Josean Diez de Quevedo ‘Jadiku’ vio su obra desde el primer día en el que se impulsó el reconocimiento y homenaje, a una de las personas más nobles que se han criado en el bario de Aiete: Manuel Matxain.
Matxain es un plaza gizon, un bertso jartsaile, un bolari, un Korrikalari, pero, sobre todo, Manuel es el más grande de los campeones de la toca, que llevó este deporte popular a los cuatro vientos, al norte y al sur y, sin metáforas, hasta el Japón.
Todo el mundo le recuerda por su casi imposible habilidad; por su tenacidad, constancia, horas de entrenamiento, sus resultados son irrepetibles.
Y esa fue la fuente de inspiración de ‘Jadiku’: llevar la sustancia de la barra artesanal de la toca a un único punto fijo que la mantiene como plantada en el suelo, desde donde irradia, como un ala ingrávida, hasta cerca del cielo. La TOKA surca el espacio, divide el viento y desafía, con su vuelo de hierro, las leyes de la estática.
Josean ha hecho que el metal se vuelva ligero y maleable gracias a su paso por el fuego de la forja de Morales, por la presión de los golpes que le han dado forma, por la fuerza que lo ha torcido.
Esta presencia física del trabajo convierte la escultura en la suma concatenada de tres vectores: vector artista, vector empresa especializada, vector obrero, que actúan sobre la pieza, y que permite que la imaginación, la poesía y la creatividad del autor construyan una obra que despeja y enriquece el espacio ignorado de esa pequeña campa entre Etxadi y el paseo de Aiete.
La escultura va a obligar a la gente a mirarla de una determinada manera y disponer el cuerpo en curva, como la propia TOKA.
‘Jadiku’, ha sido uno más en el proceso de trabajo de la escultura. La cordialidad de Josean le han hecho ganar el respeto y la admiración de los obreros y de los jefes de la empresa Morales.
La TOKA es una referencia clara a la figura humana de Manuel Matxain, nada tan sencillo, pero tan eficaz para ser recordado. A partir de este hecho, la escultura de ‘Jadiku’ se empapa de identidad y profundidad. Y , antes de llevarla al taller, ya daba cuenta de cómo será la forma de su escultura y en qué material toma forma: el hierro que se oxida y las fichas negra; y la sembraría en el contraste de un espacio abierto, de amplios horizontes urbanos y montañosos, como es la campa elegida.
El títulos de la obra TOKA inducirá a una reflexión sobre lo que estamos contemplando, nos llevarán a imaginarnos algo que va más allá de las formas, nos acercará a Matxain.
La de Diez de Quevedo es una escultura extrovertida, fácil de comprender y de agradar a personas afines al estilo de vida de Manuel, a sus prioridades, a sus aficiones
Una estructura alada, parabólica, regular, geométrica, que desafía el espacio y asimila el tiempo como la manilla de un reloj de sol gigante. Espacio y tiempo siempre se encuentran en la poesía y en la escultura, por eso esta obra de ‘Jadiku’ tiene algo de poético