Necesitamos gente del coraje y el talento de Mirri. El artículo que publica en el Diario Vasco y que he leído en esta web es muy inteligente y profundo. Ansorena ha sacado su ingenio y su perspicacia para poner las cosas en su sitio y, con respeto hacia las personas, decirle al alcalde, los riesgos que corre y con él la ciudad y, con sagacidad, mostrar el hartazgo hacia el teniente alcalde, que comparte con mucho donostiarra
Por César Manzanos Doctor en Sociología, Profesor en la Universidad del País Vasco.
El movimiento feminista en fiestas, nos ha dado una lección sobre como visibilizar y responder a las agresiones machistas, con el fin de romper la impunidad de la violencia contra las mujeres. Esta iniciativa, podríamos extenderla a otro tipo de agresiones que se están produciendo y, cuyos protagonistas son fundamentalmente hombres, pertenecientes a los diversos cuerpos policiales.
En el transcurso de las fiestas hemos presenciado directamente o, nos han relatado a través de quienes se dedican a la luchaantirracista y antirrepresiva, presuntas actuaciones concretas protagonizadas por funcionarios policiales. Por ejemplo, detenciones arbitrarias a manteros por parte de policías vestidos de paisanos, con la consiguiente confiscación de móviles a quienes grabaron estas detenciones en fiestas de Gasteiz.
Por ejemplo, policías uniformados que sin previa identificación ni notificación de denuncia, se han bajado del coche patrulla y porra en mano han propinado palizas a jóvenes ebrios por haberles supuestamente insultado cuando pasaban patrullando, huyendo en el coche policial, cuando han sido increpados desde las ventanas por vecinos que casualmente han presenciado los hechos, también en Gasteiz.
Estos hechos no se denuncian por miedo o desconocimiento de los canales para hacerlo y, revisten una especial gravedad, porque son actos violentos que se producen sin garantías para sus víctimas y que están protagonizados, nada más y nada menos, que por quienes habrían de garantizar nuestra seguridad, nuestros derechos y defendernos de cualquier agresión.
La línea roja que separa la libertad de la violencia, tiene un nombre y se llama consentimiento. Cuando no hay consentimiento un acto se convierte en agresión, y en fiestas, la cultura machista, clasista y racista se ha encargado de difundir la idea de que “en fiestas todo vale”, vale agredir a las mujeres, explotar a quienes trabajan sin contrato y a destajo para hacer posible la fiesta, mantener el orden a base de abusos policiales y, un largo etcétera de despropósitos, que indican lo alejados que estamos y el largo recorrido por hacer, para conseguir que todo el mundo disfrute de un modo libre e igualitario de las fiestas a lo largo y ancho de nuestras ciudades y pueblos
Uno debe ponerse en la piel de un joven y podrá entender muchas cosas. Uno termina los estudios y no encuentra trabajo. Ademas, los pisos están por las nubes. Antes siempre había la opcion de alquilar, pero ahora los caseros prefieren alquilarlos a turistas para ganar más, de modo que el precio de los alquileres esta por las nubes.
Hace un par de meses vi un reportaje de como en Ibiza ni siquiera los médicos y policías que están destinados ahí se pueden pagar el alquiler de un piso por el boom turístico, y eso que tanto policías como médicos están bien pagados. Imaginate eso para una persona que gane 1000 euros al mes.
En realidad, la gente lo toma con quien no debe. El turista no tiene la culpa de lo que ocurre.
Es la oferta desmedida y conchabada entre el el mundo de la hostelería y las cabeceras de los partidos en el gobierno
«El turismo tiene un modelo productivo basado en la especulación que fomenta e impone una relación de servidumbre»
«Los habitantes somos figurantes y mano de obra barata, el territorio una plataforma de inversión privada y el país una marca»
«El único modelo que hoy ofrecen las élites a las que defiende el gobierno -vale PNV, PSOE, PP…- es intentar repetir el mismo modelo débil, injusto y caníbal que nos trajo al desastre»
«La masificación turística, un problema real de deterioro de la convivencia a causa de un exceso que genera beneficios a unos pocos y malestar a muchos»
«Los beneficios empresariales son tan elevados como la sobreexplotación, la precariedad y los bajos salarios»
No rebajar el nivel de exigencia para los “pisos turísticos”, no suprimir “la norma de la primera planta”
La normativa de que no se permitan pisos de estas características por encima de la planta primera constituyeuna herramienta de gran valor para controlar las malas prácticas.
La situación está agravándose día a día. En el portal Airbnb hay activas en Donostia un total de 2.317 ofertas de alquiler vacacional, de distintas características, 317 más que hace quince días
Fui a la magnífica exposición “Turismoak” que acoge la sala de exposiciones del Koldo Mitxelena con mi propia audioguía. “El turismo masivo es devastador, como los estupefacientes –me dijo una voz a través del artefacto–, pero cada vez que se debate sobre alguno de estos asuntos los argumentos se centran sobre los perniciosos efectos a largo plazo y se hurtan los elementos gratificantes que acompañan sus inicios: producen un gran bienestar”. En efecto, pensé: a día de hoy invertimos más tiempo en lamentarnos de la gentrificación que en relatar nuestras propias vacaciones, una anomalía emergente. Es más: si no disertas sobre la masificación veraniega de tu localidad tú interlocutor puede llevarse la impresión de que vives en un lugar infecto. Lo catastrófico tiene su prestigio.
Obra número 1: “Cuando hablamos del turismo –continuó con su perorata la audioguía– apuntamos con el dedo a los touroperadores y las grandes cadenas hoteleras, pero es un negocio en el que mete la cuchara todo el que puede. Y no hablo de precios de la hostelería e industrias derivadas, sino de particulares en disposición de alquilar cualquier cosa susceptible de servir de alojamiento, desde pisos reconvertidos en “pateras” hasta habitaciones sueltas. Ítem más –continuó la máquina–: crece el número de individuos que intercambia sus viviendas para disfrutar de las vacaciones, saltándose a los intermediarios y de paso, ahorrándose un dinero”. Cierto: se dice que es posible intercambiar un coqueto piso donostiarra por una vivienda neoyorquina, tal es la cotización que hemos alcanzado en el mercado.
Obra número 2: “Desconfía de la adjetivación del sustantivo “turismo” –prosiguió la audioguía mientras avanzaba en el recorrido de la exposición–: turismo cultural, turismo de aventura, agroturismo, turismo religioso, turismo de catástrofes, turismo de calidad y, en especial, turismo sostenible. Son distintas denominaciones de una misma cosa”. Y cuando me cambié de mano de la audioguía porque se me había dormido ya el brazo derecho, la voz añadió: “La condición de cada destino turístico no la determina el destino, sino el turista. En busca de un turismo de alto poder adquisitivo, puedes elevar los precios, pero eso sólo servirá para acortar la estancia o incluso, para suprimir la pernoctación, convertido en destino para “excursiones de un día”. Y no pude negárselo: lo que en su día fueron destinos selectos son hoy pasto de las hordas: de Capri a la Costa Azul, de Yalta a Lisboa, de Essauira a Florencia. Y viceversa: ni el más lisérgico profeta hubiera atinado hace treinta años a vaticinar que Bilbao acabaría convertida en la escapada perfecta, con extensión a San Sebastián.
Obra número 3: A la audioguía aún le quedaba discurso y a mí, exposición por delante, así que me mantuve atento a sus explicaciones: “La fascinación vacacional no la modulan las responsables de gestionar el turismo, sino la ley de la oferta y la demanda. La primera crece mientras lo haga la segunda y ésta sólo retrocede ante dos fenómenos: la inseguridad ciudadana o el desprestigio social del destino turístico”. Y la máquina prosiguió incansable: “Si te hablan de modular y seleccionar el tipo de visitantes que vas a recibir probablemente te estén engañando. Y si te hablan de destinos vírgenes y tribus sin contactar, con toda seguridad lo están haciendo porque ya no hay enclaves por descubrir, sino temporadas: alta, media y baja. Y si hablamos de masificación, es preferible soportarla en una playa que hacerlo en una exposición”.
Obra número 4: Al aparato se le estaba agotando ya la batería, pero antes de fundirse en el silencio aún tuvo energía para rematar: “Es muy sospechoso que el turismo se haya convertido en una pasión universal y que a todo el mundo le guste viajar. De hecho, no a todo el mundo le gusta, pero es un fenómeno inducido. En el caso de una pareja, basta con que uno de sus miembros quiera ir para que los dos vayan. Lo mismo, en el de una familia numerosa. Buena parte de los turistas no van, sino que son llevados –y un pequeño porcentaje, incluso arrastrados–; lo de menos es a dónde. Observa el estupor en estado puro reflejado en las caras de los grupos de turistas sometidos a las prolijas explicaciones de los guías. Su interés por el lugar es bastante limitado y a partir de la tercera parada no se molestan en disimular. Los museos se llenan a base de gente que no ha pisado en la vida los de su propia ciudad. Vais a sitios, pero no sabéis por qué, como certifica el propio invento de las guías y las autoguías”. Silencio.
Final de la exposición: Y creí que ya se había apagado, cuando sentenció: “Tampoco hay que descartar que llegue el día en el que lo “trendy” sea quedarse en casa”.
No será fácil que se supere este terrorismo difuso en nuestra sociedad europea relativamente plácida, segura, alimentada. Pero cuando el terror se hace presente y concreto en lugares mediáticos, ciudades ricas, densidades de poblaciones diversas nos resulta insoportable. Muertos y heridos víctimas sin otra culpa que vivir en nuestros ambientes ciudadanos, originarios por lo menos de 35 países en la Rambla de Barcelona, en a penas 300 metros. Familias destrozadas, ciudadanía inocente aterrorizada pero también gobiernos manipuladores que exaltan la unidad para subirse en la ola del temor. Los gobiernos de proximidad son más prácticos y más en sintonía con la gente de la calle y saben que no es suficiente ni con la prevención ni con la represión. Los medios quizás tienen sentimientos pero en muchos casos utilizan la truculencia y en bastantes casos claman sangre vengadora contra los “terroristas inhumanos” como los define un reportaje de un prestigioso diario catalán. Afortunadamente los barceloneses encontraron las palabras afortunadas, ni odio ni miedo.
Los jóvenes terroristas son criminales, si es posible se les detiene y se les aplica la ley. Y se les reprime con firmeza si pasan a la acción. No se discute. Pero los expertos nos dicen que hay el terror yihadista puede durar 20 años. Puede ser, quizás podría reducirse mucho el terror. Hay que hacer algo más que vigilar los colectivos sospechosos o de riesgo. ¿Como puede ser que en algunos meses o pocos años jóvenes integrados en su medio local, incluso con buena formación escolar y trabajo, como en Catalunya, o de clase media y de familias autóctonas como en Francia, que no son psicópatas, o no lo eran antes, se convierten en una secta religiosa criminal? Poco después del atentado de Bataclan estuve en Paris y algunos amigos expertos me decían que no son suficientes ni las políticas propias de los aparatos estatales de seguridad para acabar con el terrorismo más aun cuando los protagonistas están dispuestos a morir. Las condiciones de marginación social y espacial de la población de origen musulmana, que no es la única, o la crisis económica, generan sentimiento de marginación pero no llevan a matar directamente a decenas o centenares de personas inocentes.
La influencia de imanes formadores de futuros terroristas es importante y proceden en muchos casos de Arabia Saudí, aliada de Estados Unidos. Pero ¿porqué resulta tan fácil convencer a estos jóvenes en un año sin indicios que les llevaran a una criminalidad masiva? Les ofrecen un proyecto de vida, aunque sea de muerte, por una causa de venganza o que consideran de “justicia” y con la gracia divina. Todas las condiciones circunstanciales pueden influir pero hay algo más decisivo. Afirman su identidad, sus orígenes, su historia y son conscientes. Aprenden que sus países fueron sometidos y fragmentados a partir de 1945 (acuerdos de 1948) por las potencias occidentales e imponen “emiratos” artificiosos, clanes mafiosos y señores propietarios del petróleo aliados con Estados Unidos. Se expulsa y se dispersa gran parte de los palestinos. Israel ejerce de policía al servicio de los norteamericanos. Se multiplican los golpes de Estado y las guerras en Palestina, Irán, Irak, Afganistán, Libia, Siria. Se destruyen las ciudades y el patrimonio histórico-cultural. Millones en campos de refugiados durante décadas. Hasta hoy los gobiernos occidentales practican la violencia directa o indirecta contra los países árabes con el apoyo de gobernantes como los saudíes. Las guerras de Irak iniciadas en los 90 y desarrolladas con trampa en nuestro siglo por Bush y Blair con la participación activa de Aznar y su gobierno. Luego Siria, para controlar un futuro conductor de energía. Mueren millones.
Todo ello ha estimulado a minorías jóvenes, no inmigrantes sino residentes y en muchos casos de segunda o tercera generación, debidamente adoctrinados por una versión fanática y violenta de la religión.
Con mis colegas franceses convenimos que solo podremos atajar a esta epopeya desesperada si las poblaciones musulmanas, que viven en nuestros países, sean los que estén en primera línea para acabar con esta perversa épica criminal. La inmensa mayoría son pacíficas pero tampoco encuentran apoyos de las sociedades y gobiernos europeos. No están ni estarán del lado del yihadismo pero para que lo combatan con determinación y argumentos deben percibir que son reconocidos en su dignidad acá y también en sus países originarios
Hay otros colectivos de origen «extranjero» en países europeos, relativamente discriminados en uno u otro país. Chinos, tailandeses, bengalíes, ecuatorianos, senegaleses, etc. No por no reconocerles su dignidad en los diferentes contextos locales europeos han engendrado violencia terrorista. La explicación localista es insuficiente, y no sé si es necesaria. Opino que habría que buscar la causa en el exterior: una estrategia trazada para crear células de muerte y terror en Occidente y en Oriente. Es Daesh en este momento, y el islam, «radical» o no, es la excusa.
http://www.publico.es/economia/turismo-agustin-cocola-gant-turismo-traspaso-fondos-publicos-manos-privadas.html
La Parte Vieja, el turismo y nuestros políticos
http://www.diariovasco.com/opinion/parte-vieja-turismo-20170806103753-nt.html
Necesitamos gente del coraje y el talento de Mirri. El artículo que publica en el Diario Vasco y que he leído en esta web es muy inteligente y profundo. Ansorena ha sacado su ingenio y su perspicacia para poner las cosas en su sitio y, con respeto hacia las personas, decirle al alcalde, los riesgos que corre y con él la ciudad y, con sagacidad, mostrar el hartazgo hacia el teniente alcalde, que comparte con mucho donostiarra
http://www.publico.es/fotogalerias/masificacion-turistica-realidad-masificacion-turistica-14-imagenes.html
Vaya cara estar en contra del turismo y ellos considerarse viajeros culturales
http://www.argia.eus/albistea/turismoak-ez-du-berez-aberastasuna-sortzen
http://www.publico.es/economia/finlandia-empieza-emitir-senales-exito-renta-basica-universal.html
Por César Manzanos Doctor en Sociología, Profesor en la Universidad del País Vasco.
El movimiento feminista en fiestas, nos ha dado una lección sobre como visibilizar y responder a las agresiones machistas, con el fin de romper la impunidad de la violencia contra las mujeres. Esta iniciativa, podríamos extenderla a otro tipo de agresiones que se están produciendo y, cuyos protagonistas son fundamentalmente hombres, pertenecientes a los diversos cuerpos policiales.
En el transcurso de las fiestas hemos presenciado directamente o, nos han relatado a través de quienes se dedican a la luchaantirracista y antirrepresiva, presuntas actuaciones concretas protagonizadas por funcionarios policiales. Por ejemplo, detenciones arbitrarias a manteros por parte de policías vestidos de paisanos, con la consiguiente confiscación de móviles a quienes grabaron estas detenciones en fiestas de Gasteiz.
Por ejemplo, policías uniformados que sin previa identificación ni notificación de denuncia, se han bajado del coche patrulla y porra en mano han propinado palizas a jóvenes ebrios por haberles supuestamente insultado cuando pasaban patrullando, huyendo en el coche policial, cuando han sido increpados desde las ventanas por vecinos que casualmente han presenciado los hechos, también en Gasteiz.
Estos hechos no se denuncian por miedo o desconocimiento de los canales para hacerlo y, revisten una especial gravedad, porque son actos violentos que se producen sin garantías para sus víctimas y que están protagonizados, nada más y nada menos, que por quienes habrían de garantizar nuestra seguridad, nuestros derechos y defendernos de cualquier agresión.
La línea roja que separa la libertad de la violencia, tiene un nombre y se llama consentimiento. Cuando no hay consentimiento un acto se convierte en agresión, y en fiestas, la cultura machista, clasista y racista se ha encargado de difundir la idea de que “en fiestas todo vale”, vale agredir a las mujeres, explotar a quienes trabajan sin contrato y a destajo para hacer posible la fiesta, mantener el orden a base de abusos policiales y, un largo etcétera de despropósitos, que indican lo alejados que estamos y el largo recorrido por hacer, para conseguir que todo el mundo disfrute de un modo libre e igualitario de las fiestas a lo largo y ancho de nuestras ciudades y pueblos
https://elpais.com/elpais/2017/08/14/opinion/1502726432_569798.html
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/javier-cercas-feminismo/
Uno debe ponerse en la piel de un joven y podrá entender muchas cosas. Uno termina los estudios y no encuentra trabajo. Ademas, los pisos están por las nubes. Antes siempre había la opcion de alquilar, pero ahora los caseros prefieren alquilarlos a turistas para ganar más, de modo que el precio de los alquileres esta por las nubes.
Hace un par de meses vi un reportaje de como en Ibiza ni siquiera los médicos y policías que están destinados ahí se pueden pagar el alquiler de un piso por el boom turístico, y eso que tanto policías como médicos están bien pagados. Imaginate eso para una persona que gane 1000 euros al mes.
En realidad, la gente lo toma con quien no debe. El turista no tiene la culpa de lo que ocurre.
Es la oferta desmedida y conchabada entre el el mundo de la hostelería y las cabeceras de los partidos en el gobierno
«El turismo tiene un modelo productivo basado en la especulación que fomenta e impone una relación de servidumbre»
«Los habitantes somos figurantes y mano de obra barata, el territorio una plataforma de inversión privada y el país una marca»
«El único modelo que hoy ofrecen las élites a las que defiende el gobierno -vale PNV, PSOE, PP…- es intentar repetir el mismo modelo débil, injusto y caníbal que nos trajo al desastre»
«La masificación turística, un problema real de deterioro de la convivencia a causa de un exceso que genera beneficios a unos pocos y malestar a muchos»
«Los beneficios empresariales son tan elevados como la sobreexplotación, la precariedad y los bajos salarios»
No se busca expulsar turistas, sino proteger la ciudad
https://elpais.com/cultura/2017/08/17/actualidad/1502956123_040545.html
http://www.naiz.eus/eu/actualidad/noticia/20170820/donostia-modelo-de-turismo-y-ocio-que-acosa-la-parte-vieja
No rebajar el nivel de exigencia para los “pisos turísticos”, no suprimir “la norma de la primera planta”
La normativa de que no se permitan pisos de estas características por encima de la planta primera constituyeuna herramienta de gran valor para controlar las malas prácticas.
La situación está agravándose día a día. En el portal Airbnb hay activas en Donostia un total de 2.317 ofertas de alquiler vacacional, de distintas características, 317 más que hace quince días
Fui a la magnífica exposición “Turismoak” que acoge la sala de exposiciones del Koldo Mitxelena con mi propia audioguía. “El turismo masivo es devastador, como los estupefacientes –me dijo una voz a través del artefacto–, pero cada vez que se debate sobre alguno de estos asuntos los argumentos se centran sobre los perniciosos efectos a largo plazo y se hurtan los elementos gratificantes que acompañan sus inicios: producen un gran bienestar”. En efecto, pensé: a día de hoy invertimos más tiempo en lamentarnos de la gentrificación que en relatar nuestras propias vacaciones, una anomalía emergente. Es más: si no disertas sobre la masificación veraniega de tu localidad tú interlocutor puede llevarse la impresión de que vives en un lugar infecto. Lo catastrófico tiene su prestigio.
Obra número 1: “Cuando hablamos del turismo –continuó con su perorata la audioguía– apuntamos con el dedo a los touroperadores y las grandes cadenas hoteleras, pero es un negocio en el que mete la cuchara todo el que puede. Y no hablo de precios de la hostelería e industrias derivadas, sino de particulares en disposición de alquilar cualquier cosa susceptible de servir de alojamiento, desde pisos reconvertidos en “pateras” hasta habitaciones sueltas. Ítem más –continuó la máquina–: crece el número de individuos que intercambia sus viviendas para disfrutar de las vacaciones, saltándose a los intermediarios y de paso, ahorrándose un dinero”. Cierto: se dice que es posible intercambiar un coqueto piso donostiarra por una vivienda neoyorquina, tal es la cotización que hemos alcanzado en el mercado.
Obra número 2: “Desconfía de la adjetivación del sustantivo “turismo” –prosiguió la audioguía mientras avanzaba en el recorrido de la exposición–: turismo cultural, turismo de aventura, agroturismo, turismo religioso, turismo de catástrofes, turismo de calidad y, en especial, turismo sostenible. Son distintas denominaciones de una misma cosa”. Y cuando me cambié de mano de la audioguía porque se me había dormido ya el brazo derecho, la voz añadió: “La condición de cada destino turístico no la determina el destino, sino el turista. En busca de un turismo de alto poder adquisitivo, puedes elevar los precios, pero eso sólo servirá para acortar la estancia o incluso, para suprimir la pernoctación, convertido en destino para “excursiones de un día”. Y no pude negárselo: lo que en su día fueron destinos selectos son hoy pasto de las hordas: de Capri a la Costa Azul, de Yalta a Lisboa, de Essauira a Florencia. Y viceversa: ni el más lisérgico profeta hubiera atinado hace treinta años a vaticinar que Bilbao acabaría convertida en la escapada perfecta, con extensión a San Sebastián.
Obra número 3: A la audioguía aún le quedaba discurso y a mí, exposición por delante, así que me mantuve atento a sus explicaciones: “La fascinación vacacional no la modulan las responsables de gestionar el turismo, sino la ley de la oferta y la demanda. La primera crece mientras lo haga la segunda y ésta sólo retrocede ante dos fenómenos: la inseguridad ciudadana o el desprestigio social del destino turístico”. Y la máquina prosiguió incansable: “Si te hablan de modular y seleccionar el tipo de visitantes que vas a recibir probablemente te estén engañando. Y si te hablan de destinos vírgenes y tribus sin contactar, con toda seguridad lo están haciendo porque ya no hay enclaves por descubrir, sino temporadas: alta, media y baja. Y si hablamos de masificación, es preferible soportarla en una playa que hacerlo en una exposición”.
Obra número 4: Al aparato se le estaba agotando ya la batería, pero antes de fundirse en el silencio aún tuvo energía para rematar: “Es muy sospechoso que el turismo se haya convertido en una pasión universal y que a todo el mundo le guste viajar. De hecho, no a todo el mundo le gusta, pero es un fenómeno inducido. En el caso de una pareja, basta con que uno de sus miembros quiera ir para que los dos vayan. Lo mismo, en el de una familia numerosa. Buena parte de los turistas no van, sino que son llevados –y un pequeño porcentaje, incluso arrastrados–; lo de menos es a dónde. Observa el estupor en estado puro reflejado en las caras de los grupos de turistas sometidos a las prolijas explicaciones de los guías. Su interés por el lugar es bastante limitado y a partir de la tercera parada no se molestan en disimular. Los museos se llenan a base de gente que no ha pisado en la vida los de su propia ciudad. Vais a sitios, pero no sabéis por qué, como certifica el propio invento de las guías y las autoguías”. Silencio.
Final de la exposición: Y creí que ya se había apagado, cuando sentenció: “Tampoco hay que descartar que llegue el día en el que lo “trendy” sea quedarse en casa”.
https://es.wikipedia.org/wiki/Gentrificaci%C3%B3n
No será fácil que se supere este terrorismo difuso en nuestra sociedad europea relativamente plácida, segura, alimentada. Pero cuando el terror se hace presente y concreto en lugares mediáticos, ciudades ricas, densidades de poblaciones diversas nos resulta insoportable. Muertos y heridos víctimas sin otra culpa que vivir en nuestros ambientes ciudadanos, originarios por lo menos de 35 países en la Rambla de Barcelona, en a penas 300 metros. Familias destrozadas, ciudadanía inocente aterrorizada pero también gobiernos manipuladores que exaltan la unidad para subirse en la ola del temor. Los gobiernos de proximidad son más prácticos y más en sintonía con la gente de la calle y saben que no es suficiente ni con la prevención ni con la represión. Los medios quizás tienen sentimientos pero en muchos casos utilizan la truculencia y en bastantes casos claman sangre vengadora contra los “terroristas inhumanos” como los define un reportaje de un prestigioso diario catalán. Afortunadamente los barceloneses encontraron las palabras afortunadas, ni odio ni miedo.
Los jóvenes terroristas son criminales, si es posible se les detiene y se les aplica la ley. Y se les reprime con firmeza si pasan a la acción. No se discute. Pero los expertos nos dicen que hay el terror yihadista puede durar 20 años. Puede ser, quizás podría reducirse mucho el terror. Hay que hacer algo más que vigilar los colectivos sospechosos o de riesgo. ¿Como puede ser que en algunos meses o pocos años jóvenes integrados en su medio local, incluso con buena formación escolar y trabajo, como en Catalunya, o de clase media y de familias autóctonas como en Francia, que no son psicópatas, o no lo eran antes, se convierten en una secta religiosa criminal? Poco después del atentado de Bataclan estuve en Paris y algunos amigos expertos me decían que no son suficientes ni las políticas propias de los aparatos estatales de seguridad para acabar con el terrorismo más aun cuando los protagonistas están dispuestos a morir. Las condiciones de marginación social y espacial de la población de origen musulmana, que no es la única, o la crisis económica, generan sentimiento de marginación pero no llevan a matar directamente a decenas o centenares de personas inocentes.
La influencia de imanes formadores de futuros terroristas es importante y proceden en muchos casos de Arabia Saudí, aliada de Estados Unidos. Pero ¿porqué resulta tan fácil convencer a estos jóvenes en un año sin indicios que les llevaran a una criminalidad masiva? Les ofrecen un proyecto de vida, aunque sea de muerte, por una causa de venganza o que consideran de “justicia” y con la gracia divina. Todas las condiciones circunstanciales pueden influir pero hay algo más decisivo. Afirman su identidad, sus orígenes, su historia y son conscientes. Aprenden que sus países fueron sometidos y fragmentados a partir de 1945 (acuerdos de 1948) por las potencias occidentales e imponen “emiratos” artificiosos, clanes mafiosos y señores propietarios del petróleo aliados con Estados Unidos. Se expulsa y se dispersa gran parte de los palestinos. Israel ejerce de policía al servicio de los norteamericanos. Se multiplican los golpes de Estado y las guerras en Palestina, Irán, Irak, Afganistán, Libia, Siria. Se destruyen las ciudades y el patrimonio histórico-cultural. Millones en campos de refugiados durante décadas. Hasta hoy los gobiernos occidentales practican la violencia directa o indirecta contra los países árabes con el apoyo de gobernantes como los saudíes. Las guerras de Irak iniciadas en los 90 y desarrolladas con trampa en nuestro siglo por Bush y Blair con la participación activa de Aznar y su gobierno. Luego Siria, para controlar un futuro conductor de energía. Mueren millones.
Todo ello ha estimulado a minorías jóvenes, no inmigrantes sino residentes y en muchos casos de segunda o tercera generación, debidamente adoctrinados por una versión fanática y violenta de la religión.
Con mis colegas franceses convenimos que solo podremos atajar a esta epopeya desesperada si las poblaciones musulmanas, que viven en nuestros países, sean los que estén en primera línea para acabar con esta perversa épica criminal. La inmensa mayoría son pacíficas pero tampoco encuentran apoyos de las sociedades y gobiernos europeos. No están ni estarán del lado del yihadismo pero para que lo combatan con determinación y argumentos deben percibir que son reconocidos en su dignidad acá y también en sus países originarios
Hay otros colectivos de origen «extranjero» en países europeos, relativamente discriminados en uno u otro país. Chinos, tailandeses, bengalíes, ecuatorianos, senegaleses, etc. No por no reconocerles su dignidad en los diferentes contextos locales europeos han engendrado violencia terrorista. La explicación localista es insuficiente, y no sé si es necesaria. Opino que habría que buscar la causa en el exterior: una estrategia trazada para crear células de muerte y terror en Occidente y en Oriente. Es Daesh en este momento, y el islam, «radical» o no, es la excusa.