Sirani (1664) hacerse un hueco en un mundo artístico liderado por hombres.


Elisabetta Sirani – “Porcia hiriéndose en el muslo” (1664, óleo sobre lienzo, 101 x 138 cm, Fondazione Cassa di Rispamio, Bolonia)
Elisabetta Sirani fue una artista del clasicismo italiano, perteneciente a la Escuela de Bolonia. Esta escuela se originó en el taller de los Carracci y uno de sus representantes más famosos fue Guido Reni, del que ya hemos visto varias obras. Pero seguro que el nombre de esta chica solo les suena a unos pocos. Y es una lástima, porque era una pintora estupenda. Se había formado en el taller de su padre, Giovanni Andrea Sirani, discípulo de Guido Reni, pero en muy poco tiempo consiguió darle sopas con honda a su progenitor. Se hizo muy famosa y acabó dirigiendo el taller familiar, en el que formó a muchas otras mujeres. Falleció muy joven, a los 27 años, pero a pesar de estar en activo tan solo una década dejó una producción muy extensa.
Esta es una de sus mejores obras, una pintura que representa un hecho histórico protagonizado por otra mujer de rompe y rasga, la romana Porcia Catonis, hija de Catón y esposa de Marco Junio Bruto, uno de los que se cargó a Julio César. La historia del cuadro aparece en las Vidas de Plutarco. Porcia sospechaba que su marido le estaba ocultando sus planes sobre la conspiración contra Julio César y para conseguir que se fiase de ella, se cortó el muslo con un cuchillo, haciéndose una herida bastante más seria que el rasguñito que ha pintado Sirani, puesto que le produjo fuertes fiebres. Aguantando el dolor como una jabata, esperó un día entero para enseñarle el destrozo a Bruto, demostrándole que las mujeres son tan fuertes como los hombres y que ella sería capaz de mantener el secreto incluso aunque la torturasen. Como era de esperar, Bruto la puso al día de todo el asunto.
Aunque el cuadro fue un encargo del rico comerciante de sedas Simone Tassi, es más que probable que la propia Sirani escogiese el tema, con el que ya de paso reivindicaba su oficio. Es fácil hacer una comparación entre la demostración de fortaleza de Porcia y las dificultades que tuvo que superar Sirani para conseguir hacerse famosa en un mundo artístico liderado por hombres. Porcia sostiene el puñal y Sirani sujeta los pinceles, atributos que por aquel entonces eran propios de los hombres, rechazando las actividades femeninas tradicionales de hilar y tejer que realizan las tres mujeres del fondo del cuadro. Un alegato feminista en toda regla.

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