.

La truppe al elegir la canción napolitana La risata, está haciendo un guiño a Muerte en Venecia, la película de Visconti, que inauguró la actividad de estos Ciclos de Literatura y Cine en el 2005.

La risata, en el film, es interpretada por músicos callejeros ante los huéspedes del Hotel Lido. (Nuestras gondoleras se presentaron de esa guisa y con esa intención en el Zelai Txiki)

El resto de la banda sonora de Muerte en Venecia es principalmente música de Mahler, pero La risata destaca en la película con gran protagonismo y personalidad.

PD

La música de Mahler no está representada en Muerte en Venecia solamente por el Adagietto de la Quinta Sinfonía, sino que se usa en otros dos momentos. En una de las discusiones rememoradas por Aschenbach, Alfred toca al piano las primeras notas del cuarto movimiento de la Sinfonía nº 4, y exclama «-Esta es tu música»; por si no nos quedara claro que el protagonista «es» Mahler, ahí se nos dice implícitamente.

Y en una de las ocasiones en que Aschenbach coincide con Tadzio en la playa escuchamos el canto de la contralto del IV movimiento de la Tercera Sinfonía, el «O Mensch ¡Gib Acht!” del final de Así habló Zaratustra. El músico aparece escribiendo mientras contempla al joven; podría pensarse que está componiendo precisamente esa música en aquel instante. Una música en la que Mahler utiliza unos versos de Nietzsche que dicen que el placer es más profundo aún que el dolor, pues este solicita acabarse y aquel pide la eternidad (El lied que forma parte de esta sinfonía lleva como letra un poema titulado Was mir die Nacht erzählt?¿Qué te dice la noche?»). Un poema que habla precisamente del proceso de creación y sus relaciones con el dolor, el deseo y la muerte:

«¡Oh! hombre, ¡presta atención!

¿Qué dice la profunda medianoche?

Yo dormía, yo dormía

De un profundo soñar me he despertado

El mundo es profundo

Más profundo de lo que el día ha pensado

Profundo es su dolor

El deseo es más profundo que el dolor

El dolor dice: ¡aléjate!

Mas todo deseo quiere eternidad

Quiere profunda, profunda eternidad»)

Pero deben citarse aún otras músicas no mahlerianas que también tienen en la película importancia: unos fragmentos de la opereta La Viuda Alegre de Lehar (entre ellos el famoso Vals o el aria » Vilja») que toca la orquesta del Hotel antes de llamar a la cena, y que cumplen perfectamente la misión de ambientar la época en que transcurre el film; Para Elisa de Beethoven, que Tadzio aporrea en el piano del hotel, y que a Aschenbach le trae el recuerdo de su vista al prostíbulo, donde también sonaba, y una Canción de Cuna de Mussogrsky en una escena en la playa.

 

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